Día Internacional de la Mujer 08-03-2010
Por la autonomía y la soberanía de nuestros cuerpos
Ayer 8 de marzo, supuestamente es día para celebrar a la mujer pero en México no hay qué celebrar, más bien hay que reflexionar sobre los múltiples agravios que padecemos como mujeres; a 200 años de la Independencia y 100 de la Revolución nuestro Estado en muchos aspectos parece retrógrada, que seguimos siendo mujeres del siglo XIX, aún cuando tenemos el derecho al voto la posición ideológica y ciertas creencias pretenden impedirnos el derecho a decir sobre nuestra persona, en pocas palabras diría Marcela Lagarde nos quieren mantener cautivas en el mundo patriarcal.
Las organizaciones de mujeres que hoy fueron a la Angela de la Victoria de la Independencia, como así la renombraron, coincidieron en que los derechos (laborales, políticos y salud) de las mujeres no se respetan, no criminalizar a la mujer por abortar, ni una muerta más por violencia, exigir que nos escuchen, que se respete el Estado laico; para realizar esto hay que transformar la realidad en la que estamos inmersas y reivindicar el 8 de marzo como día de lucha, de protesta y de combate, por que somos libres autónomas e independientes.
Las consignas no pudieron faltar ¡Aborto seguro lo digo sin cesar, aunque la iglesia me quiera excomulgar! ¡Aborto seguro lo digo sin cesar, aunque el gobierno me quiera encarcelar!
Llegaron marchando sobre Reforma las mujeres del SME y a nombre de ellas habló la compañera Cecilia Figueroa dijo, los mismos que agreden los derechos de las mujeres son los que agreden los derechos laborales; el enemigo es en común, el partido del PAN y la Iglesia, sí ya sabemos quienes son podremos llevar una misma lucha. También invitó a las compañeras a que se unan a la Huelga Nacional que se realizará el próximo 16 de marzo.
Se finalizó el evento con el Manifiesto que leyó Martha Tagle, libertad y autonomía a nuestros cuerpos, no a la desigualdad, no a la discriminación; no se puede permitir que en pleno siglo XXI, grupos fundamentalistas y eclesiales quieran coartar nuestro derecho a decidir; les reiteraron que México es un Estado laico y que lo defenderán junto con sus derechos. A los partidos en el poder también les exigieron la legalización del aborto y advirtieron que no cederán ni un centímetro de autonomía y soberanía de sus cuerpos.
Se pronunciaron por tener bien checaditos a los diputados y senadores que voten contra los derechos de la mujer, cada mes harán movilizaciones para dar a conocer las caras de los que hagan mal su chamba; agregó el aborto no es un gusto, es el último recurso.
Al terminar la concentración mujeres smeítas se dirigieron a Gobernación a solicitar al funcionario Gómez Mont una solución inmediata al conflicto ya que son cinco meses en los que se han violado los derechos fundamentales; a los pefepos se les tomó por sorpresa, no sabían si parar sus rejas o ponerse ellos en valla con sus escudos, se logró pasar hasta una de las entradas a la Secretaria. Ahí se hizo un mitin relámpago y la mayoría de los discursos fueron dirigidos a que Gómez Mont no haga oídos sordos a la problemática que surgió después de ese decretazo; también se les dirigieron unas palabras a los integrantes de la PF, que ellos son explotados al igual que cualquier trabajador, que sólo son usados como carne de cañón, los que están del otro lado de lucha podría ser un familiar de ellos, que algún día podrían estar ellos mismos del otro lado luchando y ser ellos los reprimidos; por eso las mujeres smeítas los invitaron a reflexionar por que también tiene una familia que los espera, ya al final las smeítas se despidieron de ellos con una sonrisa, otras se depidieron de mano, no faltó la que le alzó el brazo a uno de ellos a ritmo de ¡SME, SME, SME!, otras les pellizcaron la mejilla, por fin a esos hombres que vemos con rostros duros y que a veces ni se les ve por el disfraz de “robocop” se les arrancó una sonrisa de las cansadas faenas que les hace realizar el espurio por cuidarle a él y a sus achichincles sin importale que son personas comunes y corrientes.
