Televisión religiosa
Florence Toussaint
En México las Iglesias, especialmente la católica, han explotado el sentimiento religioso del pueblo para mantenerlo sojuzgado, atado a obediencias ancestrales, en el peor de los casos al fanatismo destructor. Y se han servido de los medios para divulgar sus creencias y extender su influencia.
Aún después de promulgadas las Leyes de Reforma, siguieron editándose periódicos católicos de amplio tiraje. En el siglo XX la aparición de la radio y después de la televisión ofreció tecnologías de mayor alcance para mantener las ideas religiosas en la mente de las personas. Si bien el Estado laico prohibió el proselitismo abierto en los medios y el culto externo, de cualquier manera siguieron existiendo periódicos y estaciones de radio religiosas. Difundían en el sureste mexicano algunas emisoras protestantes y evangélicas. Los jesuitas tuvieron en sus manos radiodifusoras educativas. A partir del restablecimiento de relaciones con el Vaticano en los años noventa, la beligerancia de la Iglesia católica resurgió con fuerza.
Hoy, los gobiernos panistas entronizados en el poder han abierto en mayor medida la puerta al proselitismo religioso en los medios. En cable hay dos canales destinados exclusivamente a la difusión, tanto de rituales como de sermones de religiones cristianas, algunas de las cuales se han convertido en un gran negocio, tal es el caso de la secta Moon.
En señal abierta Televisa difunde el programa Pare de sufrir, de esencia religiosa. Las telenovelas de este consorcio se han caracterizado por incluir en sus argumentos las creencias católicas. Entre los personajes hay curas y monjas; las imágenes de santos y vírgenes son parte del escenario, las bodas, bautizos y demás ritos aparecen en pantalla con frecuencia. "Si Dios quiere, gracias a Dios, que Dios los bendiga", son frases hechas que se escuchan reiteradamente. Todo ello sin que Gobernación diga una palabra.
La procuraduría de los derechos humanos del estado de Guanajuato ha denunciado que TV-4, el canal local que pertenece al gobierno del Estado, difunde una telenovela llamada Vida mía, la cual presuntamente contiene dogmas de la fe católica y discriminación para otras doctrinas. La serie fue coproducida con Guadalupe Comunicaciones, empresa privada; contiene 33 capítulos. Su realización se llevó a cabo en escenarios guanajuatenses.
Esta emisora tiene un presupuesto que proviene del erario, además de patrocinadores, ya que se trata de un permiso. Transmite 19 horas diarias y produce 45% de su programación que divide en tres rubros: informativa, entretenimiento y cultural. Nació en 1980 y no es, como casi ninguna de las estaciones de los gobiernos de los estados, autónoma en su funcionamiento. Es decir, se trata de una emisora del gobierno que difunde lo que al gobierno local le parece. Y su director decidió que dicha serie era adecuada para los ciudadanos guanajuatenses...
PROVOCAN CONTAMINANTES DE LA CIUDAD DE MÉXICO AFECTACIONES A LA SALUD PÚBLICA
· El especialista del CCA de la UNAM, Agustín García Reynoso, dijo que en la capital sólo se monitorean los niveles de los llamados contaminantes criterio· Un incremento de 10 partes por millón de ozono aumenta la tasa de mortalidad en 0.8 por ciento, y un alza de 10 microgramos sobre metro cúbico de PM10, en uno por ciento
· Se han obtenido datos reveladores sobre los contaminantes orgánicos en la atmósfera y su impacto en la salud, detalló la coordinadora del PUMA, Irma Aurora Rosas Pérez
Todos los días se respiran miles de elementos tóxicos en el aire de la Ciudad de México que pueden provocar serios problemas de salud pública, como el cáncer. Tal es el caso del formaldehído, un gas generado por procesos naturales y la combustión de los autos, que disminuye 67 días por año la esperanza de vida de un individuo, informó el especialista del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, Agustín García Reynoso.
