Calderón: Stupid is as stupid does

Erich Moncada SDP Noticias
10 de Febrero, 2010 - 15:03



Con esta frase, Forrest Gump quería decir que una persona inteligente será juzgada como estúpida, no por su apariencia, sino por los actos estúpidos que comete. Ayer, el secretario de Defensa del Gobierno Federal, Guillermo Galván Galván, defendió la iniciativa de reforma política de su jefe, calificando como “detractores de México” a quienes hacemos “críticas destructivas” en contra de los abusos militares en la lucha contra el narcotráfico. Así, involucra al Ejército en una peligrosa lógica bélica donde el disentir es equiparable a la subversión y al enemigo.

El Ejecutivo espurio reafirmó hoy el discurso del general Galván, negándose a replegar a las Fuerzas Armadas en el combate al crimen organizado porque, si así sucediera, “se dejaría en total abandono a la ciudadanía… en las manos sangrientas de los criminales”.

Calderón llegó al extremo de sugerir que la vorágine de violencia en Ciudad Juárez no fue propiciada por la presencia de las fuerzas federales. Suponiendo sin conceder que su dicho sea cierto, pasa por alto una realidad incuestionable: la intervención del Ejército Mexicano no fue ni ha sido efectiva para reducir las ejecuciones en la ciudad fronteriza. En 2007 se presentaron 318 asesinatos; en 2008 (en el inicio del Operativo Conjunto Chihuahua) aumentaron a 2460 y en 2009 hubo 2640 homicidios (La Jornada, 3 de enero).

Pobre “presidente” y pobre pueblo de México. Si da marcha atrás en su fracasada estrategia de militarizar la seguridad pública del país, quedará exhibida su debilidad, pero si la mantiene será intransigente. La masacre en Juárez sólo lo obligó a replantear la militarización de la seguridad pública en esa ciudad, pero en el resto del país la estrategia se mantiene estable. Estamos en un callejón sin salida.

Cuando Calderón Hinojosa habla, no favorece un ambiente de tolerancia y diálogo. Acusa a sus críticos de querer “ver al país sumido en la violencia… ver al país dividido… ver a México claudicar y dar marcha atrás”. De nueva cuenta expresa ese razonamiento perverso, simplista y dicotómico. Los buenos están del lado del gobierno y los malos, la oposición, del lado de los criminales. El que desea ver al país sumido en la violencia es él, porque en los últimos tres años ha optado por la guerra para legitimar su origen fraudulento; el que mantiene al país dividido es él, porque a pesar de los reclamos de los ciudadanos, se ha negado a reconocer el error que ha sido sacar a los soldados a las calles. En vez de mostrar una actitud humilde refuerza su personalidad soberbia.

Por eso la presentación de la nueva estrategia para Juárez no me genera optimismo; nos van a recetar más de lo mismo.

El señor Calderón y el general Galván deberían tener en mente las palabras del historiador Howard Zinn: “El disentimiento es la forma más grande de patriotismo”.

¿Fracasó la transición a la democracia?



9 de febrero de 2010. En el Museo de la Ciudad de México, la periodista Carmen Aristegui, presentó su libro La Transición de la Democracia, estuvo acompañada del fotógrafo Ricardo Trabulsi, el Dr. Lorenzo Meyer, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, el Dr. José Woldemberg y como moderador Andrés Ramírez.

El evento rebasó las expectativas de Aristegui ya que no solamente hubo un lleno total, sino que incluso hubo intento de portazo, ya que mucha gente no pudo ingresar al patio del Museo de la Ciudad de México, y con fuertes golpes a la puerta exigían entrar al recinto.

Este evento dio pie a que el Dr. Lorenzo Meyer en su intervención dijera que paradójicamente, esto bien podía ser una alegoría de lo que sucede con los millones de mexicanos que han quedado fuera de la llamada transición a la democracia.


Meyer puso énfasis en las elecciones presidenciales de 1988 y 2006, ya que ambos temas son el plato fuerte de este libro, y comentó brevemente los divergentes puntos de vista vertidos por las personalidades entrevistadas por Aristegui. Por un lado, Manuel Bartlett y Miguel de la Madrid, coinciden en que no hubo fraude electoral, al tiempo que Jorge Carpizo señala que si bien Salinas ganó las elecciones, lo hizo por un estrechísimo margen de diferencia, lo que llevó a que esta brecha fuese ampliada artificiosamente mediante prácticas fraudulentas. Sin embargo, destaca en este punto el testimonio de Manuel Camacho Solís, en aquel tiempo uno de los hombres más cercanos a Carlos Salinas, y quien admite que hubo fraude electoral en 1988.

En el caso de las elecciones del 2006, son Vicente Fox y Luis Carlos Ugalde los más acendrados defensores del triunfo de Calderón, y por supuesto, son contrariados por Andrés Manuel López Obrador, quien sostiene que la oligarquía se robó las elecciones.


Por su parte, José Woldenberg expresó que no se debe centrar solamente la atención en las elecciones del año 2000, que es el momento tradicionalmente señalado como el punto culminante de la transición democrática, ya que en los procesos electorales de 1993 y 1997 también hubo avances significativos.

El maestro Granados Chapa, destacó “las ausencias presentes” de este libro, refiriéndose a que los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, se negaron a ser entrevistados por Carmen Aristegui, aunque en el caso de Fox, éste mandó una especie de autoentrevista por escrito a Aristegui, donde centra su atención en el desafuero de López Obrador, haciendo uso de un lenguaje bastante insultante hacia él.


Finalmente, la autora de éste “manual de aprendizaje de la política mexicana”, como calificó al libro Granados Chapa, hizo uso de la palabra, comenzando por pedir una disculpa a las personas que no pudieron ingresar a la presentación, y a la vez, agradeciendo a los presentes su asistencia, gesto que llamó “la expresión de una ciudadanía que desea participar activamente por un verdadero cambio para el país.”


Aristegui dio lectura a la introducción de su libro, el cual fue escrito empleando una serie de cuestionamientos como: ¿La transición fracasó?, ¿Tenemos un presidente en ciernes que promueve su candidatura desde la televisión?. No puedo dejar de apuntar que al tiempo que Aristegui daba lectura a estas interrogantes, los asistentes coreaban una respuesta, siempre tendiente a calificar como fracasada la llamada transición a la democracia.

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