Para cerrar este día en el auditorio del SME, se realizó un foro con la participación de esposas de mineros de Cananea y Taxco que platicaron de cómo pasaron de ser amas de casa a guerreras de cobre por defender a lado de sus esposos su Contrato Colectivo; mujeres maquiladoras y como se están estructurando para formar sindicatos para no ver pisoteados sus derechos laborales y a su vez ayudar a otras compañeras en la conformación de dicha organización; la Representante Principal del escalafón de tabuladoras Mónica Jiménez hizo una breve reseña de lo que han sido y se ha hecho en estos 5 meses de lucha sindical; también estudiantes una de la UNAM la cual mencionó que hay que luchar por una vida justa y por nuestros derechos, la otra compañera de la UAM describió el esfuerzo que hace su madre para que estudie ella y su hermano; Alejandra Rivera criticó que el 8 de marzo es un show mediático y que se ha tergiversado el día como sumisión y vocación de servicio y que la ley es letra muerta; una académica de chilena recordó la represión que sufrió su país cuando llegó Salvador Allende al poder y cuando se dio el golpe de estado toda manifestación fue reprimida, actualmente es lo que sucede en México, todo movimiento social quiere ser reprimido esto es por que al igual que en Chile tienen de su lado a los militares y a la religión; dos compañeros de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos también dirigieron y felicitaron a las mujeres en su día a lo largo del evento se hicieron proyecciones de videos referente a las luchas de la mujer.
Así fue como hoy se conmemoró el día Internacional de la Mujer en el D.F. con mujeres luchadoras, combativas y como diría el prólogo de un libro que por ahí revise “Si alguna vez viera el mundo un tiempo en que las mujeres se unen pura y simplemente por el bien y beneficio de la humanidad, será éste un poder como el mundo nunca ha conocido”.
Video del Foro del día de la mujer en el SME
Hora:
11:34 a.m.
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druida
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AMLO tiene razón
Erich Moncada | SDP Noticias
09 de Marzo, 2010 - 10:37
El discurso de Andrés Manuel López Obrador, a lo largo de su carrera política, se ha centrado en una crítica sistemática a la pobreza y la desigualdad de México. Sus detractores, entre ellos muchos académicos bienintencionados, argumentan que la tesis de AMLO no se sostiene porque aún en los países más ricos hay fenómenos extendidos de problemas sociales como la miseria y la criminalidad.
Sin embargo, el epidemiólogo inglés Richard Wilkinson, autor del libro The Spirit Level: Why More Equal Societies Almost Always Do Better, parece darle la razón al excandidato presidencial izquierdista. Wilkinson ha dedicado toda su vida a estudiar las patologías de las sociedades y llegó a la conclusión de que las más sanas no son las más ricas, sino las más igualitarias.
En entrevista para Yes! Magazine, el autor analizó la expectativa de vida, las enfermedades mentales, los embarazos en adolescentes, la violencia y el porcentaje de población penitenciaria, y encontró que estas empeoraban en las sociedades desiguales. En otras palabras, se puede predecir el índice de mortalidad de las naciones con base a su ingreso, pero las tasas de defunciones más bajas no se presentan en donde el ingreso es mayor, sino en donde hay menos disparidades.
“Estos problemas —dice Wilkinson- no son más altos en un diez o veinte por ciento, quizás son ocho veces más embarazos adolescentes per cápita, diez veces más el índice de homicidios, tres veces más el índice de enfermedades mentales… son las divisiones en el estatus las que crean los problemas”.
El investigador menciona los estudios de un siquiatra penitenciario que durante 25 años estudió a criminales peligrosos. Sus hallazgos revelaron que la mayoría de los factores que desencadenan la violencia están relacionados con una intensa competencia por el estatus y una mayor predisposición a los prejuicios sociales, es decir, a la falta de respeto, la humillación y la pérdida de identidad que experimentan las personas. Las sociedades más desiguales suelen estar a favor de aplicar castigos más severos contra los delincuentes, lo que podría tener relación con un miedo entre clases, la falta de confianza y una vida comunitaria debilitada.
Wilkinson se abocó a descubrir los efectos psicosociales, no los materiales, de la desigualdad, así como el impacto la ansiedad sobre los sentimientos de superioridad e inferioridad: “no es una vivienda de mala calidad lo que te provoca enfermedades cardiacas, es el estrés, la falta de esperanza, la ansiedad, la depresión… como somos seres sociales, el ambiente y las relaciones sociales son los factores de estrés más importantes”.
El estudioso afirma que la desigualdad afecta nuestra habilidad de confiar en los demás y nuestra sensación de pertenencia a una comunidad. Menciona que en los países más igualitarios, dos tercios de la población siente confianza en las personas, mientras que en los que no son igualitarios, está confianza cae hasta el 25 o 15 por ciento de la población total. “La inequidad es un reflejo sobre qué tan fuertes son las jerarquías, qué tanto compartimos y cuánto no”
El epidemiólogo concluye sugiriendo que la distribución del ingreso afecta definitivamente el bienestar psicosocial de toda la sociedad y que no todo puede resolverse mediante los impuestos o el otorgarmiento de beneficios, sino de estimular la democracia económica y laboral. Es decir, como en los centros de trabajo se presenta la mayor sujeción a la jerarquía y a la autoridad, Wilkinson piensa que cuando los empleados comparten la propiedad de su empresa, esta se convierte en una comunidad, los jefes no reciben un salario exageradamente alto comparado con el de los trabajadores y se estimula la productividad de la compañía. “Si combinamos una mayor equidad y una rendición de cuentas democrática en nuestras instituciones podemos lograr mucho más que modificando la distribución del ingreso o de la riqueza”.
