La “Semana Santa” es la memoria viva –y como viva, presente y actuante cada vez- de un acontecimiento heroico, sagrado y liberador: El Sacrificio del Amor...
Al hablar del “Sacrificio del Amor”, lo primero es no malentendero malinterpretar la palabra “Sacrificio”... Sacrificio viene de dos palabras latinas: “sacer” o “sacri” que quiere decir “santo” o “sagrado”, y “facere” o “ficio” que quiere decir “hacer”. Entonces, “sacrificio” quiere decir: “hacer cosas santas o sagradas”. No es entonces meramente “algo que cuesta”, sino “un poder para bendecir, para espiritualizar, para servir”. El que “se sacrifica” en bien de otro, bendice a ese otro, lo hace santo, le da gratuitamente algo grande y espiritual, ¡pero también el que “se sacrifica” en bien de otro, se bendice a sí mismo, se santifica y se da a sí mismo algo grande y espiritual!... Cuando se comprende esta doble vía de bienes y bendiciones se está más libremente y más alegremente dispuesto al sacrificio...
Por otra parte, el “sacrificio” es fundamentalmente una acción “sacerdotal”, no solamente, ni principalmente, en el restringido sentido de “sacrificar a otros”, sino también y sobre todo en el sentido de “sacrificarse a uno mismo”... De hecho, la palabra “sacerdote” se origina también en dos palabras latinas: “sacer” que quiere decir “santo” o “sagrado” y “dare” o “dote” que quiere decir “dar”. Entonces, “sacerdote” quiere decir “el que da las cosas santas o sagradas”... La unión de ambos conceptos, en el ser y función de un sacerdote, nos hace comprender mejor que para que un sacerdote dé las cosas santas y sagradas, a sí mismo y a los demás, el camino fundamental es “el sacrificio”...
En el Movimiento Obradorista o en cualquier otro Movimiento de Izquierda, en cualquier país, hacen falta médicos, psicólogos, educadores y sanadores sociales con sentido y capacidad de “sacrificio”, y, por ello y sobre todo, también “sacerdotes”... Para asumir y aprovechar esta potencialidad “sacerdotal” en beneficio de los demás, especialmente de los más pobres, hay que desprenderse de un sentido elitista, restringido y clasista del concepto “sacerdote” y abrirse a su sentido más universal y al alcance de tod@s (en muchas espiritualidades, y ciertamente en la católica, se habla del “sacerdocio bautismal” como prerrogativa de tod@s los que siguen esa espiritualidad y no sólo de los ministros especializados del culto)...
Pero no nos gusta esa tarea “sacerdotal”, por presentir que implica sacrificio. Tal vez querríamos ser servidores y luchadores sociales sin necesidad de este aspecto espiritual-sacerdotal. Y, con frecuencia, si al fin nos decidimos, somos sacerdotes o empezamos a ser sacerdotes un poquito a la fuerza... Hay un texto bíblico que puede iluminar la idea de ese sacerdocio-sacrificio al que espontáneamente nos resistimos, pero que puede ser extraordinariamente valioso y liberador para nuestro pueblo, y en general para quienes nos rodean... Dice el Evangelio de Marcos, 15, 21: “Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz”... Meditemos un poco, y fijémonos ¡cuánto puede decir un solo versículo de la Biblia!... Imaginemos la escena... ¿Qué dice aquí? Que había un hombre que se llamaba Simón, del pueblo de Cirene... Y que lo tuvieron que obligar. ¿Qué quiere decir eso? ¡Que no era ningún voluntario! ¡Lo tuvieron que obligar! ¿A qué lo obligaron? A llevar la cruz, de Cristo y con Cristo... Pareciera que están hablando de nosotros, ¿verdad? Hay cosas en la vida, en