AMLO tiene razón

Erich Moncada | SDP Noticias

09 de Marzo, 2010 - 10:37

El discurso de Andrés Manuel López Obrador, a lo largo de su carrera política, se ha centrado en una crítica sistemática a la pobreza y la desigualdad de México. Sus detractores, entre ellos muchos académicos bienintencionados, argumentan que la tesis de AMLO no se sostiene porque aún en los países más ricos hay fenómenos extendidos de problemas sociales como la miseria y la criminalidad.

Sin embargo, el epidemiólogo inglés Richard Wilkinson, autor del libro The Spirit Level: Why More Equal Societies Almost Always Do Better, parece darle la razón al excandidato presidencial izquierdista. Wilkinson ha dedicado toda su vida a estudiar las patologías de las sociedades y llegó a la conclusión de que las más sanas no son las más ricas, sino las más igualitarias.

En entrevista para Yes! Magazine, el autor analizó la expectativa de vida, las enfermedades mentales, los embarazos en adolescentes, la violencia y el porcentaje de población penitenciaria, y encontró que estas empeoraban en las sociedades desiguales. En otras palabras, se puede predecir el índice de mortalidad de las naciones con base a su ingreso, pero las tasas de defunciones más bajas no se presentan en donde el ingreso es mayor, sino en donde hay menos disparidades.

“Estos problemas —dice Wilkinson- no son más altos en un diez o veinte por ciento, quizás son ocho veces más embarazos adolescentes per cápita, diez veces más el índice de homicidios, tres veces más el índice de enfermedades mentales… son las divisiones en el estatus las que crean los problemas”.

El investigador menciona los estudios de un siquiatra penitenciario que durante 25 años estudió a criminales peligrosos. Sus hallazgos revelaron que la mayoría de los factores que desencadenan la violencia están relacionados con una intensa competencia por el estatus y una mayor predisposición a los prejuicios sociales, es decir, a la falta de respeto, la humillación y la pérdida de identidad que experimentan las personas. Las sociedades más desiguales suelen estar a favor de aplicar castigos más severos contra los delincuentes, lo que podría tener relación con un miedo entre clases, la falta de confianza y una vida comunitaria debilitada.

Wilkinson se abocó a descubrir los efectos psicosociales, no los materiales, de la desigualdad, así como el impacto la ansiedad sobre los sentimientos de superioridad e inferioridad: “no es una vivienda de mala calidad lo que te provoca enfermedades cardiacas, es el estrés, la falta de esperanza, la ansiedad, la depresión… como somos seres sociales, el ambiente y las relaciones sociales son los factores de estrés más importantes”.

El estudioso afirma que la desigualdad afecta nuestra habilidad de confiar en los demás y nuestra sensación de pertenencia a una comunidad. Menciona que en los países más igualitarios, dos tercios de la población siente confianza en las personas, mientras que en los que no son igualitarios, está confianza cae hasta el 25 o 15 por ciento de la población total. “La inequidad es un reflejo sobre qué tan fuertes son las jerarquías, qué tanto compartimos y cuánto no”

El epidemiólogo concluye sugiriendo que la distribución del ingreso afecta definitivamente el bienestar psicosocial de toda la sociedad y que no todo puede resolverse mediante los impuestos o el otorgarmiento de beneficios, sino de estimular la democracia económica y laboral. Es decir, como en los centros de trabajo se presenta la mayor sujeción a la jerarquía y a la autoridad, Wilkinson piensa que cuando los empleados comparten la propiedad de su empresa, esta se convierte en una comunidad, los jefes no reciben un salario exageradamente alto comparado con el de los trabajadores y se estimula la productividad de la compañía. “Si combinamos una mayor equidad y una rendición de cuentas democrática en nuestras instituciones podemos lograr mucho más que modificando la distribución del ingreso o de la riqueza”.

AMLO tenía y sigue teniendo razón, cuando pronunció en su discurso en el Zócalo del 31 de diciembre de 2005, al tomar posesión como candidato a la Presidencia de la República, que “no vamos a lograr que haya tranquilidad, que haya seguridad pública, que haya progreso en México en un mar, en un océano de desigualdad”.

Por eso en 2012 voy a votar para que Andrés Manuel se convierta de nueva cuenta en Presidente de la República.

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