AMLO tenía y sigue teniendo razón, cuando pronunció en su discurso en el Zócalo del 31 de diciembre de 2005, al tomar posesión como candidato a la Presidencia de la República, que “no vamos a lograr que haya tranquilidad, que haya seguridad pública, que haya progreso en México en un mar, en un océano de desigualdad”.
Por eso en 2012 voy a votar para que Andrés Manuel se convierta de nueva cuenta en Presidente de la República.
09 de Marzo, 2010 - 10:37
El discurso de Andrés Manuel López Obrador, a lo largo de su carrera política, se ha centrado en una crítica sistemática a la pobreza y la desigualdad de México. Sus detractores, entre ellos muchos académicos bienintencionados, argumentan que la tesis de AMLO no se sostiene porque aún en los países más ricos hay fenómenos extendidos de problemas sociales como la miseria y la criminalidad.
Sin embargo, el epidemiólogo inglés Richard Wilkinson, autor del libro The Spirit Level: Why More Equal Societies Almost Always Do Better, parece darle la razón al excandidato presidencial izquierdista. Wilkinson ha dedicado toda su vida a estudiar las patologías de las sociedades y llegó a la conclusión de que las más sanas no son las más ricas, sino las más igualitarias.
En entrevista para Yes! Magazine, el autor analizó la expectativa de vida, las enfermedades mentales, los embarazos en adolescentes, la violencia y el porcentaje de población penitenciaria, y encontró que estas empeoraban en las sociedades desiguales. En otras palabras, se puede predecir el índice de mortalidad de las naciones con base a su ingreso, pero las tasas de defunciones más bajas no se presentan en donde el ingreso es mayor, sino en donde hay menos disparidades.
“Estos problemas —dice Wilkinson- no son más altos en un diez o veinte por ciento, quizás son ocho veces más embarazos adolescentes per cápita, diez veces más el índice de homicidios, tres veces más el índice de enfermedades mentales… son las divisiones en el estatus las que crean los problemas”.
El investigador menciona los estudios de un siquiatra penitenciario que durante 25 años estudió a criminales peligrosos. Sus hallazgos revelaron que la mayoría de los factores que desencadenan la violencia están relacionados con una intensa competencia por el estatus y una mayor predisposición a los prejuicios sociales, es decir, a la falta de respeto, la humillación y la pérdida de identidad que experimentan las personas. Las sociedades más desiguales suelen estar a favor de aplicar castigos más severos contra los delincuentes, lo que podría tener relación con un miedo entre clases, la falta de confianza y una vida comunitaria debilitada.
Wilkinson se abocó a descubrir los efectos psicosociales, no los materiales, de la desigualdad, así como el impacto la ansiedad sobre los sentimientos de superioridad e inferioridad: “no es una vivienda de mala calidad lo que te provoca enfermedades cardiacas, es el estrés, la falta de esperanza, la ansiedad, la depresión… como somos seres sociales, el ambiente y las relaciones sociales son los factores de estrés más importantes”.
El estudioso afirma que la desigualdad afecta nuestra habilidad de confiar en los demás y nuestra sensación de pertenencia a una comunidad. Menciona que en los países más igualitarios, dos tercios de la población siente confianza en las personas, mientras que en los que no son igualitarios, está confianza cae hasta el 25 o 15 por ciento de la población total. “La inequidad es un reflejo sobre qué tan fuertes son las jerarquías, qué tanto compartimos y cuánto no”
El epidemiólogo concluye sugiriendo que la distribución del ingreso afecta definitivamente el bienestar psicosocial de toda la sociedad y que no todo puede resolverse mediante los impuestos o el otorgarmiento de beneficios, sino de estimular la democracia económica y laboral. Es decir, como en los centros de trabajo se presenta la mayor sujeción a la jerarquía y a la autoridad, Wilkinson piensa que cuando los empleados comparten la propiedad de su empresa, esta se convierte en una comunidad, los jefes no reciben un salario exageradamente alto comparado con el de los trabajadores y se estimula la productividad de la compañía. “Si combinamos una mayor equidad y una rendición de cuentas democrática en nuestras instituciones podemos lograr mucho más que modificando la distribución del ingreso o de la riqueza”.
AMLO tenía y sigue teniendo razón, cuando pronunció en su discurso en el Zócalo del 31 de diciembre de 2005, al tomar posesión como candidato a la Presidencia de la República, que “no vamos a lograr que haya tranquilidad, que haya seguridad pública, que haya progreso en México en un mar, en un océano de desigualdad”.
Por eso en 2012 voy a votar para que Andrés Manuel se convierta de nueva cuenta en Presidente de la República.
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11:00 a.m.
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