el trabajo, en el hogar, en una Iglesia comprometida con el pueblo, en este Movimiento de Resistencia, que no queremos, que nos “obligan”, que van en contra de nuestra voluntad, pero que sentimos que tenemos que hacer o que, ni modo, tenemos que apechugar... ¿Ustedes creen que Simón de Cirene estaba contento, estaba feliz, cuando le dijeron, ¡vas a caminar al lado de este condenado llevando su cruz!... ¡No! ¡A Simón de Cirene no le gustó la idea! Lo tuvieron que obligar... A veces a nosotros nos obligan y a veces somos nosotros los que tenemos que “obligar” a otras personas a caminar como Cristo y con Cristo, llevando la cruz... Y Simón de Cirene -me lo imagino, la biblia no lo dice pero podemos suponerlo- ¡venía cansado! Porque, ¿de dónde venía? ¡Leímos que “venía del campo”! ¡Venía de trabajar! ¡Venía cansado! ¡Como yo y como sé que muchos de ustedes también a veces! ¡Estamos cansados!... Y podemos decir: “¡Ah, otra lucha, otra reunión de trabajo, otro hermano que me necesita, otra acción de Resistencia! ¡Otro fin de semana que tengo que sacrificar! ¡Hoy no tengo ganas de ir!”... Pero Simón de Cirene agarró la cruz. Me imagino que tal vez miró un poco feo a Jesús. Tal vez le dijo: ‘Te metes tú en problemas y a uno lo ponen a cargar con tu cruz’...
Lo importantede esta historia bíblica es que nos ayude a comprender que esta “obligación” es ya una forma de “Sacrificio”, de “Amor de Sacrificio”, como una Tremenda Fuerza Liberadora en favor de nosotros mismos y de los demás... Expresemos esto en forma de canto:
SANGRE DE CRISTO
Yo no lo quería, a mí me obligaron,
la cruz me cargaron, a mi casa yo iba.
Venía yo cansado y en los míos pensaba,
para ellos vivía, pues yo les amaba...
Tal vez Simón de Cirene dio forzado sus primeros pasos, pero poco a poco como que le agarró el modo, se acomodó la cruz, y… ¿se imaginan qué pasó? ¡Su túnica se llenó de sangre! ¿Sangre de quién? Sangre de Cristo... ¡Sus manos se llenaron de sangre! ¿Sangre de Quién? Sangre de Cristo... Y empezó a sudar, y se limpiaba el sudor y luego en la túnica se secaba las manos. ¡Su túnica quedaba llena de sangre! ¿Sangre de quién? Sangre de Cristo... Intentemos meternos en la experiencia del Cireneo:
Yo no lo esperaba: ¡mis ropas mancharon!
¡Rojo había en mi manto!
¡Sangre había en mis manos!
¡Sangre de Aquel Pobre
que a la cruz llevaban!
¡Sangre y llanto y barro que yo no deseaba!...
¿Se dan cuenta? ¡Esto expresa otro simbolismo del Amor de Sacrificio: No hay Sacrificio sin sangre! ¡Amar es sangrar y dar la sangre, dar la vida! ¡Jesús en la Liturgia Eucarística se sacrifica nuevamente, cada vez, cada misa, y derrama su sangre como bebida-ofrenda-medicina para nosotros! ¡Y cada uno de nosotros en la Asamblea Eucarística es (o debiera ser) como un Simón de Cirene que se asocia al sacrificio de Cristo y se baña, se impregna de esa Sangre transformadora y liberadora (en la Consagración y en la Comunión), y la hace suya!... Miremos, además, con visión profunda, que sucede exactamente lo mismo en la gran Misa sobre el Mundo de la que habla Teilhard de Chardin –esa suma de todos los esfuerzos, sufrimientos y trabajos de todos los seres humanos- y mirémonos cada uno de nosotros como fieles participantes en esta Gran Misa en la que miles de humildes sacerdotes en el mundo se ofrendan y se sacrifican y sangran su savia-vida-medicina que es como una gran Fuerza Interior capaz de transformarnos y de transformar el mundo-nuestro mundo y que se derrama sobre tod@s...
