No me gustaron las intervenciones de los participantes en la marcha "Movimiento por el cambio", convocada por el Tecnológico de Monterrey con motivo de la muerte de dos estudiantes en un enfrentamiento entre militares y narcotraficantes, el pasado viernes 19 de marzo.
Escuché las mismas trilladas propuestas conservadoras de siempre: Que el principal culpable de nuestra crisis es del ciudadano, que debe tener un comportamiento ético, responsable y no apático. Que hay que fortalecer la cultura de la denuncia y la legalidad, cuando son las elites del poder económico y político que se encargan de minarlas sistemáticamente. Que es deber de los padres de familia no dejar en manos de las instituciones la educación de sus hijos, cuando el sistema educativo es un desastre. Que hay que manifestarse con propuestas y soluciones y no con reclamos y exigencias, cuando la única forma de que los poderosos pongan atención es reclamándoles y exigiéndoles. Que todos somos parte del problema y hemos influido a que la violencia haya crecido a niveles incontrolables, cuando sabemos bien quiénes son los verdaderos culpables de nuestra decadencia.
Y hay dos ideas que sencillamente me enloquecen:
El lanzamiento de una "Cruzada por la seguridad". ¿Cuántas veces se han lanzado cruzadas que terminan convertidas en buenos deseos? Aquí en Sonora el gobierno estatal emprendió una "Gran Cruzada por la Seguridad". El Tecnológico de Nayarit tuvo en 2008 la "Cruzada por la Seguridad". En 2007 el gobierno de Vicente Fox presentó la "Cruzada Nacional por la Seguridad Pública". La Autónoma de Chihuahua emprendió este año la "Cruzada Permanente de Seguridad y Cultura de la Legalidad". La SSA inició la "Cruzada Nacional por la Calidad de los Servicios de Salud". Semarnat tuvo la "Cruzada Nacional por un México Limpio". Avon tiene la "Cruzada contra el cáncer en la mujer". Y hubo cruzadas contra el chicle, a favor del uso de la tilde, contra la obesidad y por el arroz. Los cruzados deben estar revolcándose en su tumba.
No sólo detesto el empleo de nombres trillados y reiterativos, sino que las iniciativas nunca no son puestas en práctica y parecen haber sido creadas como campaña mediáticas. El problema con ese tipo de acciones frustradas es que abonan a la apatía de los ciudadanos.
Y luego está el fomento de los valores. Todo mundo los difunde y profesa. A estas alturas ya deberíamos de tener más valores que todos los países del planeta juntos.
Televisa tiene la campaña "¿Tienes el valor o te vale?" donde hipócritamente se siente con la autoridad moral de sermonear a sus televidentes para que no sean corruptos. El Consejo de la Comunicación, principal impulsor del fraude de 2006, promueve "No te calles, alza la voz" para promover la honestidad. El gobierno de Eduardo Bours lanzó "ValorES Sonora" para estudiantes y burócratas mediante la organización de pláticas y costosos e inútiles encuentros a lo largo del estado para promover la imagen de los funcionarios públicos. Y el gobierno de Guillermo Padrés sigue el mismo camino. ¿Y para qué chingados sirvieron? ¡Para nada! Porque los valores no se pueden enseñar como las matemáticas y su efectividad no se puede medir.
Sin embargo, debo reconocer muchos aspectos del documento "Pronunciamiento y propuestas del Tecnológico de Monterrey para Mejorar la Seguridad en México" son muy pertinentes y necesarios. Pero el punto más cuestionable es el llamamiento a poner en práctica "programas inspirados en el modelo de ventanas rotas" (página 7). ¿Cero tolerancia? ¡Lo ÚLTIMO que nos hace falta es promover este tipo de políticas! No veo cómo nos pueda ayudar meter a la cárcel a los limpiavidrios o multar con miles de pesos al borrachito que orina en una esquina.
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