Erich Moncada | SDP Noticias01 de Marzo, 2010 - 11:22
“Las alianzas (con el PAN) han tenido un costo terrible para el movimiento, aunque sea indirecto”, reconoció el exsecretario de Gobierno del Distrito Federal.
El secretario de Relaciones Políticas del Gobierno Legítimo de México, José Agustín Ortiz Pinchetti, en entrevista concedida al programa “Y sin embargo, se mueve”, profundiza sobre el debate suscitado por sus últimas dos colaboraciones al diario La Jornada. Y propone que la única forma de llegar con paz a las elecciones presidenciales de 2012 será por medio de un pacto similar al suscrito en 1996 que obligó al régimen priísta a abrir la transición democrática en el país. De lo contrario, advierte tajante, podría traducirse en “un tobogán de violencia”. Nos llama la atención estas columnas en La Jornada, donde se nota un poco de pesimismo, una visión de cansancio del movimiento. ¿Cómo lo ve usted Jose Agustín? Ortiz Pinchetti: No hay ningún síntoma de cansancio en el movimiento. Yo quizás definiría el pesimismo respecto a la situación del país, que ha entrado en una etapa de avanzado deterioro y evidentemente no se está corrigiendo el rumbo. Estamos entrando en una decadencia cada vez más profunda. Y creo que eso sí puede estar reflejado en mis notas.
Algunas personas están comentándole eso, que hay una especie de desesperación, que no se ve rumbo y que quizás nuestro movimiento va avanzando no con el ritmo o la rapidez con la que se quisiera. No. En ese aspecto no concuerdo. La gente quisiera que tomáramos una actitud más agresiva. Algunos de mis lectores han dicho que soy tibio, que deberíamos de sacar a la gente, a sesenta millones de gentes a exigir un cambio, que usemos la resistencia civil para reclamar la mala situación para hacer que salga el presidente. No estamos de acuerdo con ese camino aunque sí podemos entender perfectamente la desesperación, la exasperación de nuestros compatriotas, particularmente de aquellos que son los más radicales. Lo podemos entender perfectamente. (Pero) nosotros somos un movimiento pacífico y creemos que podemos ganar las elecciones de 2012 si nos organizamos adecuadamente y en ese sentido sí me siento sinceramente optimista. A mí me está tocando coordinar el estado de Puebla pero, además el resultado de los otros estados, en todos vamos muy bien. Los comités municipales (del Gobierno Legítimo) ya suman más de 1,800 y están desdoblados los comités territoriales en toda la República. La gente ha entendido que sólo el pueblo organizado puede salvar al pueblo, de que se trata de una construcción que requiere paciencia, que requiere disciplina, muchas cualidades políticas que son propias de un pueblo que ha cobrado ya conciencia de su situación y que quiera cambiarla.
En su columna del día de hoy usted hace un ejercicio de prospección, de mirar al futuro, donde pinta un escenario en el cual las fuerzas progresistas llegan y ganan la Presidencia por las buenas. Sin embargo, es probable que a la prospección le falte contemplar un escenario donde la oligarquía repite en el gobierno. ¿Qué opinión le merecería este escenario político indeseable? Si la oligarquía vuelve a imponerse tendremos quince años más de decadencia, de desintegración. Puede llegar a extremos terribles la descomposición de México. Pero ese escenario que toda la gente está manejando, particularmente los analistas cercanos al gobierno, debemos de desecharlo y sustituirlo por otro, por un triunfo de las fuerzas progresistas en 2012. Yo creo que se va a imponer un acuerdo entre todas las fuerzas políticas hacia el próximo año porque la situación no se está deteniendo y va a llegar el momento en que todos tengamos que entender que la única forma de mantener la paz en México es a través de un acuerdo político semejante al que se hizo en 1996, que dio origen a una reforma política importante y que permitió los primeros signos indudables de alternancia. En 97, fruto de esas reformas, se ganó el Distrito Federal y la oposición ganó la mayoría en la Cámara de Diputados. Creo que se tendrá que reeditar este acuerdo, este pacto, porque de no ser así la misma sucesión presidencial de 2012 va a provocar una agitación increíble que no podrá ser detenida por medios pacíficos, quizá se traducirá en un tobogán de violencia que debemos de desechar.
El desánimo, José Agustín, es justamente por eso, porque las reformas del 96-97 llevaron a la alternancia y (2006) se convirtió finalmente en un aferre de las élites políticas impedir que Andrés Manuel (López Obrador) llegara. Por eso hablo del desánimo. Usted, sin embargo, es optimista porque la propia pregunta del tema de hoy es “¿Podemos corregir el futuro?”. Y finalmente se plantea algunas condiciones: primero, que el movimiento social no se disocie de los partidos reformistas. ¿Qué significa eso? No nos dividamos. El movimiento está entrando en auge, pero necesita también de los partidos. Los partidos son rechazados por gran parte de la población, pero sería suicida que el movimiento rompiera con ellos. Debemos hacer un sólo frente, un único frente donde todas las fuerzas se unan en un polo opositor capaz de imponer, primero, un pacto para que haya elecciones verdaderamente democráticas, y después de ganar, empezar a gobernar con medidas importantes, medidas verdaderamente de cambio que sugiero ahí en la prospección, en una hoja y media; no es una prospección científica…
Claro, pero cuestiones como las alianzas están metiendo ruido en esa unidad de la izquierda. Exactamente, las alianzas han tenido un costo terrible para el movimiento, aunque sea indirecto, pero nosotros no hemos auspiciado esas alianzas, ni las vamos a apoyar.
Sin embargo, no nos vamos a disociar de los partidos progresistas, dice usted, que es la primera condición. Lo que nos puede vencer… uno de los factores que nos impidieron ganar en 2006 (fueron) las divisiones. Entre menos divisiones haya, entre más se unan poderosamente todos los que estén a favor del cambio, será más probable que ganemos. Pero finalmente, ¿quién va a resolver esto? La gente, el pueblo. Si quieren más de lo mismo, tendrán más de lo mismo. Si quieren el cambio y votan por el cambio, tendrán un cambio; un cambio sólido hacia una nueva política económica mucho más productiva y mucho más justa.
La segunda condición que usted plantea para cubrir ese escenario es que las élites acepten el cambio y que la oligarquía afloje. En 2006 demostraron todo lo contrario… Pero hay una enorme diferencia entre lo que pasaba en 2006 y lo que pasa ahora: el país ha venido a entrar en una decadencia, una recesión económica de la que no sale. Y hoy los indicios de ruptura, de violencia, se están multiplicando. Imagínese usted que esta misma línea se siguiera los próximos doce meses. Entonces, las élites, que han sido muy reaccionarias, la misma oligarquía, las élites que están alrededor de esa oligarquía tendrían que aflojar. ¡Esperemos que aflojen! Salvo que adopten una actitud totalmente civilizada. Finalmente, el escenario de 2010 que estamos empezando a vivir no es 2006. La situación se ha deteriorado profundamente. Si esto se prolongara un año más no hay duda que habrá una gran crisis política en México. La única forma, ¡la única! de prevenir un desastre es un acuerdo político, un pacto como el de 96.
¿Un mensaje optimista, don José? Yo creo que tenemos que ser optimistas. No sólo lo somos en base al crecimiento del movimiento, pero el movimiento y todas las fuerzas progresistas se tienen que unir y organizarse si aspiramos a ganar.
(Entrevista hecha por Erich Moncada y Jorge Taddei, el domingo 28 de febrero, a través de Radio Bemba 95.5 FM de Hermosillo, Sonora)