Impunidad
En las últimas semanas se ha agudizado la violencia en el Estado de Guerrero, no sólo la provocada por la guerra del Espurio Calderón contra el narcotráfico (perdón por el pleonasmo), con sangruientos enfrentamientos entre el Ejército Mexicano y los sicarios de los narcotraficantes. Sino que también, la ola de violencia contra las comunidades indígenas de la montaña de Guerrero y los activistas defensores de los derechos humanos, ha arreciado al grado de que el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan tuvo que abandonar la región debido a las continuas amenazas que recibían. Asimismo, Amnistía Internacional declaró en el mes de abril que la situación de la violación de los derechos humanos era un tema de igual importancia que la Guerra en Irak.
Por si esto fuera poco, también en abril de este año hace su reaparición el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), el cual en voz del Comandante Ramiro, ha denunciado al empresario ganadero y maderero, político priísta, Rogaciano Alba Álvarez, como operador del narcotraficante el Chapo Guzmán, atribuyéndole además al cacique guerrerense diversos crímenes cometidos contra la población de la Región de la Montaña, ya que cuenta con un grupo de gatilleros, que no son otra cosa que verdaderos paramilitares.
Es necesario recordar que hace 1 año dos campesinos atribuyeron a Rogaciano Alba el asesinato de la abogada Digna Ochoa, defensora de los derechos humanos, que al momento de ser asesinada llevaba la defensa de los hermanos Cerezo Contreras. Esta simple declaración provocó que la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal reabriera el caso de Digna Ochoa, al cual cómodamente, el hoy flamante candidato del PRD-PT-Convergencia a Jefe Delegacional en Benito Juárez, Bernardo Batiz, había dado carpetazo aduciendo que la abogada se había suicidado.
Guerra
Guerrero parece llevar en su nombre su destino, y es que este pequeño Estado del Sur históricamente ha sido el escenario de luchas sangrientas, pero también llenas de esperanza, fue en esta Entidad, donde los insurgentes encabezados por Vicente Guerrero sostuvieron valientemente la resistencia contra la Corona Española hasta la consumación de la Independencia de México.
Fue también en Guerrero donde Juan Álvarez lanza el Plan de Ayutla para derrocar al dictador Antonio López de Santana. Es también en este suelo sureño donde en las décadas de los 60s y 70s, del siglo pasado, surgen dos caudillos de la lucha guerrillera que opusieron férrea resistencia a la dictadura del PRI, Genaro Vázquez Rojas y su Asociación Cívica Nacional Revolucionaria y Lucio Cabañas con el Partido de los Pobres.
En fechas recientes, debido a que la desigualdad, la explotación, la discriminación contra los índigenas y la depredación del medio ambiente han continuado, surge en la década de los 90s del siglo XX el Ejército Popular Revolucionario, del cual más tarde se escindiría el ERPI.
Ambos movimientos fueron combatidos tenazmente por los gobiernos de Zedillo (PRI) y Fox (PAN), y aparentemente habían sido desarticulados con las detenciones de varios de sus dirigentes, incluyendo al comandante Ramiro, el cual lograría fugarse y retomar las armas.
Sin embargo, como en cualquier guerra civil, los que pagan el mayor precio son los civiles, y Guerrero no es la excepción, ya en los 70s del siglo pasado, fue tristemente célebre la táctica de tierra arrasada (lo que hacían los gringos en Vietnam y ahora en Irak) para desarticular a las guerrillas, el caso más emblemático es el de la población de El Quemado, borrada del mapa por el Ejército Mexicano.
Los años han pasado y en Guerrero no parece cambiar nada, pues no sólo continúa la Guerra de Guerrillas, sino también las incursiones del Ejército y las policías Federal y Estatal en los pueblos de la montaña.
Apenas hace 1 semana, durante 3 días el Ejército realizó cateos, detenciones, torturó física y psicológicamente a habitantes de 3 comunidades de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, con el pretexto de buscar a guerrilleros del ERPI, y digo que con el pretexto, pues curiosamente en esta zona opera el cacique Rogaciano Alba Álvarez, quien con sus gatilleros no ha dejado de amedrentar a la pobladores de la zona, pues existe desde hace varios años un movimiento de resistencia contra su voraz apetito por talar los bosques para su próspero negocio maderero.
Silencio.
A estas alturas pienso que los lectores dirán que lo que les he relatado bien podría ser una historia de los años 80 del siglo XX en Guatemala o en El Salvador, y que bien merecería ser cubierta masivamente por los medios de comunicación masiva, analizada y comentada por los intelectuales, tema de debate nacional entre la clase política, motivo de marchas, mítines y desplegados por parte de sindicatos, estudiantes, de el pueblo en general pues.
Lamentablemente no es así, todos los arriba mencionados han guardado un cobarde y cómplice silencio, salvo excepciones como La Jornada de Guerrero, (que por cierto acaba de ser atacada por difundir este tema) organizaciones de derechos humanos como Tlachinollan, Amnistía Internacional y la Comisión Estatal de Derechos Humanos, (cuyo presidente fue agredido hace unos días por el Ejército).
Tal parece que los partidos políticos (TODOS) la mayoría de los medios de comunicación, buena parte de las organizaciones sociales y populares incluyendo al Gobierno Legítimo, están conformes con las declaraciones del flamante Gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca:
“…es evidente que el gobierno en sus tres órdenes no puede tener un policía detrás de cada ciudadano, eso es claro”*
“Manifiesto mi absoluto respeto a los defensores de derechos humanos y cualquier otro ciudadano que se exprese libremente en un estado donde tiene garantizados esa participación consagrada no solamente en las leyes, sino por plena convicción de quien le toca ser titular del ejecutivo en el estado”**
*La Jornada de Guerrero, 12 de junio de 2009-
**idem.
Ciudad de México, 16 de junio de 2009.
L.D. Jesús A. Palma M.
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