PALABRA DE UNIVERSITARIA DE LA IV REPÚBLICA


PALABRA DE UNIVERSITARIA DE LA IV REPÚBLICA

Sara Angélica Álvarez es una compañera del Campus Toluca, licenciada en Economía, luchadora social de muchos años, y que ayuda a los demás a través de diversas medicinas alternativas que ha ido experimentando y aprendiendo. Es también instructora de yoga…

Nos dijo ella directamente, cuando empezó a acudir a nuestras clases:

Me siento muy contenta de estudiar Homeopatía, pues voy a poder ayudar un poco más a los niños y mamás de los niños que van a ‘equinoterapia’ y a los cuales doy masaje, y también a los miembros de la comunidad donde vivo. Al tener más conocimiento, pues puedo servir mejor y realmente hace falta pues son personas de escasos recursos… Me agrada mucho saber que existe esta opción y que existen personas como ustedes. Me da esperanza, me inspira a seguir viviendo… He de hablar en donde brindo mis servicios de esta posibilidad en la que tengo la fortuna de formar parte… Lo que estoy conociendo aquí se complementa muy bien con mi trabajo, con este servicio a la vida que forma parte de mi estilo de vida, este compartirse, esta metodología, esta filosofía, este compromiso…

Y luego, en una carta que ella envió a un familiar o amigo, y que ella nos compartió, dice en uno de sus párrafos:

Ya me incorporé a la Medicina Homeopática. Los Maestros son maravillosos, y siento una gran identificación en el grupo, porque somos mayoritariamente gente de izquierda; formamos parte de la "Universidad de la Cuarta República", que se fundó a raíz del Movimiento con Andrés Manuel López Obrador. Y el objetivo es que nos formemos como "Sanadores Integrales"; son tres años y realmente necesito estos conocimientos para poder servir mejor, con más elementos, herramientas. Hablan del amor, del silencio, de justo cosas en las que ya vibro y me ha resultado verdaderamente alentador darme cuenta que no soy la única en concebir y practicar un proceso de sanación desde el alma, desde el espíritu. Ellos hablan de eso y haberlos encontrado me parece mágico, porque es la sincronía...

Para la Medicina Integral que enseñamos es muy importante el auto-conocimiento y el conocimiento integral de las personas a quienes buscamos ayudar, por lo que utilizamos una Tipología Psicológica que nos parece extraordinariamente completa y valiosa, llamada “El Eneagrama”… Sobre esta Tipología, particularmente sobre el “Tipo Dos” (personalidad “amorosa” y “ayudadora”; en nuestro Libro 0 hay dos capítulos sobre este tema, para quien quiera profundizar), nos habla Sara Angélica en el excelente trabajo suyo que ahora les compartimos:

UN ÁNGEL

Creo conocer a varias personas del Tipo Dos, personas que me han sorprendido en varias ocasiones, por su entrega desinteresada, por su servicio a los demás. Hoy hablaré de una de ellas, de quien no sé su nombre…

Hace unos cinco años ayudaba yo a cuidar, a atender, a acompañar en el Hospital del Seguro Social a Germán. Él había sido obrero en General Motors, hasta que se jubiló. Con los recursos obtenidos en su jubilación compró un taxi, que condujo, hasta que un fuerte dolor en la rodilla le impidió hacerlo. Sus tres hijos ya eran casados y Germán tenía algunos nietos, que cuidaba de vez en cuando, amoroso y permisivo. Un día Germán enfermó. Cuando me enteré, lo visité junto con mi hermana Alma Rosa. Lo encontramos en cama, ya que le habían extirpado un riñón, ¡que estaba sano!, pensando que era el motivo de sus dolencias. Después los médicos –según nos dijo su hermana en secreto- dijeron que el problema radicaba en el páncreas; era cáncer decían… Germán nos recibió sonriente, tenía ánimos de aliviarse, no podía ya caminar desde hacía varias semanas; pero confiaba en sanar… Salimos tristes, y de ahí vinieron internamientos, en Toluca, en México, la desesperanza ante lo inminente, parecía que no había nada que hacer… A petición de mi hermana, empecé a apoyar cuidando a Germán algunas horas en el hospital. Su estado general estaba bastante deteriorado. A veces abría los ojos y nos decía cosas, que la verdad nunca entendí. Allí me mantuve algunos días, algunas horas… Sus quejidos aumentaban, cada hora, cada día. En ese momento en el IMSS no manejaban eso que le llaman “Medicina del Dolor”, creo, en donde les administran fuertes drogas como opiáceos y Germán desfallecía, gritaba por los dolores. La verdad es que era bastante difícil verlo sufrir de esa manera; se notaba que aquello que padecía era muy intenso…

