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México, DF, 13 de abril de 2007.
Servicio informativo núm. 61
Sumario:
I. Calderón ha sido incapaz de detener la escalada de precios: Mario di Costanzo
II. Calderón, tampoco “presidente del empleo”
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CALDERÓN HA SIDO INCAPAZ DE DETENER LA ESCALADA DE PRECIOS: MARIO DI COSTANZO
Mientras que Calderón y su equipo económico han sido absolutamente ineficaces para contener la escalada de precios, el Banco de México persiste en la idea de reflejar una “economía virtual” y reportó para marzo una inflación de 0.22%, con lo que la inflación anualizada se ubicó en 4.1%, aproximadamente; sin embargo, los incrementos en los precios de los principales bienes de consumo básico han observado crecimientos muy superiores a los reportados por el Banco Central.
Lo anterior fue advertido por Mario Di Costanzo, secretario de la Hacienda Pública del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien aseguró que, según datos obtenidos por la secretaría a su cargo, los precios de 42 productos que componen la canasta básica tuvieron un crecimiento de 10.53 por ciento durante el periodo enero-diciembre de 2006, mientras que del 1 de diciembre del 2006 al 4 de abril del 2007, su crecimiento se ha incrementado en 32.57%.
El funcionario lopezobradorista señaló que “mientras que en enero de 2006, para adquirir estos productos básicos una persona que percibía un salario mínimo tenía que realizar un gasto de $740.44 pesos, para diciembre de 2006, el gasto necesario para adquirirlos se ubicó en $818.44 pesos y para el 4 de abril el costo de esta canasta básica ya era de $1,085.00”.
“Cabe destacar —agregó— que en enero de 2006 el salario mínimo mensual fue de $1,457.10, por lo que el costo de esta canasta básica representaba 56.1% de ese salario, es decir, un trabajador tenía que destinar 121.96 horas de trabajo (15 días de trabajo en jornadas de 8 horas) para adquirir esos 42 productos básicos. Sin embargo, para abril de 2007, su costo representa 71.5% del salario mínimo mensual de un trabajador, por lo que éste tiene que destinar 170.36 horas de trabajo (21.3 días de trabajo en jornadas de 8 horas) para adquirir estos 42 productos básicos, lo cual es prácticamente imposible”.
Datos más precisos proporcionados por Mario Di Costanzo indican que un obrero que percibe el salario mínimo requería en enero de 2006 de 9.55 horas de trabajo para adquirir un kilo de bistec, de 6.59 horas de trabajo para adquirir un kilo de carne molida, de 0.82 horas de trabajo para adquirir un kilo de tortilla o de 2.47 horas de trabajo para adquirir 2 kilos de azúcar. Y para abril de 2007, el mismo obrero que percibe un salario mínimo requiere de 11.40 horas de trabajo para adquirir un kilo de bistec, 9.5 horas de trabajo para adquirir un kilo de carne molida, 1.35 horas de trabajo para adquirir un kilo de tortillas.
El encargado de la hacienda pública del gobierno legítimo de México comparó estas cifras con las del sueldo de Felipe Calderón: “El presidente usurpador, con todo y su sueldo reducido en 10%, invierte sólo seis minutos de su jornada de trabajo para adquirir un kilo de bistec y sólo 1.7 horas de trabajo para adquirir los mismos 42 productos de la canasta básica”.
A partir de estos datos (sustentados en el cuadro que se anexa en el archivo que acompaña este mensaje), Mario Di Costanzo concluyó que “esta situación sugiere que el seguimiento de los precios que realiza el Banco de México para obtener los índices de la inflación y del crecimiento de los precios en la economía, ya no refleja la realidad del poder adquisitivo de las familias”.
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CALDERÓN, TAMPOCO “PRESIDENTE DEL EMPLEO”
Un panorama complementario de la información precedente proporcionada por el secretario de la Hacienda Pública del Gobierno Legítimo es la que José Luis Calva, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, publica hoy en su artículo “¿Presidencia del empleo?”, aparecido en el diario mexicano El Universal.
Calva reporta que “durante el primer trimestre de gobierno del presidente Felipe Calderón, la tasa nacional de desempleo abierto pasó de 3.58% a 4.02% (de noviembre de 2006 a febrero de 2007, de acuerdo con las cifras más recientes del INEGI); y en el medio urbano, la tasa de desempleo abierto pasó de 4.59% a 4.92%. En el mismo lapso, el número de trabajadores registrados en el IMSS disminuyó de 14 millones 232 mil 708 a 14 millones 224 mil 371, con la particularidad de que los empleos permanentes cayeron de 11 millones 547 mil 807 a 11 millones 480 mil 373. En el medio urbano (siempre de acuerdo con las más recientes cifras disponibles), el número de empleos permanentes registrados en el IMSS disminuyó de 11 millones 547 mil 807 al cierre de noviembre de2006, a 11 millones 527 mil 155 el 15 de marzo de 2007, aunque el número de eventuales se incrementó en 39 mil 402 trabajadores durante ese lapso, registrándose así una creación neta de 18 mil 750 empleos urbanos formales (inscritos en el IMSS) durante los primeros tres y medio meses de la actual administración”.
