Después de dos meses de dimes y diretes de este personaje al que la vida le dio algo más que 15 minutos de fama, los políticos profesionales lograron disciplinarlo y frenar la amenaza de la ingobernabilidad en Iztapalapa. Sin embargo, queda una lección valiosa que la izquierda no debe echar en saco roto, pues Juanito no fue sino la forma más burda (un golem político*) de lo que es en sí el dirigente popular, que con un discurso banquetero cree que es suficiente para que la vida lo colme de honores y lo haga su héroe.
Los Juanitos abundan más de lo que se cree, no son una fauna exclusiva de Iztapalapa, no todos usan una bandita con su nombre, ni brincan como changos ante cualquier cámara, no suelen ser tan burdos, pero si se caracterizan por su miopía política, siempre ven el árbol al que se van a trepar para devorar sus frutos incluidos por supuesto los huesos, pero nunca ven el bosque entero, y menos aún les importa si el resto de la gente tiene algo para comer, son pues egoístas por naturaleza.
En la pasada jornada electoral vimos claramente como los Juanitos dominaron el escenario, unos eran amarillos, otros rojos y otros más anaranjados, la idea de ir juntos por un objetivo común, que paradójicamente cada uno de ellos dice defender, quedó eclipsada ante el deseo de ser cada uno de ellos el amo absoluto de la izquierda.
Asi pues, cada Juanito jaló por su lado, compitiendo no con el que debería ser su enemigo natural que es la derecha, prefirieron protagonizar una feroz batalla contra sus pares de la izquierda, a veces se aliaban amarillos y rojos contra naranjas, o rojos y naranjas contra amarillos, pero en sí la tónica fue de todos contra todos.
Obviamente, la derecha estuvo atenta a sacar raja, pues mientras los juanitos se destrozaban entre ellos, la derecha avanzó, ¿comprando votos? Si ¿dando despensas? Si, los Juanitos no estaban ahí para evitarlo.
En la pasada jornada electoral, ante las circunstancias tan desfovarobles que tenía y tiene la izquierda (provocadas por la juanitización de la política) el mayor triunfo hubiera sido la consolidación de la Unidad de los partidos de Izquierda, al margen de cualquiera que hubiera sido el resultado electoral, bueno, malo o regular, el que se hubiese logrado competir como una sola fuerza política, hubiese despejado en buena medida el camino hacia la toma del poder en el 2012.
Lo peor de todo, es que los Juanitos no aprenden, y en las elecciones estatales que se avecinan en Oaxaca, Veracruz, Guerrero, etc., siguen con la misma tónica ególatra de: Yo Soy el Mejor, Así es que Quítate.
Lo peor de todo, es que muchos Juanitos, están surgiendo o amenzan con surgir del movimiento popular, pese a que una y otra vez Andrés Manuel López Obrador les ha dicho que el Movimiento no es trampolín para cargos públicos. Sin embargo, a los Juanitos por un oído les entra y por otro les sale.
Por eso es que escribo este artículo, para que se reflexione sobre la lección que nos dejó Rafael Acosta, Juanito y evitar en lo futuro que el caso se siga repitiendo una y otra vez.
Si los integrantes del Movimiento Nacional en Defensa de la Economía Popular, el Petróleo y la Soberanía nos jactamos de ser gente consciente, demostrémoslo, no adulemos ni glorifiquemos a Juanitos en ciernes, ayudémoslos a que no pierdan el piso y si tanto les brinca el roer un hueso,
están en su derecho, pero entonces que de plano se avoquen a la política partidista y no usen al movimiento como trampolín para sus ambiciones personales.
*Golem: Palabra hebrea que quiere decir informe, amorfo. En la Edad Media, El Golem es un ser de figura humana animada por el poder mágico del hombre, que dio paso a multitud de leyendas entre la comunidad judía de Europa, que dieron paso posteriormente a la literatura fantástica, siendo la novela El Golem, de Gustav Meyrink, la más conocida sobre este tema.
Ciudad de México, Sede del Gobierno Legítimo de México, 1 de octubre de 2009.
L.D. Jesús A. Palma M.
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