Hasta la fecha, en la capital sólo se monitorean los niveles de contaminantes criterio: partículas en suspensión (PM, por sus siglas en inglés), bióxido de azufre y de nitrógeno, plomo, monóxido de carbono y ozono, debido a la dificultad y costo de estudiar otros elementos, indicó por su parte, el jefe del Departamento de Salud y Ambiente del Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA), Álvaro Román Osornio Vargas.
En este sentido, la Red Automática de Monitoreo Atmosférico (RAMA) advierte que un incremento de 10 partes por millón de ozono aumenta la tasa de mortalidad en 0.8 por ciento, y un alza de 10 microgramos sobre metro cúbico de partículas suspendidas, amplía ese indicador a uno por ciento...
Más acerca del partido único
(Raúl Isman)
Docente. Escritor. Miembro del Consejo Editorial de la Revista Desafíos. Colaborador habitual del periódico socialista El Ideal.
Director de la revista Electrónica Redacción popular. raulisman@yahoo.com.ar www.geocities.com/raulisman
Breve bosquejo histórico acerca del partido único
y cuestiones conexas a la democracia:
Vías seguras hacia (el fracaso de) la revolución
Breve bosquejo histórico acerca del partido único
y cuestiones conexas a la democracia:
Vías seguras hacia (el fracaso de) la revolución
"Por mucho que se lamente ahora
desde el punto de vista moral la existencia de
los partidos, sus medios de propaganda y de
lucha y el hecho que la confección de
sus programas y de las listas de candidatos
estén inevitablemente en manos de minorías,
lo cierto es que la existencia de los mismos no se eliminará…."
Max Weber. Sociólogo conservador alemán
desde el punto de vista moral la existencia de
los partidos, sus medios de propaganda y de
lucha y el hecho que la confección de
sus programas y de las listas de candidatos
estén inevitablemente en manos de minorías,
lo cierto es que la existencia de los mismos no se eliminará…."
Max Weber. Sociólogo conservador alemán
Introducción
La pretensión de encapsular el juego político por medio de una única fuerza ha sido históricamente una jugada que, por propia naturaleza, correspondía a la peor derecha. Pero en realidad nunca fue lograda del todo la pretensión de marras, en razón de las enormes dificultades existentes para limitar toda actividad relacionada a la politicidad a una sola agrupación. Fatalmente esta se dividía en tendencias, aunque mas no fuera una descaradamente conservadora del "Status quo" y otra muy tímidamente partidaria de la más cruel opresión. La gran revolución iniciada hacia 1789 en Francia hizo trizas la pretensión del poder que hemos referido. Así, girondinos, jacobinos, cordeleros, thermidorianos fueron algunos nombres de las nuevas organizaciones que agrupaban una parte- partido- de la sociedad. Cuanto más compleja fuera una sociedad, mayor debía ser el panorama en el cual se desplegase semejante diversidad a través de las distintas agrupaciones. En el siglo XX, los sectores privilegiados volvieron a intentar gestar regímenes de partido único, único modo que encontraron en dichas sociedades (Italia, Alemania, España, entre otras) de dar continuidad a sus privilegios durante diversas etapas críticas del sistema capitalista. En tales países la oposición seguía actuando desde la clandestinidad u operando desde dentro mismo de la lucha interna del propio partido dominante.