Ese día Simón de Cirene llegó tarde a su casa. Pero cuando llegó -la Biblia no lo dice, pero podemos suponerlo-, su esposa y sus hijos (porque dice que era el padre “de Alejandro y de Rufo”) salieron, y cuando lo vieron todo ensangrentado... pues, ¡se asustaron!... ¿Qué te pasó?... A mí, nada. A un hombre que llamaban Jesús, lo crucificaron... Pero, ¿y esa sangre?... Esa sangre no es mía, es Sangre de Cristo...
Al llegar a casa, los míos se asustaron
y me preguntaron: ¿quién te ha lastimado?
¡No se asusten, hijos, la Sangre no es mía!
¡Yo estoy sano y salvo, no temas, querida!...
Y, claro, ¡la esposa lo abrazó! ¡Los hijos también!: ‘¡Ah, qué descanso, ya nos habías asustado, creíamos que era tu sangre!’ Y... sin darse cuenta... ¡en ese abrazo, les compartió de la sangre de Cristo a ellos!... ¡Sin saberlo, abrazó a su familia con Sangre de Cristo!...
Luego me abrazaron, de alegría llorando.
Y al yo abrazarles, ¡también se mancharon!
¡De Sangre sus rostros! ¡De Sangre sus almas!
¡De Sangre de Cristo ellos se impregnaban!
¡La Sangre de Cristo
yo llevé a mi casa!
¡Les llevé a los míos
la Sangre que salva!
¡Sangre en sacrificio!
¡Sangre ofrendada!
¡La Sangre de Cristo!
¡Sangre muy amada!
¿Se dan cuenta? El que en la Liturgia Eucarística en una pequeña iglesia o en la Misa sobre el Mundo es bañado, impregnado realmente con la Sangre de Cristo, puede realizar también simbólica y realmente, como Sacerdote, en su casa o en el trabajo o en su Acción de Lucha y de Resistencia, el momento principal y fundamental de la Liturgia Liberadora: EL SACRIFICIO DEL AMOR, al llevar a su familia, amig@s, compañer@s, la Sangre de Cristo (y, claro, lo que implica de compromiso, de cambio, de perseverancia, de más y mayor sacrificio de amor y fidelidad)... ¡Es como si a través del gesto de su amor sacrificado (expresado aquí en esta historia con el abrazo a sus hijos) papá-sacerdoterealizara la Consagración y diera a los suyos la Comunión (es decir, la misma Sangre de Cristo de la que él ha participado y que ha recibido de Jesús-Eucaristía)... Como si con sus gestos y acciones de Lucha y de Resistencia, una persona comprometida por su pueblo se convirtiera en sacerdote o sacerdotisa que realiza igualmente la Consagración y da a quienes sirve la Comunión...
La historia que hemos leído en el versículo sobre Simón de Cirene no termina allí... ¡En el momento en que Simón llegó “manchado” con Sangre de Cristo y abrazó a su familia algo mágico ocurrió en esa casa, y surgieron dos grandes cristianos servidores que se llamaron: Alejandro y Rufo! ¿Por qué creen ustedes que San Marcos los llama por su nombre? Porque los que leían el Evangelio de Marcos conocían más a Alejandro y a Rufo que a Simón... Por eso dice: ¿saben quién es este Simón de Cirene al que cargaron la cruz? ¡El papá de Alejandro y Rufo!... Cuando en una referencia se menciona a los hijos es porque los hijos son más conocidos... Y si les queda alguna duda leamos la Carta a los romanos (su Evangelio, Marcos lo escribe para los romanos y los romanos sabían quién era Alejandro y quién era Rufo), capítulo 16, versículo 13: “Saluden a Rufo, el escogido del Señor y a su madre que ha sido como una madre para mí”...