Estuve como ciudadano, como médico y como diácono en el Plantón del zócalo los 50 días de
Porque... cuando estoy en mi consultorio experimento frecuentemente la sensación de que algun@s de mis pacientes me quieren a “un tercio” de lo que sé, soy y combato. No quieren escucharme sobre asuntos que tengan que ver con la espiritualidad o con la sociopolítica. No parecen darse cuenta de que sin esos “otros” dos asuntos no puedo ser completo y verdadero médico...
Porque... cuando estoy en el altar o en el púlpito experimento frecuentemente la sensación de que algun@s de mis feligreses me quieren a “un tercio” de lo que sé, soy y combato. No quieren escucharme sobre asuntos que tengan que ver con la medicina o con la sociopolítica. No parecen darse cuenta de que sin esos “otros” dos asuntos no puedo ser completo y verdadero diácono...
Porque... cuando estoy en alguna reunión o trabajo sociopolítico experimento frecuentemente la sensación de que algunos de mis compañer@s de lucha me quieren a “un tercio” de lo que sé, soy y combato. No quieren escucharme sobre asuntos que tengan que ver con la espiritualidad o con la medicina. No parecen darse cuenta de que sin esos “otros” dos asuntos no puedo ser completo y verdadero ciudadano que lucha por la transformación de México...
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En los 50 días de Asamblea Permanente no tuve nunca esa sensación con mis compañer@s de Resistencia (excepto con algunos que sólo iban de visita). Allí me sentí aceptado a “dos mitades” o a “tres tercios”, como persona completa a quien no se le limitaba o censuraba por ningún aspecto de lo que sabía, era o combatía.... Y yo también podía fácilmente aceptar a todos mis compañeros de los Campamentos, sin censuras ni limitaciones de ninguna clase, lo mismo si me hablaban de Andrés Manuel y del Movimiento, que si me hablaban de su trabajo como comerciantes o como maestros, o si me afirmaban ser no-católicos o incluso ateos... Y creo que la razón era muy simple: Compartíamos todos un mismo gran objetivo, que nos reunía y nos unía profundamente y que estaba muy por encima de cualquier “tercio”, propio o ajeno...
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Unidad, pues. Respeto y tolerancia. Apertura y amplitud de miras... Eso vivimos y aprendimos en el zócalo en aquellos días históricos... Esto hemos de vivir y aprender todos en la construcción de
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Álvaro, ciudadano-médico-diácono de
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