Vista la cuestión desde la propia izquierda, las elecciones que se celebraron en Cuba el domingo 20 de enero de 2008 (en las que la reelección de Fidel Castro no puede ser calificada como sorpresiva) reactualizan un complejo y riesgoso debate acerca de la temática enunciada en el título del presente artículo. La complejidad de la cuestión ni siquiera merece argumentarse, habida cuenta de la existencia de verdaderas bibliotecas dedicadas a tratar ambas temáticas. Por otra parte, lo riesgoso reside en el hecho que la derecha se ha apropiado de toda mención en disconformidad al (llamado) totalitarismo de partido único: De modo que toda referencialidad crítica- que asume un carácter necesario y racional- contra las perspectivas que defienden el monopartidismo puede zozobrar frente al peligro de identificación con el discurso imperial. Por otra parte, el poder- que mientras pudo se abroqueló en negar a los sujetos subalternos la posibilidad de votar y demás derechos políticos- utiliza cínicamente la bandera democrática para escarnecer y denigrar todo proceso de ascenso popular. De todos modos, en tan estrecho desfiladero daremos nuestra visión; ya que nos parece que es estéril para los procesos emancipatorios que conmueven nuestra América la defensa dogmática, acrítica y antihistórica de construcciones que, sin dudas, han hecho significativos aportes para la lucha de sus pueblos, aunque tal vez hayan agotado lo mejor de su dinamismo. Pero tal vez el error residió en generalizar ciertas experiencias pretendiéndolas erigirse en modelo universal y necesario (es decir, válido para todos los casos y de modo obligatorio). Ciertamente resulta doloroso que una construcción teórica de elevado espíritu libertario en lo social, como la enunciada por Marx, haya quedado ligada a experiencias de partido único. Pero por más duro que nos resulte, lo cierto que tal vinculación existió y es veraz. Por lo cual negarla sólo puede conducir a fallidos diagnósticos y duras derrotas. Por otra parte, el carácter global del contexto en que se desenvuelve la lucha de todos los explotados y oprimidos amerita una exposición lo más clara posible del origen histórico del problema, de los diversos modos en los que fue analizado y de sus consecuencias posteriores. La finalidad no puede ser otra que diseñar cursos de acción lo más certeros posible. Por cierto que uno de los temas centrales de todo proceso revolucionario es- como lo definió Antonio Gramsci- el consenso de masas hacia las transformaciones; cuestión más que presente en la temática que analizaremos. De hecho, en tal perspectiva, toda lucha por la liberación nacional y social es un combate por ganar en tal perspectiva al conjunto del pueblo. De modo que en el presente artículo se analizará fundamentalmente la tradición de izquierdas en relación al partido único y la cuestión de la democracia. Que la derecha se preocupe ella por sus problemas, contradicciones y enfrentamientos. Empezaremos con un breve recorrido por los clásicos del pensamiento revolucionario y las circunstancias históricas en las que alumbraron sus ideas acerca de los partidos políticos. Relacionado con lo dicho, veremos brevemente la relación que existen entre democracia política y las diversas transformaciones sociales.
Vista la cuestión desde la propia izquierda, las elecciones que se celebraron en Cuba el domingo 20 de enero de 2008 (en las que la reelección de Fidel Castro no puede ser calificada como sorpresiva) reactualizan un complejo y riesgoso debate acerca de la temática enunciada en el título del presente artículo. La complejidad de la cuestión ni siquiera merece argumentarse, habida cuenta de la existencia de verdaderas bibliotecas dedicadas a tratar ambas temáticas. Por otra parte, lo riesgoso reside en el hecho que la derecha se ha apropiado de toda mención en disconformidad al (llamado) totalitarismo de partido único: De modo que toda referencialidad crítica- que asume un carácter necesario y racional- contra las perspectivas que defienden el monopartidismo puede zozobrar frente al peligro de identificación con el discurso imperial. Por otra parte, el poder- que mientras pudo se abroqueló en negar a los sujetos subalternos la posibilidad de votar y demás derechos políticos- utiliza cínicamente la bandera democrática para escarnecer y denigrar todo proceso de ascenso popular. De todos modos, en tan estrecho desfiladero daremos nuestra visión; ya que nos parece