¿A quién le manda saludos San Pablo? A Rufo, uno de los hijos de Simón de Cirene. ¡Saluden a Rufo! ¿Cómo lo llama? ¡El escogido del Señor! ¿Y cuándo el Señor escogió a Rufo? ¡Cuando su papá, algo a la fuerza, como muchos, empezó a llevar la cruz con Cristo, la cruz del Amor de Sacrificio!... ¡Uno nunca sabe! ¡Tal vez hacer eso que tanto te cuesta, como estar luchando por tu pueblo, tal vez esas pruebas que sufres o esa enfermedad o esos contratiempos, tal vez todo eso es Sangre de Cristo de la que te impregnas y que llevas a los tuyos, o a los pobres o a desconocidos en México y en el mundo, y a través de esa Sangre que tú les llevas se transforman en escogidos, en elegidos de Dios!... ¡Uno nunca sabe! ¡Ahí está el Sacrificio, ahí está el Verdadero Amor, ahí está La Roca sobre la que se edifican las cosas que valen la pena!... Y de la esposa de Simón de Cirene, la mamá de Rufo, dice San Pablo: ¡Ha sido como una madre para mí! ¡La casa de Simón de Cirene se convirtió en un lugar donde apoyaban fuertemente a los seguidores de Jesús! Porque este hombre llevó Sangre de Cristo a su casa... ¡Uno nunca sabe! ¡Tal vez cuando apoyas fuertemente a este Movimiento, a los pobres y enfermos, cuando luchas contra la injusticia y la opresión, especialmente si eso te trae dificultades, problemas, trabajos que te cansan, estás siendo bañado con Sangre de Cristo, Sangre de Amor sacrificado que levanta, que libera y que te bendice a ti y a los tuyos y a los pobres de nuestro pueblo!...
¡Por eso, hoy y aquí, pidamos la Bendición de lo alto! ¡Dios bendiga a los Simón de Cirene en Lucha y en Resistencia, comprometidos con su pueblo! ¡Que están un poco cansados, tal vez!... ¡Ay, pero es que en mi familia se burlan de mí y no me entienden!... ¡Sígalos abrazando... con la Sangre de Cristo!... ¡Ay, es que no aguanto los malos modos de tal o cual compañero!... ¡Sígalo abrazando... con la Sangre de Cristo... ¡Ay, es que la gente no hace ningún caso y no se suman a la lucha!... ¡Ámalos, compréndelos, abrázalos...con la Sangre de Cristo!...¡Ay, es que parece todo tan inútil y tan sin resultados!... ¡Tú sigue luchando y resistiendo! ¡Esa es la Sangre-Savia-Medicina que necesita el mundo y que necesita nuestro pueblo!...
Simón de Cirene, ¡sigue tú luchando!
¡Por los que tú amas sigue trabajando!
Y si Dios te escoge, y la cruz te carga,
¡no le tengas miedo! ¡Trae Sangre que salva!...
Simón de Cirene, ¡abraza a tu pueblo!
¡Con la Sangre Santa de Aquel Nazareno!
¡Cúbrelos del rojo de esa Sangre Amada!
¡De Sangre de Cristo cúbreles el alma!
¡La Sangre de Cristo
yo llevé a mi patria!
¡Les llevé a los míos
la Sangre que salva!
¡Sangre en sacrificio!
¡Sangre ofrendada!
¡La Sangre de Cristo!
¡Sangre muy amada!
Esto que estamos escribiendo-leyendo-reflexionando-compartiendo es como una Gran Liturgia -al menos como parte de la Gran Eucaristía sobre el Mundo-... Hay, aquí y ahora, una Energía Cósmica, un Amor Universal, una Fuerza Transformadora y Renovadora que se derrama sobre nosotros como una savia-sangre-medicina invisible, como Sangre de Cristo, como Sangre del Dios-Hombre, como Sangre de Todo lo Divino y como Sangre de lo mejor de Todo lo Humano... Y si permitimos que nos impregne, bebiéndola-recibiéndola, nos hará plenos de esa Energía-Amor-Fuerza y podremos compartirla con todos los próximos a nosotros... Podremos hacerlo ahora mismo en nuestras casas, o con nuestros amigos y vecinos, y especialmente con nuestr@s compañer@s de lucha...
SANGRE DE CRISTO (Video completo)
¡Feliz y comprometida Semana Santa! ¡Felices Pascuas! ¡Feliz Lucha y Resistencia! ¡Feliz Resurrección! ¡Feliz Victoria!...
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