En consecuencia, el economista universitario considera que “no parece cobrar realidad la prometida ‘Presidencia del empleo’. Ciertamente, los resultados de un trimestre son insuficientes para calificar a un gobierno que apenas comienza. Pero otros indicadores permiten anticipar que no será éste el sexenio del empleo. De acuerdo con los Criterios Generales de Política Económica para 2007, que la SHCP presentó en diciembre pasado, se proyecta que el PIB mexicano crecerá a una tasa de 3.6% anual durante el sexenio 2007-2012. Pero la marcada desaceleración que hoy presenta la economía mexicana, sumada a la ausencia de políticas macroeconómicas contracíclicas (monetaria y fiscal), ponen en tela de duda el cumplimiento de este pronóstico. Peor todavía: aun cuando éste se cumpla, una tasa de crecimiento económico de 3.6% anual es insuficiente para generar los empleos que demandan las nuevas generaciones”.
El articulista de El Universal calcula que “para absorber a los nuevos demandantes de empleo, reteniéndolos en nuestro país, la economía debe crecer a una tasa cercana a 6% anual. Esta relación, generalmente aceptada, tiene por fundamento el dato empírico de que la población demandante de empleo crece a una tasa cercana a 4% anual —debido a las tasas de crecimiento demográfico observadas durante los años 70 y 80, sumadas al creciente porcentaje de participación de las mujeres en el mercado laboral—, de manera que un crecimiento económico de 4% sólo sería suficiente para absorber a los nuevos demandantes de empleo si la productividad del trabajo no aumentara. Con un crecimiento de la productividad laboral de 2% anual, sería necesario un crecimiento económico cercano a 6% anual para dar ocupación en nuestro país a las nuevas generaciones de trabajadores. Pero si la productividad del trabajo crece a una tasa superior a 2% anual, entonces se requeriría un crecimiento económico mayor de 6% anual”.
José Luis Calva agrega a los anteriores datos los siguientes: “Durante los pasados 24 años de experimentación neoliberal (1983-2006), el crecimiento económico apenas alcanzó 2.4% anual, de modo que resultó insuficiente para generar los empleos demandados por las nuevas generaciones. Así, en el sexenio 1983-1988 —de acuerdo con el Sistema de Cuentas Nacionales de México Base 1980—, en el conjunto de la economía mexicana sólo se generaron 509 mil de empleos remunerados, a causa del casi nulo crecimiento económico (el PIB sólo creció 0.2% anual). Pero durante ese lapso, cada año tocaron las puertas del mercado laboral poco menos de un millón de jóvenes demandantes de empleo, de manera que 5.3 millones de mexicanos disponibles no encontraron puestos de trabajo remunerados. Durante el periodo 1989-2004, según cifras del Sistema de Cuentas Nacionales de México Base 1993, sólo se generaron 8.1 millones de empleos remunerados, o sea 506 mil empleos por año; pero cada año arribaron a la edad de trabajar poco más de 1.1 millones de jóvenes, de manera que otros 9.6 millones de trabajadores no encontraron ocupaciones remuneradas en nuestro país”.
“Como resultado agregado, en el periodo 1983-2004 quedaron sin ocupación remunerada en México 14.9 millones de demandantes de empleo, que empujaron la formación de las oleadas de trabajadores que cada año emigraron del país, principalmente a Estados Unidos (a donde cambiaron su residencia alrededor de 6.5 millones de mexicanos durante el periodo 1983-2004). Desde luego, durante el bienio 2005-2006 el crecimiento económico tampoco resultó suficiente para absorber a los nuevos demandantes de empleo”.
Con estas bases estadísticas, Calva concluye: “La prospectiva indica, por tanto, que mientras continúe aplicándose en México la estrategia neoliberal, la economía nacional será incapaz de ofrecer a los mexicanos una opción de ocupación y vida digna, de modo que continuará la expatriación de connacionales y afianzándose en México la economía de la informalidad, generadora de empleos precarios, de escasa productividad y baja retribución. La solución debería ser obvia: poner punto final al modelo económico neoliberal. Pero el gobierno del presidente Felipe Calderón no parece dispuesto a modificar la estrategia económica, de manera que no será ésta la presidencia del empleo”.