UNAM, ¿cómo no te voy a querer?
Política cero
Jairo Calixto Albarrán
En la UNAM aprendí lo que sé de albures y de marxismo, de vitamina T y del clásico pasecito a la red; de caricias mustias y de citas clandestinas a pie de plática; allí me nutrí de Foucault, Umberto Eco, Kundera, José Agustín, la nouvelle vague y teorías extraídas de la Escuela de Fráncfort, de la misma manera que de El Papirolas, las fritangas de doña Pelos y la dicha inicua de perder el tiempo en Las Islas escaneando el cine de Rosa Gloria Chagoyán.
En la UNAM abracé los ideales de Vasconcelos y me rebelé contra Carpizo; pasé noches de insomnios en reventones y en las barricadas de la huelga del 87; allí recibí mis dosis de Tarkovski, Bukowski, Stranviski y supe repudiar las editoriales de Jacobo Zabludowski.
En la UNAM me enseñaron a distinguir dicha de quebrantos, al jipiteca del oreja de Gobernación, al best seller de los clásicos, a Nixon del Che, al Lágrimas y risas del Tv Notas, y a Vuelta de Nexos.
En la UNAM te apertrechan de herramientas para cuestionar y hacer de la duda un atributo y no un lastre, cosa muy útil para darle la vuelta a porros y fósiles en un costal.
De no haber atravesado por la UNAM, como los beatniks la Ruta 66, me hubiera sentido muy triste de saber, por ejemplo, que el senador Navarrete del PRD abandona sus aspiraciones presidenciales dejando a sus fans en la orfandad. O no habría tenido herramientas para deconstruir la declaración de la Miss Universo cuando afirmó categórica que: “No hay que dejarse llevar por prototipos de belleza”. Frase en la que o la asesoró Ninel Conde o la maestra Gordillo.
El conocimiento y la educación ilustran tanto como los viajes de un costado a otro del DF, de La Villa a Ciudad Universitaria, donde leí literatura suficiente para entender materias como la inolvidable desarrollo, régimen y estructura de los medios de comunicación en México II.
Bibliografía que, con las luces de mis maestros que documentaron más que mi optimismo, mi sospechosismo, hoy me ayudan a elucubrar que el chamaqueo a El Diario de Juárez (un Chesarito Nava apócrifo dio una entrevista en la que aseguraba que apoyaba las negociaciones con el narco) fue orquestada no en un rincón de Chalma sino por un acomedido blanquiazul. Lo único que me hace dudar es que los choznos de Gómez Morín son tan aburridos que difícilmente se les ocurriría algo tan elaborado.
Digo, no son como Jimmy Neutrón, que ya nos quiere hacer creer que la ley Peñanieto —diseñada para que en el Edomex sólo voten por sus entenados— es un derroche de pluralidad democrática.
UNAM, ¡cómo no te voy a querer!
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