Orale todos a APPoyar


TE INVITAMOS A QUE COLABORES CON LA JORNADA NACIONAL POR LA LIBERTAD A LOS PRESOS POLITICOS
PARA LO CUAL SE ESTA ORGANIZANDO UNA RIFA DE UN HUIPIL TEHUANO.
LA RIFA SE LLEVARA A CABO EL DIA 16 DE FEBRERO, EL NUMERO GANADOR SERA EL QUE COINCIDA CON LAS 3 ULTIMAS CIFRAS DE LA LOTERIA NACIONAL DE ESE DIA.

EL DONATIVO ES DE $20.00
COMITE DE FAMILIARES DE LOS PRESOS POLITICOS DEL DF EN OAXACA.

PARA LA COMPRA DE LOS BOLETOS TE PUEDES COMUNICAR AL
TELEFONO 57 22 99 30 EXT 120 - 044 55 1817 0114 Y A ESTOS CORREOS:
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INFORMACION SOBRE EL HUIPIL
El huipil es la prenda femenina más tradicional de Mesoamérica. Predomina en lo que actualmente son los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Querétaro, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco, Campeche, Yucatán, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, San Luis Potosí, Estado de México, Morelos, Veracruz y algunas zonas de Jalisco.

Es una prenda compuesta por varios lienzos que se unen entre sí con ribetes, telas de otro color o bordados hechos a mano. Lleva una abertura para introducir la cabeza y cuando va cerrado a los lados, se le deja una para los brazos. El escote puede ser redondo, ovalado, cuadrado o simplemente una abertura vertical. En muchas comunidades se sigue elaborando en telar de cintura, aunque algunas veces se utiliza manta de origen industrial.

El material más empleado es el algodón, pero también hay huipiles de lana y seda. Cada grupo indígena confecciona y decora su huipil de manera característica. Algunos se distinguen por el tejido, otros por los colores empleados o por el adorno que llevan. Los huipiles de las mujeres de Yalalag, Oaxaca, llevan trenzas largas hechas de cintas de colores vivos en la espalda y el pecho. Los de las chinantecas están completamente cubiertos por motivos geométricos de distintos colores, en las orillas llevan una franja horizontal de listones y un remate de encaje. En los huipiles ceremoniales de las tzotziles de los Altos de Chiapas ha pervivido el arte plumario, entretejiendo plumas blancas a la altura del pecho y en el borde inferior.

Algunas veces el huipil cae sobre el enredo o debajo de él; otras veces se enrolla el borde inferior sobre el vientre. Algunas mujeres usan dos huipiles al mismo tiempo para fiestas especiales, también se acostumbra usar uno a modo de blusa y otro para la cabeza. Las tehuanas usan huipil corto de terciopelo con bordados hechos a máquina y en la cabeza llevan lo que se llama “resplandor”, especie de blusa blanca, que en el borde inferior lleva un holán plisado y se remata con encaje almidonado, el cual, rodea la cara de la mujer y deja las mangas y el “cuello” de la blusa colgando sobre su espalda.

Los bordados de los huipiles significan mucho más de lo que la elaborada decoración deja ver a simple vista: son historias, el pasado y la identidad cultural de cada grupo; quienes los usan, se identifican y los saben suyos. Los huipiles ceremoniales de Santa María Magdalenas, Chiapas, además de llevar dioses y seres legendarios bordados, llevan un diseño especial en el que, a modo de firma, se reconoce el nombre de la tejedora. Los amuzgos conocen el significado de cada bordado y saben que en ellos están mensajes que demuestran su riqueza artística y cultural.

Bush y la marcha de la estupidez

Robert Fisk

Así que George W. Bush, comandante en jefe de las fuerzas estadunidenses, va a enviar otros 20 mil de sus soldados a la tumba de Irak. La marcha de la estupidez continúa. Habrá calendarios, fechas finales, metas tanto para Estados Unidos como para sus sátrapas iraquíes. Pero todavía se puede ganar la guerra al terror. Prevaleceremos. Victoria o muerte. Y será muerte.

El anuncio del presidente Bush hizo sonar todas las campanas esta mañana. Mil millones de dólares en ayuda adicional para Irak, un registro cotidiano del éxito futuro de Irak mientras los poderes chiítas iraquíes ­a los que hay que referirse todavía como el "gobierno democráticamente electo"­ marchan hombro con hombro con los mejores hombres y mujeres de Estados Unidos para restaurar el orden y llenar de temor los corazones de Al Qaeda. Llevará tiempo ­cómo no, años, por lo menos tres según palabras dichas esta semana por el comandante de mayor jerarquía en el campo, el general Raymond Odierno­, pero la misión se cumplirá

Misión cumplida. ¿Acaso no fue ese el lema hace casi cuatro años en ese solitario portaviones anclado frente a las costas de California, cuya cubierta recorrió Bush con uniforme de piloto militar? Y apenas unos meses después, el presidente lanzó un mensaje para Osama Bin Laden y los insurgentes de Irak. "¡Entrenle!" Y le entraron.