que es estéril para los procesos emancipatorios que conmueven nuestra América la defensa dogmática, acrítica y antihistórica de construcciones que, sin dudas, han hecho significativos aportes para la lucha de sus pueblos, aunque tal vez hayan agotado lo mejor de su dinamismo. Pero tal vez el error residió en generalizar ciertas experiencias pretendiéndolas erigirse en modelo universal y necesario (es decir, válido para todos los casos y de modo obligatorio). Ciertamente resulta doloroso que una construcción teórica de elevado espíritu libertario en lo social, como la enunciada por Marx, haya quedado ligada a experiencias de partido único. Pero por más duro que nos resulte, lo cierto que tal vinculación existió y es veraz. Por lo cual negarla sólo puede conducir a fallidos diagnósticos y duras derrotas. Por otra parte, el carácter global del contexto en que se desenvuelve la lucha de todos los explotados y oprimidos amerita una exposición lo más clara posible del origen histórico del problema, de los diversos modos en los que fue analizado y de sus consecuencias posteriores. La finalidad no puede ser otra que diseñar cursos de acción lo más certeros posible. Por cierto que uno de los temas centrales de todo proceso revolucionario es- como lo definió Antonio Gramsci- el consenso de masas hacia las transformaciones; cuestión más que presente en la temática que analizaremos. De hecho, en tal perspectiva, toda lucha por la liberación nacional y social es un combate por ganar en tal perspectiva al conjunto del pueblo. De modo que en el presente artículo se analizará fundamentalmente la tradición de izquierdas en relación al partido único y la cuestión de la democracia. Que la derecha se preocupe ella por sus problemas, contradicciones y enfrentamientos. Empezaremos con un breve recorrido por los clásicos del pensamiento revolucionario y las circunstancias históricas en las que alumbraron sus ideas acerca de los partidos políticos. Relacionado con lo dicho, veremos brevemente la relación que existen entre democracia política y las diversas transformaciones sociales.
La cuestión en
Marx yEngels
Marx yEngels
Nada más extraño que el imperativo de partido único y el desprecio por los mecanismos de la democracia (burguesa) para Carlos Marx y Federico Engels. Examinemos someramente ambas temáticas.
Con relación al primero de dichos conceptos, dicen en El Manifiesto Comunista, considerado casi unánimemente su primer obra de madurez, que: "Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros…". Obviamente si se afirma la existencia de varios partidos obreros, no puede defenderse la existencia de sólo uno. Pero además, el autor de Das capital anticipa de tal modo otros temas que serán desarrollados en el siglo siguiente por la sociología (burguesa) de la modernización. Verbigracia, el hecho que cuanto más moderna es una sociedad, resulta más compleja y por lo tanto difícil de encuadrar en una única representación política, aún a la propia clase de los proletarios. Por cierto que lo dicho se refiere básicamente a los países capitalistas desarrollados occidentales, pero (en menor grado de intensidad) se verifica en distintas formaciones sociales periféricas.
A ello alude la cita de Weber utilizada como epígrafe del presente artículo, texto que reafirma la inevitabilidad de la representación de las personas (ciudadanos) en fracciones (partidos políticos). Tal vez, el hecho que las revoluciones socialistas (contrario sensu a lo profetizado por Marx) se hayan verificado en países periféricos y/o profundamente extraños a la racionalidad europeo-occidental haya incidido en la peculiaridad de su escaso apego por las formas democráticas; tan al gusto (liberal) del oeste del orbe. Por otra parte, la contradicción entre el carácter masivo que tiene- según Marx- toda construcción política revolucionaria y ciertos rasgos limitados, en lo referente a la participación, que son inherentes e inevitables en la actividad de los partidos y del conjunto de la actividad política es una dirección de análisis que el marxismo nunca desarrolló; tentándose apenas con rechazar las corrientes sociológicas elitistas, pero sin desarrollar una teoría por la afirmativa que superase las muy certeras y precisas limitaciones señaladas por Weber. Tal vez la excepción fuera la teoría del partido enunciada por Lenín en Que hacer, pero el revolucionario ruso jamás abjuro de su adhesión incondicional al marxismo.
