Es como la misma historia, la historia sí se repite. Le mandó una carta Maximiliano y le decía que quería llegar a un acuerdo y que le ofrecía cargos.
Juárez le contestó diciendo que nunca iba a aceptar que gobernara nuestro país un extranjero. Siguió su peregrinar, se refugio en Paso del Norte, lo que hoy es Ciudad Juárez.
Y, en circunstancias muy difíciles, logró precisamente, por esa firmeza, restaurar la República y lograr la segunda Independencia de México.
Esa es una enseñanza, no nos desmoralicemos, nosotros vamos a triunfar, vamos a seguir adelante.*
Muchas son las semejanzas entre los pensamientos del Benemérito de las Américas y el Presidente Legítimo de México, ambos con un gobierno itinerante y el apoyo del pueblo son símbolo vivo de una resistencia patriótica y popular, enfrentada al invasor imperialista que valiéndose del fraude (en teoría la nación mexicana pidió mediante una consulta que Maximiliano de Habsburgo fuese nombrado emperador de México) consuman el Golpe de Estado para imponer un gobierno pelele, usurpador, ilegítimo e inconstitucional, sometido a los intereses de la burguesía extranjera y nacional, pero las coincidencias no acaban aquí, también se repiten en los traidores que buscando el acomodo en el presupuesto, no les importa cambiar de bandera cual si fuese ropa interior.
Dicen que México es una nación de ciclos, y tristemente hay razón en ello, después de todo el pueblo mexicano olvida con facilidad su propia historia, lo que lleva a repetirla una y otra vez. Sin embargo, hay quienes no olvidamos, recordamos tan bien a los héroes como a los traidores, que reconocemos sus métodos en nuestros contemporáneos, tal es el caso de aquellos que simulando ser defensores de la patria, aliados del Héroe y enemigo del villano, se coluden con este último para negociar las causas más justas a cambio de los favores más viles.
Este es el caso de dos personajes que curiosamente hasta coinciden en el nombre, no digamos ya en el método, me refiero al General Jesús González Ortega y a Jesús Ortega.
El primero de ellos, el General Jesús González Ortega, oriundo de Zacatecas, destacado militar en la Guerra de Reforma, sería incluso llamado el Héroe de Calpulalpan por dar el triunfo bélico a los liberales; y sería años más tarde preso político del Imperio por su heroica defensa de la Ciudad de Puebla, pero es aquí, en esta tierra tradicionalmente conservadora que el General fue tentado para traicionar al Benemérito y al Pueblo, y es que si alguien supera en una fuga espectacular al Chapo Guzmán, es precisamente Jesús González Ortega, ya que aprovechando un “descuido” de los primeros soldados del mundo, se dio a la fuga durante su traslado de Puebla a Veracruz, ¡pero que fuga camaradas! Este hombre tuvo la previsión de fugarse con una escolta de 860 hombres y 500 onzas de oro, sin duda los soldados franceses también debieron ser los más ciegos del mundo.
Esta extraña fuga, solo es explicable por la ambición del General González Ortega quien ostentaba el cargo de Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cartera que por disposición constitucional le facultaba para asumir la Presidencia de la República en aquellos casos excepcionales en que faltase el titular del Poder Ejecutivo.
Al igual que el “Chucho” contemporáneo, el General tampoco se hallaba solo en sus espurias intenciones, es sabido el apoyo que tuvo de parte de los caciques de Chihuahua, Sinaloa y Sonora, sin embargo el caso más emblemático es el de Manuel Doblado, eminencia gris del Partido Liberal, cacique de Guanajuato que se distinguió por sus intrigas y de quien el eminente periodista y político liberal, Francisco Zarco, diría “Doblado nunca dejará de ser la doblez personificada”. Prueba de lo anterior, es la carta que le enviaría a Don Benito Juárez a su arribo a la Ciudad de Saltillo, en el año de 1864, en la cual laureaba la decisión del Benemérito de renunciar a la Presidencia a favor de Jesús González Ortega, lo que según él, era un servicio a la Patria, ya que después de todo los imperialistas se negaban rotundamente a negociar un armisticio con Juárez, lo cual dejaba claro que el grupo de Jesús González Ortega tenía la clara intención de erigirse en una oposición responsable, sensata y moderna con la cual el usurpador de Maximiliano aceptase negociar.