Pocos pusieron atención cuando, a finales del año pasado, los líderes islámicos de esa feroz rebelión árabe proclamaron a Bush criminal de guerra, pero le pidieron no retirar a sus soldados. "Todavía no matamos los suficientes", anunciaron en su declaración videograbada.

Bueno, ahora tendrán su oportunidad. Qué irónico que fuera Saddam, dignificado entre la turba que lo linchó, quien se atreviera a decir en el cadalso la verdad que Bush y Tony Blair ni siquiera musitarían: que Irak se ha vuelto un "infierno".

Es de rigor, en estos días, evocar a Vietnam, las victorias falsas, los recuentos de cadáveres, la tortura y las matanzas... pero la historia está tapizada de hombres poderosos que creyeron poder abrirse paso a sangre y fuego hacia la victoria contra toda probabilidad. Viene a la mente Napoleón, no el emperador que se retiró de Moscú, sino el hombre que creyó poder liquidar a los guerrilleros de la España ocupada por Francia. Los torturó, los ejecutó, impuso un gobierno local de lo que hoy llamaríamos Quislings o al-Malikis. Acusó con razón a sus enemigos ­Moore y Wellington­ de apoyar a los insurgentes. Y cuando se encaró con la derrota, tomó la decisión personal de "relanzar la maquinaria" y avanzar para recapturar Madrid, como hoy intenta Bush recapturar Bagdad. Por supuesto, terminó en desastre dos años después. Y George W. Bush no es Napoleón Bonaparte.

No, para profecías yo me volvería hacia otro político menos brillante y mucho más moderno, un estadunidense que entendió, poco antes del lanzamiento de la invasión ilegal de Irak por Bush, en 2003, lo que le ocurriría a la arrogancia del poder. Por su relevancia en este día, las palabras del ex republicano Pat Buchanan merecen grabarse en mármol: "...pronto lanzaremos una guerra imperial en Irak, con toda la fanfarronería con que franceses y británicos emprendieron la marcha hacia Berlín en agosto de 1914. Pero esta invasión no será el día de campo que los neoconservadores predicen... tan cierto es que habrá ataques terroristas en el Irak liberado como los hay en el Afganistán liberado. Porque un Islam militante que mantiene cautivos a decenas de millones de verdaderos creyentes jamás aceptará que George W. Bush dicte el destino del mundo islámico... si en algo sobresalen los pueblos islámicos es en expulsar a las potencias imperiales mediante el terrorismo y la guerra de guerrillas. Sacaron a los británicos de Palestina y Adén, a los franceses de Argelia, a los rusos de Afganistán, a los estadunidenses de Somalia y Beirut, a los israelíes de Líbano... Hemos emprendido el camino hacia el imperio y detrás de la próxima colina nos encontraremos con los que fueron antes que nosotros".

Pero George W. Bush no se atreve a ver esos ejércitos del pasado, cuyos fantasmas son tan palpables como los de los 3 mil estadunidenses ­olvidémonos de los cientos de miles de iraquíes­ que han hallado la muerte ya en esta guerra infame, y las almas de los muertos futuros que aún alientan entre los 20 mil hombres y mujeres que hoy envía a Irak. En Bagdad avanzarán hacia "bastiones insurgentes" tanto sunitas como chiítas: ya no sólo la variedad antisunita a la que apostaron en vano en otoño, porque esta vez, y de nuevo cito al general Odierno, es crucial que el plan de seguridad sea "parejo". Esta vez, dijo, "debemos tener un enfoque creíble, de ir contra extremistas sunitas y chiítas".

Pero si algo no tiene Bush es un "enfoque creíble". Los días de la opresión pareja desaparecieron hace más de tres años, a raíz de la invasión. La "democracia" debió instaurarse al principio, no retrasarla hasta que los chiítas amenazaron con sumarse a la insurgencia si Paul Bremen, el segundo procónsul estadunidense, no organizaba elecciones, de la misma manera en que los militares estadunidenses debieron haber prevenido la anarquía de abril de 2003. La matanza de 14 civiles sunitas por paracaidistas estadunidenses en Fallujah, esa primavera ­extraño paralelismo con el asesinato definitorio de 14 civiles católicos en Derry por paracaidistas británicos en 1972­ puso el sello a la insurgencia.

En efecto, Siria e Irán podrían ayudar a George W. Bush. Pero Teherán era parte de su "eje del mal", y Damasco un mero satélite. Iban a ser la presa futura si el proyecto en Irak hubiera tenido éxito. Luego sobrevinieron la vergüenza de nuestra tortura y nuestras matanzas, la limpieza étnica en masa y el baño de sangre en la tierra que proclamamos haber liberado.

Así pues, más soldados estadunidenses deben morir, en sacrificio a aquellos que ya murieron. No podemos traicionar a los caídos. Es mentira, claro. Todo hombre desesperado sigue jugando, de preferencia con la vida de otros.