Agregan Marx y Engels que los comunistas, la única diferencia que tienen con los demás partidos proletarios es "que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto. Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario". Ambas citas, tomadas de la versión electrónica del texto citado, son por demás ilustrativas y constituyen el contexto teórico que guió la práctica de las diversas agrupaciones a las que adherían los autores y, en especial, de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T. o primer internacional). En efecto, no sólo militaban en la citada Internacional anarquistas, socialistas reformistas, sindicatos no demasiado combativos y otras tendencias del movimiento estrictamente obrero. También lo hicieron diversas fracciones jacobinas; es decir, fuerzas partidarias de la democracia, pero no del socialismo. De modo que queda absolutamente claro el compromiso de los autores de Manifiesto Comunista con la pluralidad política. Y con relación a la segunda de las cuestiones; Marx no dudó en tomar claro partido por el Movimiento Cartista, un conglomerado social que se definía por lograr la generalización del sufragio universal y alcanzar la máxima coherencia y pureza comicial y no tenía planteo alguno por la revolución social.
Desde la Revolución Francesa y hasta al menos mediados del siglo XX., los sectores dominantes y sus aliados eclesiásticos se opusieron tenaz y ferozmente al principio- hoy casi aceptado por unanimidad en gran parte del orbe llamado occidental- de un hombre, un voto; es decir a la soberanía popular. Y dejamos entre paréntesis la cuestión de la femineidad, ya que el derecho simétrico de las mujeres demandó luchas muchas más profundas y prolongadas. Por lo tanto, configuraba una lectura mínima e imprescindible para toda fuerza democrática y/o socialista la intervención para profundizar los contenidos de aquella democracia que aún no era llamada burguesa. Y curiosamente existía una coincidencia de hecho entre el teórico nacido en Treverís y pensadores burgueses como John Stuart Mill, consistente en afirmar que el bloque de poder jamás concedería la plenitud de sus derechos políticos a las masas; en razón que no se podría dotar de capacidad de decisión a quienes estaban llamados a sepultar un sistema tan injusto como explotador. O para decirlo de modo simple: la propiedad privada sobre los medios de producción no se vota o no puede someterse a compulsa electoral la explotación social de hombres, mujeres y niños proletarios. De hecho, lo que fundamenta la posición común de ambos no es otra cosa que el hecho que el propio territorio de la historia política muestra el enfrentamiento entre los sectores poderosos- que desean mantener la situación inalterada- y el bloque popular, que puja por ampliar permanentemente los límites que se le imponen a la participación y soberanía popular. Uno desde el apoyo al sistema injusto, el otro desde la crítica corrosiva, acordaban.
De modo que una lectura mínima e imprescindible de la historia de la conflictividad europea del siglo XIX arroja como resultado necesario la profunda imbricación de la lucha por el sufragio universal y por la emancipación social de los trabajadores. En efecto, las revoluciones francesas de 1830, 1848 y aún la propia comuna de 1871. ¿Qué fueron sino, revueltas de contenido social y a la vez político- democrático? De cada una de ellas, emergió una forma de representatividad (un poco más) ampliada; aunque no satisficiere del todo las expectativas populares. Por otra parte, en Marx, está muy claro que una (la emancipación social) se da con la otra (la democracia política) y no contra la otra. Profundizando aún más esta idea, el último Engels afirmará que sin democracia política es impensable pensar si quiera la posibilidad de la revolución obrera; en textos que parecen preanunciar las elaboraciones que desarrollará a posteriori Gramsci, en textos dedicados a balancear la derrota de la Revolución Italiana a manos del fascismo.
Antes de analizar la aparición sensible y leniniana (el término leninista será acuñado luego de la revolución rusa de 1917) de la idea del partido único, extraeremos algunas conclusiones del análisis desplegado.
1) El partido único es tan extraño y exótico a Marx y Engels; como lo era para ellos la existencia de una variante del capitalismo que no implicase explotación del trabajo asalariado.
2) La lucha por ampliar la democracia es inseparable de la constante batalla por la emancipación social del proletariado...
Con relación al primero de dichos conceptos, dicen en El Manifiesto Comunista, considerado casi unánimemente su primer obra de madurez, que: "Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros…". Obviamente si se afirma la existencia de varios partidos obreros, no puede defenderse la existencia de sólo uno. Pero además, el autor de Das capital anticipa de tal modo otros temas que serán desarrollados en el siglo siguiente por la sociología (burguesa) de la modernización. Verbigracia, el hecho que cuanto más moderna es una sociedad, resulta más compleja y por lo tanto difícil de encuadrar en una única representación política, aún a la propia clase de los proletarios. Por cierto que lo dicho se refiere básicamente a los países capitalistas desarrollados occidentales, pero (en menor grado de intensidad) se verifica en distintas formaciones sociales periféricas.