Al mirar las condiciones de Germán, recordé que en un Curso sobre la Muerte al que asistí años antes la Maestra nos comentó que para morir hay que hacerlo “limpio”. Que algunas personas se bañan y luego mueren, a otras las bañas y mueren. Es decir, cuando ya están en sus últimos momentos parece que el baño es importante; algo así como una necesidad de partir “limpio”…

Traté en varias ocasiones de dar un baño de toalla a Germán, junto con mi hermana; pero ni ella ni yo somos enfermeras y las del IMSS, pues de plano no lo atendían para casi nada; menos nos iban a ayudar a bañarlo… La verdad nos quedábamos cortas y, así, Germán no partía, aunque moría de dolor…

Todos en el piso sabían que él agonizaba, los quejidos llegaban a todos lados. Una mañana, quizás a las 12 del día, estábamos Susy, la única hija mujer de Germán y yo, acompañándolo, cuando de repente llegó una enfermera delgada, como de 45 años, pelo negro recogido, de blanco con suéter verde. Se paró a los pies de la cama, lo miró y nos dijo: “vamos a bañarlo”. De inmediato salieron, no se de dónde, bandejas, riñones de esos de acero inoxidable y agua caliente. Íbamos y veníamos del baño con más y más agua y, junto a aquella Mujer maravillosa, dimos a Germán un superbaño: la cabeza llena de shampoo, varias veces se le talló, el cuerpo enjabonado; sus partes íntimas lavándolas a conciencia, con mucho agua y jabón; se notaba que hacía meses él no tenía un baño así, verdadero; y ahí estuvimos hasta que Germán quedó limpiecito, tapadito, con ropa blanca, puro… Su rostro mostraba paz, parecía agradecido; su quejido fue más leve; como si sólo deseara guardar silencio; aunque los dolores seguían. Se quejaba, sí, pero también parecía descansar… Mi hermana cuando llegó, sonrió al ver a Germán así, más sereno, limpio, con ese rostro de paz… Le comentamos, admiradas y cansadas, de la Enfermera que había llegado a bañarlo… Alma Rosa entonces preguntó al personal quién era aquella Enfermera, para agradecerle, pero resultó que nadie sabía quién era, nadie sabía su nombre; no era trabajadora del Seguro Social; y alguien dijo que en otras ocasiones, cuando había algún enfermo grave, ella llegaba a bañarlo, que parecía que era una Maestra de la Escuela de Enfermería… Así, Germán pasó su última noche. Se me murió, a la mañana siguiente, temprano, exhalando su último aliento… Y no sé si es verdad o es mentira eso del baño antes de morir, para partir limpio. Sólo sé que esa enfermera fue un Ángel que permitió que Germán partiera y no sufriera más…

Hoy también sé que ese Ángel es una mujer del Tipo Dos… Y como me dijo Alma, ese día después de ver a Germán limpiecito: “Sarita, los Ángeles existen, están aquí entre nosotros”…

Sara Angélica Álvarez (23 de abril de 2010)

Sí. Los Ángeles existen. Están aquí entre nosotros. Se cuentan por miles y miles en nuestra Nueva República… Están también algunos de estos “Ángeles” en los Campus de nuestra Universidad… Por eso, a propósito del mensaje de “Angélica”, la Universidad de la IV República se siente feliz y orgullosa del esfuerzo de nuestr@s compañer@s estudiantes en el Campus Toluca… Sarita es una muestra de la capacidad y creatividad, y del espíritu entusiasta y comprometido de tod@s... Estamos seguros de que habrá muchas flores, frutos y multiplicadas semillas en ella y en sus compañer@s, para bien del México Nuevo y su IV República. Habrá, en ella y en sus compañer@s, muchos “Ángeles” al Servicio de tod@s los que tienen hambre y sed de Salud y de Justicia, especialmente de l@s más pobres

S.I. Álvaro, Ciudadano y Universitario de la IV República