Pero los Bush y los Blair sólo han experimentado la guerra por televisión y Hollywood; ésa es su ilusión y su escudo. De hecho, algún día los historiadores preguntarán si Occidente no se precipitó a la catástrofe en Medio Oriente con tal entusiasmo porque ningún miembro de ningún gobierno occidental ­excepto Colin Powell, a quien han sacado lastimosamente de escena­ combatió jamás en guerra alguna. Los Winston Churchill se han ido; hoy sólo sirven de guardarropa a un primer ministro británico que mintió a su pueblo y a un presidente estadunidense que, al tener la oportunidad de luchar por su patria, sintió que su misión durante la guerra de Vietnam era defender los pacíficos cielos de Texas. Pero todavía habla de victoria, tan ignorante del pasado como del futuro.

Pat Buchanan terminó su profecía con palabras inmortales: "La única lección que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia".

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

Desafíos

Orlando Delgado Selley

El 2007 ha empezado con complicaciones. El precio del petróleo se ha venido reduciendo, lo cual podría impactar las finanzas públicas, al tiempo que el aumento al precio de la tortilla está afectando a un grupo considerable de la población. La respuesta gubernamental a un comportamiento inesperado de estos mercados ha sido la esperada: ha utilizado la reducción del precio del crudo para insistir en la necesidad de aprobar su propuesta de reforma fiscal, mientras que por el lado de la tortilla ha planteado la posibilidad de abrir la frontera para importar maíz, pero en unos meses, aceptando que lo que pierdan los asalariados es cosa del mercado, no del Estado. Una nueva versión del "¿yo por qué?"

Con precios del crudo menos elevados se evidenciará la fragilidad de las finanzas públicas. El discurso foxista, mantenido por Calderón, estableció que su administración cumplió con la responsabilidad de que el déficit fiscal se redujese hasta llegar a una situación de equilibrio presupuestal. Esto se festinó como uno de los mayores logros de ese gobierno. Lo cierto, sin embargo, es que la captación tributaria se contrajo como proporción del PIB abriendo la posibilidad de que se generasen dificultades importantes. Sin embargo, los ingresos petroleros extraordinarios permitieron compensar la caída en los ingresos tributarios.

En 2000 todos los impuestos significaban 10.6 por ciento del PIB, lo que ya era una proporción baja en relación con la prevaleciente en los países de la OCDE, que para 2005 cayeron a 9.7 puntos del producto y se espera que en 2006 hayan sido de 9.5. En realidad los ingresos petroleros no sólo compensaron esta caída, sino que su importancia en las finanzas públicas se incrementó sustancialmente al pasar de 7.2 puntos del PIB en 2000 a 8.7 en 2005 y cerrar 2006 con casi nueve puntos del PIB. De modo que la responsabilidad fiscal no fue sino resultado del comportamiento de un mercado con determinantes alejados de nuestro propio desempeño.

Además resulta que ese incremento de ingresos en divisas se destinó a financiar el gasto corriente de un gobierno que aumentó el sueldo de los altos funcionarios a niveles superiores a los existentes no solamente en los gobiernos con economías similares a la nuestra, sino con los de países del primer mundo. En cambio, los trabajadores de México siguen recibiendo salarios absolutamente insuficientes y que se comparan desfavorablemente con los que prevalecen en todos los países del G-7 y también con los de Brasil. Corea, Singapur y España.

Para los asalariados el incremento en el precio de un bien de consumo básico, como la tortilla, les provoca reducciones en el gasto destinado a los otros productos, de modo que hay una reducción inmediata en su nivel de vida. Si a esto se agrega el aumento del precio de la leche Liconsa, ocurrida en noviembre pasado, tenemos que el sexenio ha comenzado con pérdidas que castigan los niveles de consumo familiar.

Al gobierno le interesa el impacto de este incremento en el índice de precios al consumidor y al banco central le preocupa la eficacia de la política monetaria. No parece razonable que el Banco de México se planteara apretar la política monetaria para alinear el precio de la tortilla, salvo que este incremento provocase otros aumentos y se convirtiese en una corrida especulativa. Pero el gobierno tiene una responsabilidad fundamental: cuidar el nivel de vida de su población y el incremento en la tortilla lo afecta. De modo que tendría que actuar para corregir un mercado que está funcionando inadecuadamente.

Justamente para eso existen las políticas públicas: para corregir las fallas de mercado. No importa que éstas sean temporales. Las autoridades tendrían que reconocer su responsabilidad y actuar en consecuencia. No es posible que se reconozca que existe un problema y se implementen medidas diseñadas para condiciones normales, que corrigen la falta de maíz con dos o tres meses de rezago. Lo urgente es evitar que se siga afectando el consumo de los asalariados. Y eso es responsabilidad del gobierno.

Así las cosas, el nuevo gobierno está sometido a una prueba que no puede resolver con apariciones en la televisión ni vistiendo uniforme militar. Se requieren acciones que reduzcan la petrolización de las finanzas públicas, mejorando la captación tributaria con una reforma fiscal progresiva, al tiempo que se detiene el aumento en el precio de la tortilla. Se trata, pues, de gobernar. Ni más, ni menos.