A ello alude la cita de Weber utilizada como epígrafe del presente artículo, texto que reafirma la inevitabilidad de la representación de las personas (ciudadanos) en fracciones (partidos políticos). Tal vez, el hecho que las revoluciones socialistas (contrario sensu a lo profetizado por Marx) se hayan verificado en países periféricos y/o profundamente extraños a la racionalidad europeo-occidental haya incidido en la peculiaridad de su escaso apego por las formas democráticas; tan al gusto (liberal) del oeste del orbe. Por otra parte, la contradicción entre el carácter masivo que tiene- según Marx- toda construcción política revolucionaria y ciertos rasgos limitados, en lo referente a la participación, que son inherentes e inevitables en la actividad de los partidos y del conjunto de la actividad política es una dirección de análisis que el marxismo nunca desarrolló; tentándose apenas con rechazar las corrientes sociológicas elitistas, pero sin desarrollar una teoría por la afirmativa que superase las muy certeras y precisas limitaciones señaladas por Weber. Tal vez la excepción fuera la teoría del partido enunciada por Lenín en Que hacer, pero el revolucionario ruso jamás abjuro de su adhesión incondicional al marxismo.
Agregan Marx y Engels que los comunistas, la única diferencia que tienen con los demás partidos proletarios es "que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto. Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario". Ambas citas, tomadas de la versión electrónica del texto citado, son por demás ilustrativas y constituyen el contexto teórico que guió la práctica de las diversas agrupaciones a las que adherían los autores y, en especial, de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T. o primer internacional). En efecto, no sólo militaban en la citada Internacional anarquistas, socialistas reformistas, sindicatos no demasiado combativos y otras tendencias del movimiento estrictamente obrero. También lo hicieron diversas fracciones jacobinas; es decir, fuerzas partidarias de la democracia, pero no del socialismo. De modo que queda absolutamente claro el compromiso de los autores de Manifiesto Comunista con la pluralidad política. Y con relación a la segunda de las cuestiones; Marx no dudó en tomar claro partido por el Movimiento Cartista, un conglomerado social que se definía por lograr la generalización del sufragio universal y alcanzar la máxima coherencia y pureza comicial y no tenía planteo alguno por la revolución social.
Desde la Revolución Francesa y hasta al menos mediados del siglo XX., los sectores dominantes y sus aliados eclesiásticos se opusieron tenaz y ferozmente al principio- hoy casi aceptado por unanimidad en gran parte del orbe llamado occidental- de un hombre, un voto; es decir a la soberanía popular. Y dejamos entre paréntesis la cuestión de la femineidad, ya que el derecho simétrico de las mujeres demandó luchas muchas más profundas y prolongadas. Por lo tanto, configuraba una lectura mínima e imprescindible para toda fuerza democrática y/o socialista la intervención para profundizar los contenidos de aquella democracia que aún no era llamada burguesa. Y curiosamente existía una coincidencia de hecho entre el teórico nacido en Treverís y pensadores burgueses como John Stuart Mill, consistente en afirmar que el bloque de poder jamás concedería la plenitud de sus derechos políticos a las masas; en razón que no se podría dotar de capacidad de decisión a quienes estaban llamados a sepultar un sistema tan injusto como explotador. O para decirlo de modo simple: la propiedad privada sobre los medios de producción no se vota o no puede someterse a compulsa electoral la explotación social de hombres, mujeres y niños proletarios. De hecho, lo que fundamenta la posición común de ambos no es otra cosa que el hecho que el propio territorio de la historia política muestra el enfrentamiento entre los sectores poderosos- que desean mantener la situación inalterada- y el bloque popular, que puja por ampliar permanentemente los límites que se le imponen a la participación y soberanía popular. Uno desde el apoyo al sistema injusto, el otro desde la crítica corrosiva, acordaban.
