PARA ENTENDER LA NOTICIA
Por Benjamín Castro
Se sostiene en la cobardía de los demócratas
BUSH MAS DÉBIL QUE CALDERÓN AL LLEGAR A MÉXICO
Cuando George Bush arribe hoy a Mérida para una visita de 48 horas poca será la fuerza y el poder que traiga consigo. Durante su visita a los demás países no pudo resolver ni ofrecer nada a los mandatarios que le suplicaban algo poco de más “libre comercio” o alguna lana para invertir en tal o cual cosa. Bush no pudo ofrecerle ni siquiera mayores compras de “carne vacuna” al presidente uruguayo Tabaré Vázquez quien casi le suplica eso en cada uno de sus discursos. Bush no puede promover tratados de libre comercio, los tratados que le gustan tanto porque en el Congreso tiene una mayoría demócrata enemiga de esos tratados y que apunta mas bien hacia al proteccionismo económico. Ya antes había estado en Brasil, el primer país al que llegó, pero solo para negociar con el presidente Lula los proyectos que su gobierno apoyará para la siembra de caña de azúcar o de maíz para producir Etanol. Proyectos que son en realidad también un negocio para la familia Bush que esta metida hasta el cuello en el negocio del Etanol, el que algunos ingenuos piensan que va a sustituir al petróleo como combustible del mundo. Solo en Colombia estuvo Bush confortable. En ese país Bush ha venido apoyando a un gobierno “vasallo” –como lo califica la oposición colombiana-, el de Álvaro Uribe, al que con 600 millones de dólares anuales lo tiene comprado. Colombia es uno de esos países en donde a decir del mismo Bush “hay millones de latinoamericanos que han visto muy poco mejoramiento en sus vidas diarias”, situación que los ha llevado “a cuestionar el valor de la democracia”, como los hay también en el resto del continente. Bush no ha podido hacer nada contra eso, ni en Colombia, ni en Brasil, ni en Uruguay y no lo hará en México. Por eso hay un repudio generalizado a sus políticas, repudio que se suma al que más del 72% del pueblo norteamericano siente por sus políticas internas y por sus guerras.
Sin embargo, Bush se sostiene en el poder y puede implementar cualquier locura desde ahí. Estando como esta bajo el control del Vicepresidente Dick Cheney, Bush puede armar otra guerra en los próximos días, ya sea en Irán o en Corea del Norte. Tiene el poder para ello. En el Congreso norteamericano la oposición demócrata no hace lo suficiente para detenerlo. Hacen cosas, pero son muy insuficientes. Ahora que ya terminó el juicio contra Lewis Libby, el ex jefe del staff de Cheney y salió culpable, los demócratas no quieren moverse en la dirección del “impeachment” de Cheney, que sería la ruta más correcta para deshacerse de Bush posteriormente. Libby era un empelado de Cheney y entre ambos castigaron a Valerie Plame y a su marido el embajador John Wilson por haberse opuesto a las evaluaciones de inteligencia que decía que Irak tenía “armas de destrucción masiva” y que fue la base para justificar la guerra contra Irak. Cheney puede ser acusado de mentir al país y de llevarlo a una guerra que además el diseñó y ha sido un fracaso similar al de Vietnam. Pero los demócratas no lo hacen. No lo hacen a pesar de que ese fue el mandato que el pueblo norteamericanos les hizo en las elecciones del 7 de noviembre cuando los demócratas recuperaron el Congreso después de 12 años de estar en minoría. Los demócratas tienen miedo y de eso se aprovecha Bush para seguir en el poder. No tanto para gobernar o llevar a cabo tal o cual política a largo plazo sino solamente para hacer maldades y negocios como sería una tercera guerra en Irán o el negocio con la estafa del Etanol y los “biocombustibles”. Nada puede cambiar en los Estados Unidos en este momento si no empieza con la salida de Cheney, primero, y luego de Bush de la Casa Blanca. Ambos son, ---como lo explicó Lyndon Larouche en un conferencia internacional el 7 de marzo--- instrumentos de un poder superior; el imperio liberal angloholandés que quiere mantenerlos en el poder para que destruyan a los propios Estados Unidos, enfrascándolo en guerras destructivas y costosísimas en donde se acabe con lo que queda de economía real en ese país y su propio ejército. Destruyendo como nación a los Estados Unidos, el imperialismo angloholandés podría imponer libremente su “Globalización”, eliminando a las Naciones y sometiendo a la los pueblos al dominio de los cárteles y de gobiernos que son meras “agencias administrativas” de ese imperio, como es el caso claro del pelele Felipe Calderón. Por eso deben salir Cheney y Bush del gobierno de Washington de inmediato. Nada positivo puede hacerse sin ese primer paso.
El autor es miembro del Movimiento Internacional del economista Lyndon H. LaRouche.
benjamincastro_1@hotmail.com
http://comiteslaborales.blogspot.com
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