Hugo Chávez: qué socialismo

Adolfo Sánchez Rebolledo

Poco antes de viajar a Managua a la toma de posesión de Daniel Ortega, el presidente Hugo Chávez juró ante la Asamblea Nacional de Venezuela para un tercer mandato en la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela. Y lo hizo con su estilo propio, ése que le prodiga adhesiones fáciles, pero también le enajena amigos, consideración y apoyo fuera de su círculo, descontando, por supuesto, los inadmisibles insultos con que acompaña ciertos ataques ad hominen. Como sea, ratificó su decisión de profundizar la revolución bolivariana hacia "el socialismo del siglo XXI", propuesta que ya alimenta la discusión intensa entre sectores importantes de la izquierda venezolana y continental y los teóricos del neopopulismo, cuyas generalizaciones se han convertido en la fuente de explicación de todos los fenómenos "atípicos" que contradicen el orden fundado en el binomio mercado/democracia. En su oración expresó: "Juro por Cristo, el más grande socialista de la historia, juro por todos ellos, por los dolores, por todos los amores, por todas las esperanzas que haré cumplir con los mandatos de esta Constitución, con los mandatos supremos de los venezolanos aún a costa de mi propia vida. Patria, socialismo o muerte".

Para dar forma a la nueva estrategia, Chávez ha planteado cuestiones que, en efecto, modifican las reglas del juego hasta ahora prevalecientes. En primer término, se ha propuesto construir un partido unificado con todas las fuerzas que apoyan al chavismo, asunto que ha comenzado a sacar ronchas en algunos que temen no a la unidad, sino al monolitismo del partido único. Y junto a ello, ha procedido a la remodelación del gobierno, del que ya han salido algunas figuras notables como el prestigiado ex vicepresidente José Vicente Rangel, con la idea de formar un grupo más homogéneo y radical ante las tareas inmediatas que se le presentan en este etapa al gobierno. Y la tercera, pero no la menos importante, es la decisión de retomar el camino de las nacionalizaciones en campos estratégicos, en particular el petróleo, la electricidad y otras industrias que fueron privatizadas como parte de una política general en prácticamente todo el continente. "Todo aquello que fue privatizado, nacionalícese. Recuperemos la propiedad social sobre los medios estratégicos de producción", afirmó categórico. Asimismo, se ha expresado por devolver al Estado el control de Banco Central, así como otros proyectos que no hace mucho pasaron a manos privadas. Aunque Chávez goza del apoyo absoluto de la Asamblea Nacional, ha pedido a ésta se le concedan poderes extraordinarios­ "la madre de las leyes habilitantes"­ para avanzar sin demora ni obstáculos, solicitud que de inmediato ha suscitado temores entre quienes temen se refuerce, aún más, el poder del propio presidente en detrimento de las instituciones democráticas, lo cual sus partidarios descartan en virtud del propio avance del llamado socialismo que dicen asegura mayor control y participación popular. Naturalmente, el asunto prende focos rojos en Washington, Madrid o México. Sin embargo, desde el punto de vista del interés nacional de ése y otros países, la nacionalización es un derecho soberano que ejerce en el marco de las normas aceptadas por el derecho internacional. En ese punto, aunque externe preocupación por sus empresas, Estados Unidos sabe que no podría oponerse con buenas razones a una decisión legal, por mucho que en los años recientes tales medidas se hayan estigmatizado. Pero ése sería el comienzo de un largo proceso cuyo final es difícil de prever.

Un caso particularmente espinoso por sus implicaciones ha sido la decisión de cancelar la concesión a Radio Caracas Televisión, acusada por el gobierno de apoyar el "golpismo", pues la medida se ha interpretado como un ataque a la libertad de expresión, cosa que el gobierno, por supuesto, rechaza. Pero antes de rasgarse las vestiduras, convendría saber qué atribuciones concede al gobierno la ley en esa materia, la historia concreta del caso, pues tampoco hay razón de principio para suponer que las concesiones de los grandes medios deban ser eternas e intocables en un estado de derecho. Sin embargo, la reacción del presidente Chávez (ante la inoportuna declaración pública de José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, resultó un desacierto mayor, tanto más inadmisible por el tono grosero y bravucón de sus palabras.

En la misma comparecencia, ahora en respuesta a los cuestionamiento de la Iglesia católica acerca del socialismo del siglo XXI, Chávez pidió a los obispos que estudiaran. "El primer libro es la Biblia", añadió. No piense el lector que dicha invocación es una referencia circunstancial u oportunista, pues en otros momentos ha expresado su convicción de que el primer socialista de nuestra era fue Cristo. Como él mismo ha dicho, tanto el cristianismo como la influencia proveniente de las prácticas comunales de los pueblos indígenas y los valores igualitarios de Bolívar y otros libertadores constituyen, en principio, la piedra basal del nuevo socialismo. Ya en entrevista con Manuel Cabieses, director de Punto Final, citada por Horacio Benítez (aporrea.org), el socialismo del siglo XXI intentaría ser una síntesis de valores y experiencias, de doctrinas y aportaciones propias y universales, sin dejar de contar con el marxismo, pero poniendo el énfasis en los temas de la moral, como recuperación del sentido ético de la vida frente al individualismo y los privilegios del capitalismo. Un segundo aspecto sería la democracia participativa y protagónica, concebida como poder popular al que debe subordinarse la partidocracia, cuya credibilidad en la sociedad venezolana sigue a la baja.