De modo que una lectura mínima e imprescindible de la historia de la conflictividad europea del siglo XIX arroja como resultado necesario la profunda imbricación de la lucha por el sufragio universal y por la emancipación social de los trabajadores. En efecto, las revoluciones francesas de 1830, 1848 y aún la propia comuna de 1871. ¿Qué fueron sino, revueltas de contenido social y a la vez político- democrático? De cada una de ellas, emergió una forma de representatividad (un poco más) ampliada; aunque no satisficiere del todo las expectativas populares. Por otra parte, en Marx, está muy claro que una (la emancipación social) se da con la otra (la democracia política) y no contra la otra. Profundizando aún más esta idea, el último Engels afirmará que sin democracia política es impensable pensar si quiera la posibilidad de la revolución obrera; en textos que parecen preanunciar las elaboraciones que desarrollará a posteriori Gramsci, en textos dedicados a balancear la derrota de la Revolución Italiana a manos del fascismo.
Antes de analizar la aparición sensible y leniniana (el término leninista será acuñado luego de la revolución rusa de 1917) de la idea del partido único, extraeremos algunas conclusiones del análisis desplegado.
1) El partido único es tan extraño y exótico a Marx y Engels; como lo era para ellos la existencia de una variante del capitalismo que no implicase explotación del trabajo asalariado.
2) La lucha por ampliar la democracia es inseparable de la constante batalla por la emancipación social del proletariado...
Calderón rebasa por la derecha
/ Juvenal González González
Cínico: un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada.
- Oscar Wilde
- Oscar Wilde
Entre la larga lista de despropósitos que han desprestigiado a los políticos profesionales, quizás los más recurrentes son el prometer y no cumplir, y decir una cosa y hacer lo contrario a lo dicho.
Felipe Calderón no es la excepción. Desde su campaña electoral enseñó el cobre. Frente a la mayor popularidad de su contrincante y bajo la consigna de que en la democracia todo se vale (Fox y Castañeda dixit) se soltó el chongo.
Luego de criticar el populismo de López Obrador por "regalar" dinero a los viejitos, sin rubor alguno incorporó esa prestación a su programa (y hoy la presume muy orondo). Frente al compromiso de AMLO y Madrazo de reducir las tarifas eléctricas y los precios de los energéticos, no se quiso quedar atrás y también ofreció lo mismo. Como ya se sabe hizo lo contrario, nos recetó el gasolinazo y decretó aumentos en la luz y el gas.
Prometió ser el "presidente del empleo" y va peor que Fox, que no es cualquier cosa. El chorizo de incumplimientos y mentiras crece proporcionalmente al tiempo que transcurre. En estos días se ha recordado aquella de que iba a "rebasar por la izquierda" a López Obrador. ¿Usted se imagina al tabasqueño prometiendo, con tal de ganar votos, su intención de rebasar a Calderón por la derecha? de locos ¿no?
Lo único que ha cumplido fielmente y ya estamos viendo que lo seguirá haciendo cuéstele lo que le cueste, es seguir por el mismo camino alineándose por la derecha. Para eso lo pusieron y no tiene la intención de fallarles.
Pero las cosas no le están saliendo a pedir de boca. El haberse puesto una casaca verde y una cachucha militar para encabezar "la guerra" contra los narcos, lejos de asustar a los malandrines, les dio más cuerda, cada vez actúan con más descaro. La enorme cantidad de fichas que puso en juego se le agotan rápidamente y ora ni modo que se raje.
La recesión en Estados Unidos se hace cada vez más evidente y la conjura de que ningún huracán salpicará nuestra chalupa, no se la cree nadie. Después del "error de diciembre" y el robaproa, los mexicanos sabemos que cuando se insiste en que nuestra economía está "blindada" y "más fuerte que nunca", es hora de ponerse los salvavidas.
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