En los años de 1864 y 1865, Jesús González Ortega cegado por la ambición, haría vanos intentos por apoderarse de la Presidencia bajo el argumento de que el periodo para el que Don Benito Juárez había sido electo ya había concluido, desdeñando, el estado de emergencia en que se encontraba la nación mexicana debido a la Guerra de Intervención, y que por lo tanto justificaba el decreto en que se prorrogaba el mandato del Don Benito Juárez quien en aquel entonces no sólo era el titular del Poder Ejecutivo, sino también la encarnación misma de la legitimidad y la resistencia de la soberanía popular, frente a la usurpación, la imposición y la invasión extranjera.
Actualmente, el escenario se vuelve a repetir, nuevamente nuestro país se encuentra sometido a los intereses de una oligarquía de especuladores económicos, cuya obsesión por el dinero ha hecho que tomen por asalto las instituciones y coloquen en ellas a una camarilla de títeres que cumplen sin chistar sus dictados. Vemos indignados como entran a nuestro territorio agentes armados del vecino país del norte y exigen el desarme de las fuerzas policiacas nacionales.
Como lo dije al principio, también se repiten los traidores demagogos que buscan el acomodo y el mantenimiento de privilegios, valiéndose del engaño, pues simulan ser opositores del sistema para que la derecha lejos de atacarlos los reconozca y les dé un trato benevolente que se traduzca en cargos públicos, eliminando así, al menos del escenario institucional, a los verdaderos opositores, a todas aquellas mujeres y hombres libres y concientes cuyo activismo está más allá de cualquier interés personal.
Hoy como hace 140 años, la ambición de un hombre, Jesús Ortega, y los buitres que lo acompañan, le apuesta al desgaste de los ciudadanos libres y concientes, a cambio de convertirse en dueño absoluto del PRD y así usarlo como franquicia y vivir de la simulación y mantener el status quo de oposición responsable reconocida por la derecha. Dicen que hay que juzgar a los hombres por sus acciones, bueno he aquí los hechos: ¿por qué los contingentes de Nueva Izquierda marcharon por su cuenta el 31 de enero del 2007 y no con nuestro Presidente Legítimo? ¿Por qué apoyaron la candidatura de Ana Rosa Payán al gobierno de Yucatán?, ¿Por qué el Senador Carlos Navarrete, coordinador del Grupo Parlamentario del PRD, no ha hecho nada porque se discuta la Iniciativa de Ley de Precios Competitivos que presentó nuestro Presidente Legítimo?
Por eso es importante recordarles a los Jesús Ortega, a los Cuauhtemoc Cárdenas, a los Marco Rascón, a los Rene Arce y a toda esa pléyade de serviles que le hacen el juego al régimen fascista de FECAL que nuestro Presidente Legítimo no está solo, que al igual que Benito Juárez, tiene el apoyo incondicional del pueblo, que nosotros somos el verdadero gobierno y que al igual que hace 140 años vamos a restaurar la República y a abolir el régimen de privilegios, y así como los chinacos fusilaron a traidores como Santiago Vidaurri, mañana los renegados llevaremos ante la justicia a todos aquellos esquiroles que el día de hoy tratan de reventar nuestro movimiento a cambio de las migajas que les dé la derecha.
¡ES UN HONOR ESTAR CON OBRADOR!
Ciudad de México, Sede del Gobierno Legítimo, a 23 de Marzo de 2007.
L.D. Jesús Palma.
* Palabras pronunciadas por Andrés Manuel López Obrador, en su discurso del día 21 de marzo de 2007.
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