El objetivo social sería conjugar la igualdad con la libertad, fomentando el cooperativismo y el asociativismo, la propiedad colectiva, la banca popular, así como las formas de augestión de las empresas. Como es fácil de advertir, la definición del socialismo del siglo XXI aún es un bosquejo cuyo destino dependerá de la lucha política, así como de la naturaleza de los problemas que pretende resolver. La gran pregunta es si el socialismo, así concebido, es o podrá ser una alternativa no ya a la política neoliberal sino, como se pretende, al capitalismo y a la democracia tal como hoy se entiende en el mundo o, en definitiva, la repetición excéntrica del viejo y desaparecido "modelo" del pasado. Es pronto para saberlo, pero el gran riesgo es dilapidar el apoyo popular y los grandes recursos nacionales sin ofrecer alternativas capaces de recrear, a la vez, la búsqueda de la igualdad con el pleno respeto a las libertades de los ciudadanos. El debate está abierto. La confrontación también.

El Presidente y su política exterior

Soledad Loaeza

El primer discurso del presidente Calderón dedicado a la política exterior fue una exposición de las líneas generales de la diplomacia de su gobierno que hacía mucha falta, simplemente porque en años pasados "ya nos globalizaron", como diría, mordaz, Humberto Garza, y no podemos vivir ayunos de información acerca de qué hará el nuevo gobierno frente al mundo. El propio presidente Calderón inició su discurso con un par de ejemplos de cómo nuestra vida cotidiana se ve afectada por acontecimientos internacionales: el precio del petróleo y el calentamiento global, o la internacionalización de los mercados de trabajo. Es decir, más allá de las razones por las cuales México se abrió al exterior desde los años ochenta, lo cierto es que mucho de aquello que algunos se empeñan en presentar como tema de debate, en realidad son hechos contundentes que generan alternativas de acción más o menos limitadas. Así lo ve el Presidente para quien la globalización es un hecho al cual el país debe ajustarse para derivar las mayores ventajas posibles, y minimizar costos y riesgos.

El discurso presidencial muestra continuidades que permiten identificar ya una política de Estado que no se inicia ahora, pero que el Presidente se compromete a mantener, por ejemplo, como se ha señalado, la globalización como premisa que lo fue también de por lo menos cuatro gobiernos anteriores. Un segundo tema que se integra a una política de largo plazo es la interdependencia como enfoque para entender, en primer lugar, nuestra relación con Estados Unidos. En este caso tampoco hay novedades, simplemente una actualización que parte del reconocimiento del significado de la geografía. La diferencia más importante, que no es de ninguna manera menor, entre lo que hoy se propone y el pasado estriba en la prominencia que ha adquirido el tema de la seguridad en la relación bilateral. El Presidente se refirió a la necesidad, por cierto urgente, de reorganizar la agenda bilateral, de tal suerte que la migración no sea el tema en el que se concentran la atención y los recursos. Sin embargo, dada la prioridad que el tema de la seguridad tiene para el presente gobierno se corre el riesgo que ahora sea ése el asunto dominante, todavía más porque el presidente Calderón identificó ahí el vínculo entre la política exterior y la política interna, cuando destacó que la atracción de inversiones extranjeras y de turismo dependen en buena medida de que México pueda proyectar una imagen internacional de solidez institucional y de seguridad.

En forma hasta cierto punto sorpresiva, el presidente Calderón planteó que uno de los objetivos centrales de su política exterior será la recuperación ­más bien sería la creación­ de un liderazgo internacional, aunque lo compensa con un llamado a la responsabilidad. Cabe señalar que semejante objetivo en el plano regional pasa por la reparación de las relaciones con Cuba y con Venezuela. A este último país se refirió el Presidente en forma indirecta cuando afirmó "... No acepto para México humillación ni ofensa, pero tampoco guardo rencores o agravios con nadie..." Sin embargo, los lineamientos generales del discurso colocan a su gobierno en una posición contraria, o simplemente diferente a la del gobierno venezolano e incluso de los cubanos. En este último caso, por ejemplo, el hecho de que se haya referido a la promoción de la democracia y a la defensa de los derechos humanos como parte de la agenda, sugiere que al menos en el corto plazo el diálogo con Cuba será limitado.

