DEL BLOG "UNIVERSIDAD DE LA IV REPÚBLICA"


UN BRILLANTE CIRUJANO
SIN EDUCACIÓN MÉDICA FORMAL


El 2 de diciembre de 1967, el doctor Christian Barnard anunció al mundo una asombrosa noticia: el primer trasplante de corazón entre humanos realizado con éxito. Había sido realizado en el hospital Groote Schuur, de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica...

En la Sudáfrica racista del apartheid, donde se establecían diferencias en el sistema jurídico en función del color de la piel, fue Christian Barnard -sudafricano blanco- quien en 1967 recibió todos los honores por llevar a cabo el primer trasplante de un corazón humano.

Pero fue también Hamilton Naki, un brillante cirujano sin educación formal médica, quien aquella noche hizo posible lo que durante siglos había supuesto un reto imposible para la medicina.


¿Cómo llegó Hamilton Naki, un ciudadano de segunda, que había abandonado los estudios a los 14 años por necesidad, a estar en medio de una de las operaciones más destacadas del siglo? Quizás las palabras del célebre Barnard, poco antes de su muerte, lo resuman: "Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes, y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido".

Fue por esa extraordinaria pericia que Barnard le pidió a Naki que integrara su equipo de apoyo en la primera exitosa operación de trasplante de corazón en el mundo. Su participación violaba las leyes de segregación racial del país, que señalaba que los negros no deberían recibir entrenamiento médico, ni deberían trabajar en ambientes sólo para blancos, ni tener contacto con pacientes blancos.

Hamilton Naki nació en 1926 en una aldea del antiguo protectorado británico del Transkei (provincia de El Cabo), todo parecía condenarle -como al resto de sus compatriotas negros- a una existencia mísera en el inicuo régimen del apartheid. De raza negra y de una familia pobre, nunca terminó la escuela primaria y halló su primer trabajo a los catorce años, cortando césped y prestando servicio en las canchas de tenis de la Universidad de Ciudad del Cabo.

Poco a poco, sus capacidades le fueron granjeando puestos de responsabilidad. Pronto se dedicó a limpiar las jaulas de los animales con los que el equipo del prestigioso cirujano Barnard experimentaba en el campo de los trasplantes. De limpiar jaulas pasó a intervenir en operaciones quirúrgicas a los animales del laboratorio, donde tuvo la oportunidad de anestesiar, operar y, finalmente, trasplantar órganos a animales como perros, conejos y pollos… Los médicos que observaron el trabajo de Naki solían describir cómo lograba suturar diminutos vasos sanguíneos con sorprendente delicadeza y precisión, y completar en silencio operaciones que los estudiantes de medicina comenzaban.


A partir de la mera observación, según explicaba él mismo, Naki se convirtió en un experto cirujano de manos precisas y firmes, aunque sólo conocido para los que compartían quirófano con él. De cara a la ley, era el jardinero.

Naki era conocido especialmente por enseñar a los estudiantes de medicina a realizar complicados trasplantes de hígado en cerdos, un procedimiento que se dice es más complicado que los trasplantes de corazón en los humanos… Naki solía recordar con cariño cómo los estudiantes de medicina le pedían consejo. “Es por eso que me llamaban el padre cirujano”, dijo en una ocasión.

Años después, cuando desapareció el sistema de segregación racial en 1994, se revelaron las contribuciones de Naki. "Ahora puedo alegrarme de que todo se sepa. Se ha encendido la luz y ya no hay oscuridad", dijo éste héroe clandestino al recibir en 2002 la orden de Mapungubwe, uno de los mayores honores de su país, por su contribución a la ciencia médica. Al año siguiente, le fue otorgado un título de medicina honorífico en reconocimiento por sus años de entrenamiento a jóvenes médicos que llegaron a ser cirujanos famosos…. Hasta sus últimos días, uno de los mayores cirujanos del siglo sobrevivió con una modesta pensión de jardinero...

¿Qué te dice a ti que una persona enfrente la pobreza y el racismo, no pueda terminar sus estudios de primaria, no se le permita nunca estudiar en una aula “oficial” universitaria, y sin embargo se convierta en uno de los mejores cirujanos de su tiempo y en maestro de otros cirujanos?...

A la Universidad de la IV República, Institución Educativa Nueva, “no oficial”, interesada en enseñar y en servir, en formar médicos comprometidos con su pueblo, sin ningún precio, sin racismos ni requisitos académicos, con espíritu abierto... esta historia nos dice... que estamos en el camino correcto...

La Universidad de la IV República, en su Campus Distrito Federal próximo a comenzar y en su Campus Virtual de inscripción permanente... ¡te está esperando!...


Álvaro, Universitario de la IV República



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