La valentía de López Portillo

El último Presidente que se enfreto al FMI y entendio al verdadero enemigo de México y de la civilización.

por Gretchen Small

"El descubrimiento —revelado a mediados de la década pasada [de los 1970]— de que las reservas petroleras de México eran mucho mayores de lo que se pensaba... proporciona al país una oportunidad única entre los países del Tercer Mundo para reducir en una década el tiempo que 'normalmente' llevaría... convertirse en una nación industrial moderna... A más tardar para el año 2000, la gran mayoría de los 115 o 120 millones de mexicanos de ese entonces tendrán un nivel de vida comparable al del habitante promedio de la Comunidad Económica Europea de hoy [1980]".

Así comenzaba la introducción de México 2000: Energía y Economía, el programa para el desarrollo acelerado de México que redactaron los colaboradores de Lyndon LaRouche de la Fundación de Energía de Fusión (FEF) de Estados Unidos y de la Asociación Mexicana de Energía de Fusión (AMEF) en 1981. Éste, que no era un programa timorato "al ahí se va", representó una elaboración detallada de cómo México, mediante tratados amplios de intercambio de petróleo por tecnología con países del sector avanzado, podría mantener un ritmo anual de creación de empleo del 6 a 7% en los siguientes 20 años, elevar el nivel educativo de su fuerza laboral, y erigir la gran fuerza de cuadros científicos de la que siempre careció. La construcción de unos diez complejos agroindustriales y puertos —ciudades completamente nuevas fundadas en torno a la generación avanzada de energía, e instalaciones industriales, de irrigación y de producción de fertilizantes integradas— servirían como la banda transportadora del conocimiento y el capital hacia la provincia, para acabar con la maldición de la agricultura de subsistencia, que por siglos sometió a millones de mexicanos a un peonaje feudal. Para el 2000, la energía nuclear impulsaría una parte importante de la economía mexicana.




O cambiamos el sistema económico, o éste "podría ser el principio de un nuevo oscurantismo medioeval", le advirtió el presidente mexicano José López Portillo a la Asamblea General de las Naciones Unidas el 1 de octubre de 1982. El sicario económico George Shultz dio el mensaje completamente contrario un día antes en el mismo recinto: o apoyan a los buitres financieros, o si no...

Éste no era un plan abstracto utópico que se aventuraba para ver a dónde lo llevaba el viento imperante. El programa de desarrollo de la FEF y la AMEF era una elaboración científica de la perspectiva que definió a todo el Gobierno de José López Portillo de 1976–1982. Él mismo replanteó esta política el 1 de septiembre de 1980 en su cuarto informe de gobierno:

"Para el año 2000, si deseamos cumplir las metas del plan global, estaremos obligados a construir, por lo menos, otro México sobre el actual, resultado de toda su historia... Por explicables paradojas ideológicas o deformaciones intelectuales, hay quienes cuestionan y critican el crecimiento económico logrado como si fuera un crimen. Dejémoslos hirviendo en su morbo".

López Portillo prometió a sus compatriotas que México seguiría concentrando sus recursos en las actividades estratégicas más dinámicas y productivas del petróleo, el acero, los químicos, los fertilizantes, los bienes de capital y la electricidad.

Durante su gobierno, López Portillo en persona, y muchos en su gobierno, trabajaron de la mano con el estadista y economista estadounidense Lyndon LaRouche y su movimiento en México y EU. Cuatro funcionarios del gobierno mexicano participaron el 19 y 20 de febrero de 1981 en una concurrida conferencia de la FEF y la AMEF en la Ciudad de México, para dar a conocer el programa de desarrollo. Entre los funcionarios presentes, que fueron quienes elaboraban las ideas del gobierno sobre cómo cumplir con la tarea, estaban el doctor Alfonso Rozenzweig, director de desarrollo de puertos industriales de la Oficina de Desarrollo de Proyectos Especiales de la Presidencia, y Narciso Lozano, subdirector de la Secretaria de Industria.




En ese entonces EIR explicó cómo EU podía esperar exportar, de decidirse a colaborar en el programa acelerado de desarrollo de México, unos 100 mil millones de dólares en bienes de capital, de los 150 mil millones que se calculaba que México necesitaría en la siguiente década, lo cual crearía un millón de nuevos empleos altamente calificados en EU en el proceso.

LaRouche declaró el 9 de marzo de 1981, en una conferencia que dio en el prestigioso Instituto Tecnológico de Monterrey, que la exportación de estos bienes de capital a México "aceleraría la inversión y la evolución del capital en las industrias básicas más privilegiadas de EU, lo que aceleraría el progreso tecnológico de esas industrias, al tiempo que aumentaría el empleo productivo de la nación. Un Gobierno de EU que rechazara la oferta mexicana de sumarse a un programa de petróleo por tecnología, sería uno al que debiera recluirse en una institución mental con una claro caso de demencia galopante".

Un grupo importante del Gobierno de Ronald Reagan, con eje en la camarilla de colaboradores del Presidente, estuvo de acuerdo con LaRouche y se aprestaban a concretar tales acuerdos.
2004: el camino al infierno

México va camino al infierno. Su industria siderúrgica casi desaparece, no existen ferrocarriles, sólo se construyó una planta nuclear, la banca extranjera controla 82% del sistema bancario nacional y la mayor parte de la industria, y ahora también van por la propia industria petrolera estatal. El empleo en las manufacturas en México como porcentaje de toda la fuerza laboral ha caído 58% desde 1982; en cambio, se recicla a más de un millón de trabajadores en las plantas de ensamblaje con mano de obra esclava conocidas como maquiladoras. Más de la mitad de los mexicanos sobrevive vendiendo en las calles más que nada productos baratos importados de otros países. Para el 2002, incluso según las cifras conservadoras del Banco Mundial, 50% de la población vivía en la pobreza y una quinta parte en la pobreza extrema, es decir, con menos de 1 dólar diario. El hambre es generalizada y la tasa de mortandad aumenta.

Diez millones de mexicanos han abandonado el país en busca de trabajo en EU, donde les pagan salarios cada vez menores y sus contrapartes estadounidenses también están perdiendo sus empleos. Hay otros 12 millones de una segunda generación de méxico–estadounidenses en EU, lo que deja a México con sólo 100 millones de habitantes, cuando 120 millones estarían viviendo de manera industriosa de haber prosperado las políticas de LaRouche y López Portillo. Las narcopandillas de jóvenes bestializados a los que se les ha robado su futuro entran a México por las fronteras norte y sur, y, en vez de cooperación, el fascista de Harvard Samuel Huntington y sus correligionarios piden una guerra contra México y sus inmigrantes.


articulo completo en:

http://www.larouchepac.com/news/2007/09/25/c-mo-m-xico
-enfrent-los-sicarios-econ-micos.html

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