El discurso calderonista de política exterior se acoge a lo que es ya una política de Estado: sus horizontes son un poco más amplios que los de su antecesor, hay cambios de énfasis. No obstante, por ahí asoman también algunas posiciones que pueden rastrearse a actitudes tradicionales de Acción Nacional, por ejemplo, la desconfianza frente al activismo internacional que fue uno de los blancos tradicionales de ataque del PAN contra los presidentes del PRI, y que el Presidente trata de prevenir cuando habla de protagonismo internacional, pero apela a una política "responsable". Sólo la camaradería partidista explica que de entre los muchos y muy distinguidos internacionalistas y diplomáticos con que cuenta el servicio exterior mexicano, haya citado en su discurso al "embajador Luis Felipe Bravo". Asimismo, puede considerarse de filiación partidista el renovado compromiso con la promoción de la democracia y de los derechos humanos, que Vicente Fox abanderó de manera tan torpe.

Los llamados a la lealtad hacia la política exterior del Presidente, a la disciplina del personal diplomático y al compromiso con la coherencia gubernamental que algunos medios magnificaron, tuvieron fuertes resonancias partidistas. Tal vez así fue porque para el PAN la Secretaría de Relaciones Exteriores siempre cobijó un nido de tercermundistas embozados, aunque también es posible que las advertencias de Felipe Calderón sólo hayan buscado prevenir una nueva puesta en escena del carnaval foxista.

Para eso se robaron la elección

Martí Batres Guadarrama

Como si fuera una cruzada contra los pobres la administración espuria de Felipe Calderón ya realizó en cascada una serie de aumentos en los precios de la gasolina, el gas, la leche y la tortilla, mismos que están repercutiendo en cadena en muchos otros bienes y servicios. La escalada es verdaderamente criminal, es una puñalada trapera para toda la gente, una traición a las promesas de campaña de disminuir el costo de los energéticos, y una desilusión para los ilusos que votaron por quien portaba como lema "para vivir mejor". Es la confirmación lamentable de la naturaleza oligárquica y despectiva hacia el pueblo que encarna el señor de la casaca militar.

No hay sorpresa, pero sí hay enojo. Otra vez son los pobres los que pagan la manipulación económica, el fanatismo neoliberal de los gobernantes, la ineficacia económica de quienes gobiernan y el aferramiento del poder en no tocar a los poderosos.

En la Cámara de Diputados son flexibles para aprobar 60 mil millones de pesos para el subsidio a los bancos, pero incapaces de garantizarle un subsidio a la leche Liconsa que impida el aumento de su precio. Frente al escandaloso aumento del precio de la tortilla, el señor Eduardo Sojo ­con la tranquilidad de quien no se ve afectado por dicho aumento­ sólo atina decir que "no habrá ni control de precio ni subsidio" y que en todo caso "el precio de la tortilla puede bajar con productividad y competitividad". ¡Órale! Puro capitalismo salvaje, que cada quién se rasque con sus uñas y que Dios nos coja confesados. Más pobreza, más desigualdad, más injusticia.

¿¡Pues no que nos iban a "rebasar por la izquierda!? Primero el fraude, después la protección a un gobernador asesino a toda costa, más tarde las detenciones masivas como en la época de Díaz Ordaz, luego las torturas a los oaxaqueños presos, y en el mismo camino los acuerdos con el góber precioso; y así también la movilización militar, la disminución del presupuesto a la UNAM y a educación y el recorte al gasto social. Puros rebases por la derecha.

Teníamos razón. Nada bueno podía derivarse de la imposición. Quienes despachan en Los Pinos hoy ven al pueblo como algo ajeno, lejano y, peor aún, lo ven con odio. No les importa nada. Para ellos, simplemente la gente tendrá que aguantar. No les importa si viven con mayor dificultad o sufrimiento. Para ellos México son los de arriba y nada más. Es su visión, su concepción, descarnada y sin ropajes electorales. No sienten compromiso con el pueblo, porque saben bien que el pueblo no los puso donde están. Sí sienten mucho compromiso con los grandes intereses, porque tienen perfectamente claro que todo se lo deben a los grandes poderes económicos.

Los aumentos que hemos vivido en estos días nos regresan de alguna manera al principio del proceso electoral, al posicionamiento de los dos grandes proyectos y diluyen toda la idea de la campaña oficial poselectoral, la de que todos somos uno mismo y de que aquí no pasa nada. La realidad de estos días fortalece nuevamente el espíritu y la letra del proyecto social que han encarnado la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador en la contienda de 2006 y el Gobierno del Distrito Federal.

No es casual que en el Distrito Federal las cosas sucedan en el sentido inverso a la realidad nacional. Aquí no hubo alza del Metro ni de servicios públicos. Por el contrario, el gobierno de Marcelo Ebrard se dispone a implementar un nuevo programa social para dar uniformes gratuitos a un millón 200 mil niños de educación básica, y al mismo tiempo entrega un vale a todas las familias consumidoras de leche Liconsa, para reponerles el peso perdido por el aumento, lo cual demuestra que es posible, con un presupuesto justo, evitar nuevos costos para la gente.

Después de todo, quedó perfectamente claro para qué se robaron la elección, qué era lo que querían defender, a quién no están dispuestos a proteger en ningún caso y de lo que son capaces. Pero también quedó claro cuánto necesitamos a nivel federal un gobierno como el que tuvo la ciudad de México en los últimos seis años.

