Una Denisse Maerker Desorientada.
APIA / Gabriel Castillo-Herrera.
La lógica que se manifiesta en la mente de una persona, aquí, en la Cd. de México, desde una posición cómoda, privilegiada, de ninguna manera puede ser la misma que la de un ciudadano oaxaqueño ofendido y resentido que resulta ser producto social de varios siglos -¡siglos!- de marginación discriminación y abusos por parte de las autoridades y poderes fácticos (caciques) que los han explotado.
No es lo mismo la visión de una güerita guapetona que ha tenido la oportunidad de educarse en buenas escuelas, que tiene un trabajo bien remunerado, que vive desahogadamente, que goza de reconocimiento por aparecer cotidianamente en los medios y que se tutea con personajes públicos –aún con el presidente electo- que la de cualquier “hijo de vecino”.
Ella, en su programa dominical “Punto de Partida”, interroga al líder magisterial: “Enrique, te hago la misma pregunta que Flavio Sosa no me respondió: hay evidencia de violencia de los dos lados -está en los videos- donde se puede ver a miembros de la APPO disparando…”.
Hasta hoy, nadie ha podido echar por tierra la explicación de Engels en el sentido de cómo las condiciones materiales de existencia devienen, históricamente, ideología de clase y cómo, posteriormente, se manifiestan como posturas políticas (partidos) con miras a detentar el poder, y cómo, el deseo de dominio, se torna violencia de Estado. No, no se ha podido demostrar lo contrario; pero, pretendiendo borrar de golpe y porrazo tal tesis, se vuelve cómodo mostrar extrañeza ante los brotes de contraviolencia. De tal forma, Denisse Maerker se sorprende de que algunos APPO's, después de 10 muertos de su bando, no ofrezcan la otra mejilla en vez de contestar los balazos provenientes de los esbirros del gobierno estatal.
El gobierno y la mayoría de “analistas” despistados debieran “darse de santos” de que los llamados “insurrectos” hayan optado por mostrar su buen juicio ante una posible masacre (a pesar de todos los pesares). Debieran “agradecer al Altísimo” que APPO's y 22's no emboscaran a la PFP en el zócalo a bombazos molotov. Debieran congratularse de que turbas incontroladas no hayan montado en la plaza municipal –con Ulises Ruiz en el papel protagónico- una réplica del trato dado a Mussolini. No lo hicieron porque el salvajismo está en el otro bando. Y aún se le da al gobernador la oportunidad de solicitar licencia cuando debería ser juzgado.
¿Creerá Denisse -acaso, no lo sé- que lo políticamente correcto sería conminar a la sociedad oaxaqueña, una de las más lastimadas en el país, a que se dé un plazo de treintaitantos años para que se intente juzgar a los políticos responsables de la actual situación cuando sean unos “venerables” ancianos –como ahora lo son Echeverría y los jefes policiales que tuvieron a su cargo la “Guerra Sucia”- o cuando ya hayan fallecido –como Díaz Ordaz y Moya Palencia?
A pesar de la idílica visión foxiana de cambio, el Estado autoritario sigue siendo una constante: ciego ante una sociedad civil que –desde luego- sí se ha transformado.
APIA / Gabriel Castillo-Herrera.
La lógica que se manifiesta en la mente de una persona, aquí, en la Cd. de México, desde una posición cómoda, privilegiada, de ninguna manera puede ser la misma que la de un ciudadano oaxaqueño ofendido y resentido que resulta ser producto social de varios siglos -¡siglos!- de marginación discriminación y abusos por parte de las autoridades y poderes fácticos (caciques) que los han explotado.
No es lo mismo la visión de una güerita guapetona que ha tenido la oportunidad de educarse en buenas escuelas, que tiene un trabajo bien remunerado, que vive desahogadamente, que goza de reconocimiento por aparecer cotidianamente en los medios y que se tutea con personajes públicos –aún con el presidente electo- que la de cualquier “hijo de vecino”.
Ella, en su programa dominical “Punto de Partida”, interroga al líder magisterial: “Enrique, te hago la misma pregunta que Flavio Sosa no me respondió: hay evidencia de violencia de los dos lados -está en los videos- donde se puede ver a miembros de la APPO disparando…”.
Hasta hoy, nadie ha podido echar por tierra la explicación de Engels en el sentido de cómo las condiciones materiales de existencia devienen, históricamente, ideología de clase y cómo, posteriormente, se manifiestan como posturas políticas (partidos) con miras a detentar el poder, y cómo, el deseo de dominio, se torna violencia de Estado. No, no se ha podido demostrar lo contrario; pero, pretendiendo borrar de golpe y porrazo tal tesis, se vuelve cómodo mostrar extrañeza ante los brotes de contraviolencia. De tal forma, Denisse Maerker se sorprende de que algunos APPO's, después de 10 muertos de su bando, no ofrezcan la otra mejilla en vez de contestar los balazos provenientes de los esbirros del gobierno estatal.
El gobierno y la mayoría de “analistas” despistados debieran “darse de santos” de que los llamados “insurrectos” hayan optado por mostrar su buen juicio ante una posible masacre (a pesar de todos los pesares). Debieran “agradecer al Altísimo” que APPO's y 22's no emboscaran a la PFP en el zócalo a bombazos molotov. Debieran congratularse de que turbas incontroladas no hayan montado en la plaza municipal –con Ulises Ruiz en el papel protagónico- una réplica del trato dado a Mussolini. No lo hicieron porque el salvajismo está en el otro bando. Y aún se le da al gobernador la oportunidad de solicitar licencia cuando debería ser juzgado.
¿Creerá Denisse -acaso, no lo sé- que lo políticamente correcto sería conminar a la sociedad oaxaqueña, una de las más lastimadas en el país, a que se dé un plazo de treintaitantos años para que se intente juzgar a los políticos responsables de la actual situación cuando sean unos “venerables” ancianos –como ahora lo son Echeverría y los jefes policiales que tuvieron a su cargo la “Guerra Sucia”- o cuando ya hayan fallecido –como Díaz Ordaz y Moya Palencia?
A pesar de la idílica visión foxiana de cambio, el Estado autoritario sigue siendo una constante: ciego ante una sociedad civil que –desde luego- sí se ha transformado.
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