V. La Secretaría de Relaciones Interiores
"Seguiremos respetando a nuestros adversarios políticos, seguiremos escuchándolos muy atentamente y seguiremos dialogando y haciendo los ajustes que sean necesarios a los objetivos y métodos de este Gobierno que es realmente del pueblo y que ha de representar realmente a todos los mexicanos" –repetía Radio Educación en su cobertura especial en torno a los atentados…
¡Y vaya que había sido así! –pensó Irene, la Secretaria de Relaciones Interiores, mientras manejaba hacia su casa, recordando que la oposición verdadera, la de las ideas, la que buscaba el bien de México, la de los altos valores y principios de libertad y de justicia, tuvo toda la voz posible en todos los foros, en todas las mesas y por supuesto en todos los medios y fue realmente escuchada y fue poco a poco sumada –personas, ideas, propuestas- a las profundas transformaciones de México en el Nuevo Gobierno… Y así seguía sucediendo. No había presos políticos. No había policía represora. Se respetaba enteramente la libertad de expresión y de manifestación, y se proporcionaban de inmediato los espacios para canalizar y atender cualquier demanda, cualquier inconformidad, cualquier crítica… La "oposición" sin ideas y sólo por intereses personales o por defensa de privilegios se fue desmoronando y empequeñeciendo, pues al concedérsele voz y espacios públicos iba perdiendo el respaldo de la gente. La "oposición" a ultranza fue desapareciendo de las expresiones y debates públicos pues se evidenciaba su ignorancia o su mala fe o su intolerancia. El juicio de la gente hacia esta clase de "oposición" era muy severo y les había ido orillando a la clandestinidad y a los golpes bajos y ocultos –como el que acababa de suceder- para intentar su sobrevivencia…
Andrés Manuel le había dado a ella la responsabilidad de encabezar una Secretaría inédita en la historia de los gobiernos en México, pero cuya creación era de esperarse cuando tantas veces había hablado el ahora Presidente de "trabajar primero en nuestras relaciones internas antes de pensar en las relaciones exteriores"… La tremenda polarización ideológica y política que se había ido acentuando en los gobiernos anteriores hacía necesario un esfuerzo muy especial, ideológico y político, para la construcción de los acuerdos que hacían falta en el país. Y la absoluta decisión del Nuevo Gobierno en este sentido se mostraba clara, más allá de demagogias, apariencias y golpes mediáticos, en el hecho de haber sido invitada ella, una connotada líder de la oposición, para esta tarea…
La forma en que lo hizo el Nuevo Presidente había también roto todas las formas y todos los esquemas. En un acto público, en presencia de medios nacionales e internacionales y de todos y cada uno de los líderes de los partidos, anunció la creación de la Secretaría de Relaciones Interiores y la invitó formalmente a ella, en forma sorpresiva e inesperada, a dirigirla: "Compañera Frida Irene Fernández Salomón, doctora en Ciencias Políticas y Secretaria del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional, como Primer Servidor de todos los mexicanos le pido, le ruego, le suplico, que acepte usted encabezar, junto conmigo, los esfuerzos de esta Secretaría por el bien y la unidad del pueblo de México"…
Un vibrante aplauso empezó a crecer en torno a ella que no sabía qué pensar o qué decir o cómo actuar… Las cámaras y cientos de miradas escudriñaban sus reacciones y esperaban una respuesta… Pero el Presidente de México le dio el respiro que necesitaba: "No se preocupe, Irene. Sabemos que tendrá que pensarlo y platicarlo con los miembros de su partido. Deseamos y esperamos que usted acepte nuestra propuesta. Pero respetaremos y apoyaremos su decisión si decide lo contrario"…
Su primer trabajo de "relaciones interiores", aun cuando no había aceptado el cargo todavía, ocurrió ese mismo día con su propia gente… "¡No puedes aceptarlo Irene–le había dicho Darío, amigo personal suyo y presidente del CEN de su partido-. Es un truco. Es una maldita trampa!"…
Habló larga y pacientemente con él y con los otros miembros del Comité. Comieron. Discutieron. Sopesaron todo cuidadosamente. Y, al final del día, había decidido ella, con la aprobación unánime de todos sus compañeros, aceptar la invitación del Presidente…
El tiempo le había ido dando la razón a su partido, a ella, al Presidente… El México dividido y enfrentado de las épocas recientes empezaba a ser claramente un asunto del pasado. Los grandes acuerdos habían llegado y el "milagro mexicano" era uno de los grandes resultados… Acción Nacional estaba recuperando el liderazgo moral y político que habían dilapidado unos cuantos siniestros personajes a quienes juzgaba ya la historia y su propio partido…
(Esta Historia Verdadera continuará…)
Álvaro de Nanahuatzin, ciudadano de la IV República
(En el "Informativo Triple V" -http://informativotriplev.blogspot.com- se pondrá primero, cada domingo, el último capítulo publicado de "La IV República" y en seguida la Historia "completa", con todos los capítulos que se lleven hasta ese momento)…
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