Por cierto, ésos son momentos en los que uno se pregunta: ¿quién defiende a la gente? Muchos de los medios de comunicación que se desgarran las vestiduras cuando hay marchas y plantones, indignados por las afectaciones a los ciudadanos, no han levantado su voz para indignarse por las afectaciones materiales y concretas que está viviendo la mayoría de los mexicanos.

Ampliación de la deuda nacional, alza a los alimentos básicos, oleada inflacionaria en cascada, y eso que apenas empieza el sexenio. Entonces, ¿quién es el peligro para México?

Pesimismo

Octavio Rodríguez Araujo

Se acabó el 2006 y con él lo que quedaba de mi optimismo, pues lo que veo como perspectiva para el 2007 me indica que todo será peor. De hecho ya empezamos mal con los salarios y los precios, para no hablar de los palos de ciego a la piñata del narcotráfico que, si se rompe totalmente, nos podrá dar más sorpresas de las que conocemos a la fecha.

Uno de los mitos en el imaginario social es que el año nuevo es vida nueva. La verdad es que lo que ocurre de un año a otro es lo mismo y, a la vez, consecuencia del pasado. Las fechas son mero convencionalismo sólo útil para los astrólogos y para elaborar la agenda personal.

Felipe Calderón, al perder la elección del pasado 2 de julio, está haciendo todo lo que se le ocurre para legitimar su impuesta presidencia, con una salvedad: que ha tenido que recurrir a las armas, institucionales y no, para gobernar. Esto es muy grave, no para él, sino para el país y el futuro deseable de la incipiente democracia que vivimos. La lógica es muy sencilla de seguir en su paso por los últimos meses de la vida mexicana: si una de las características definitorias de la democracia liberal es la elección de los gobernantes, en julio del año pasado el poder fáctico e institucional le puso una zancadilla y, débil que era, se cayó y quedó seriamente lastimada. Por eso la utilización del Ejército y la Marina como carta de presentación de Felipe y su coartada de que la ley está por encima de la política.

El problema de Oaxaca sigue sin solución y presenta ya algunas fisuras internas que nos podrían hacer pensar que se irá desinflando en lugar de haberse extendido como seguramente pensaron algunos de sus líderes. El EZLN buscó interlocución con entusiastas extranjeros más que con los mexicanos, lo que hace pensar que el largo recorrido de Marcos por el país sólo sirvió para alimentar el contenido de algunas páginas en Internet y para que su delegado cero (así con minúsculas y con c de cero) ratificara el deslinde de quienes ya habían sido marginados desde antes, más otros nuevos.

López Obrador ha emprendido una gira también por todo el país, reúne gente en diferentes plazas, pero el partido, su partido, se mueve con independencia del líder la mayoría de las veces. El Frente Amplio Progresista (FAP) fue un acierto en el planteamiento, pero en la realidad parece ser un tanto gelatinoso; y en su interior no sólo se han desdibujado los partidos que lo componen, sino que todo indica que cada uno hace lo que, en su estrategia interna, tiene o cree que tiene que hacer. Los diputados y senadores del FAP siguen haciendo, ahora en sentido figurado, lo que hicieron el primero de diciembre: cerraron todas las puertas de San Lázaro, menos una: aquélla por la que entraron Fox y Calderón. Lo que hicieron con el Presupuesto de Egresos aprobado es un ejemplo diáfano: le cambiaron comas (en letras y números), pero el resultado no fue el mejor posible para sus destinatarios.

Han subido y subirán los precios de las tortillas, de los energéticos, de los peajes carreteros, y al mismo tiempo disminuyeron los ingresos reales con la revisión de los salarios mínimos y sus efectos en la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos. Los únicos beneficiados con las políticas económicas del nuevo gobierno son los que lo fueron con los anteriores gobiernos. Cambiaron los nombres en la esfera política, pero no el papel del Estado en esta conspiración contra México y sus habitantes.

El otro día pude ver una película rara, ni buena ni mala, sólo rara, protagonizada por Donald Sutherland y Ralph Fiennes (Land of the Blind). Se trata del golpe de Estado, supuestamente revolucionario, a un dictador de un país imaginario, por el líder de la oposición. Este (Sutherland) dijo algo que me llamó la atención: "Si las elecciones cambiasen algo, serían ilegales". Esta frase tiene varias interpretaciones, obviamente, pero la más importante, a mi juicio, es que sirve de justificación para desdeñar las elecciones e imponerse en el gobierno por la vía de los hechos. Pienso que las elecciones no son la panacea para resolver la gran cantidad de problemas que tiene el país, pero tan son importantes que Fox, el Poder Judicial, el IFE, el PAN y otros partidos, los principales medios de comunicación y no pocos empresarios, se opusieran de común acuerdo a que fueran transparentes y sin fraudes y, desde luego, a que se contaran todos los votos cuando hacerlo tenía sentido legal.

Aun aceptando que las elecciones no cambien nada, el hecho es que vivimos bajo un gobierno que no respetó la voluntad popular expresada en sufragios, y que todo sigue igual que antes, pero peor ­valga la aparente contradicción en los términos­. Y las cosas están más mal que antes porque, además de que se insiste en la continuidad de las fórmulas neoliberales inauguradas a plenitud por Salinas de Gortari y llevadas a la caricatura por Fox, se siente en el país el peso de las fuerzas armadas y del "orden" en una lógica de aplicación de la ley inspirada en manuales impresos que deberán seguirse, salvo con aquellos que son necesarios para el poder y su sostenimiento.

¿Podré ser optimista?

Por una verdadera conciencia ciudadana en nuestro país




REVOLUCIÓN MEXICANA EN EL SIGLO XXI

La historia es el mayor testigo de los hechos relevantes que han traído importantes cambios para la vida de los mexicanos y mexicanas.

Tal parece que en México se tiene una costumbre de devenir social, y es que en 1810 el pueblo indígena, negro y criollo se levanta en contra de los “gachupines” exigiendo sus derechos e independencia; en 1910, cansado el pueblo mexicano del mal repartimiento de las tierras, donde sólo algunos cuantos “caciques” eran los dueños, toman las armas exigiendo ¡JUSTICIA, TIERRA y LIBERTAD!; estamos en el 2006 y al parecer, inminentemente, llegaremos al 2010 con otra Revolución, es inevitable, será una Revolución Personal, concreta, particular y sobre todo de Consciencia.

* REVOLUCIÓN RACIONAL DE LA CONSCIENCIA.

El razonar es Consubstancial a la persona humana, y es que, es una actividad propia del hombre y de la mujer.

La Filosofía nos enseña a buscare el POR QUÉ de todas las cosas, a aplicar el raciocinio en la realidad que somos y nos rodea.

La Revolución implica cambiar una realidad Ad Extra que nos afecte Ad Intra, es decir, luchar hasta lograr cambiar el modo de vida insípido por uno que valga la pena. Revolucionar es razonar, abrir los ojos, alzar la voz.

Cuando una voz interior nos resuena en nuestro ser es que estamos experimentando los versos de la consciencia que nos estimulan a ser mejores como personas. Sí, la consciencia existe, sólo hay que tomarla porque no acude si no la esperamos; por eso, la toma de consciencia es ser sabedores de la verdad y de tener una capacidad para discernir la realidad de nuestra persona, la de los demás, la de la sociedad y la de nuestro país. Hay que conscientizarnos para que no nos engañen mediante spots o anuncios subliminares, con promesas demagógicas, con insinuaciones pretensiosas o con verdades pintadas de blasfemia como algunos pseudos líderes intentan publicar. Hay que conscientizarnos personalmente para conscientizar comunitariamente.

Hay hechos que nos iluminan a aplicar el juicio siguiente: “La mentira existe mientras la verdad no se da a conocer”; “el pueblo oprimido está dormido, cuando despierte obtendrá libertad”

Es hora exacta para que el pueblo de México despierte a la realidad de una política que la haga el Populus y no el presidente de la República o el cardenal primado, o en su defecto Estados Unidos. Cuando la voz del pueblo se ha callado durante décadas y décadas, tarde o temprano surgen gritos como truenos que se escuchan a pesar de mucho esfuerzo “institucional” por desvirtuar lo que sucede.

Los medios masivos de comunicación presididos por el monopolio empresarial y la cúpula de los poderes son el “Opio del Pueblo” porque lo idiotizan y lo enajenan.

El Epinoúmeno (manifestación del fenómeno) mexicano es puramente social. El pueblo lucha a pesar de la represión y no le importa morir por el ataque cruento de un policía federal o de un poder implantado por un FECAL y las finanzas impulsadas por un “Chicago Boy”.

La mano izquierda está demostrando que tiene más fuerza que la mano derecha aunque en algún tiempo se le haya satanizado, hay pruebas de ello en Cuba, Venezuela, Brasil, Paraguay, entre otros países latinoamericanos. A México lo ilumina el Sol de la Esperanza que a los pobres incluye. El llamado a resistirse persiste a partir de la implantación voluntaria y revolucionaria de una racional toma de consciencia.

El País cansado de ser títere del monopolio cobrará real vitalidad, y no se dejará manipular más ni por Televisa, ni por TV Azteca, mucho menos por los magistrados vendidos que dan un veredicto a beneficio de la opulencia del PRIAN.

¡¡Hay que tomar las armas!! ¡¡Nuestra Razón y la Consciencia!! No como matan los de arriba que lo hacen con armas de fuego.

Afirmo porque así lo creo, Andrés Manuel López Obrador es el Presidente de las elecciones porque México votó por él, y es el Presidente Legítimo y Auténtico.

Hoy nos toca ser protagonistas, impulsores y defensores de esta Revolución Mexicana.


Puede Quien Sabe Que Puede

Porque El Que No Ya Está Vencido.

Fil. Isidro Ramírez López.