México, Distrito Federal
Lunes 28 de febrero de 2011
* Palabras del empresario y desarrollador inmobiliario en Jalisco y Nayarit, Tomás López Rocha durante la reunión entre el presidente legítimo de México. Andrés Manuel López Obrador con empresarios e integrantes de la asociación civil Encuentro, en el University Club México.
Estimados compañeros empresarios:
En verdad me siento muy halagado de poder compartir con ustedes algunas ideas con respecto al entorno que vive lo que queda de la industria de nuestro país.
Quisiera hacer un paréntesis para hablarles de mi padre al que considero fue un gran empresario. En 1940 el asumió el mando del negocio de mi abuelo, un taller de fabricación de calzado que pomposamente se llamaba: “La industria nacional como algo de dinero ahorrado, fruto de su trabajo en los campos agrícolas de Estados Unidos, comenzó a comprar maquinaria un poco más moderna y a contratar trabajadores.
Como buen industrial, mi padre ponía gran parte de su atención en el producto, diseño, la calidad y la marca, el era un mercadologo nato, junto a la incipiente fábrica, abrió una tienda, ahí muy cerca del taller (esto era en Guadalajara 1940) con una mentalidad agresiva y ambiciosa. La segunda tienda la abrió aquí, en la Ciudad de México… La capital. El siempre pensó que su empresa seria de alcances nacionales.
Para 1976, el año en que el falleció mi padre a los 61 años de edad, su empresa era la más importante de su ramo en América Latina, en una sola unidad industrial empleaba a 8 mil personas entre empleados y obreros, también construyó la cadena comercial más grande del país con tiendas propias y distribuidores exclusivos más de mil puntos de venta: siempre preocupado por sus trabajadores la empresa contaba con su propio departamento de crédito para la vivienda, una clínica de servicios médicos, club deportivo, escuela nocturna y un sistema de becas y capacitación.
Mi padre siempre alentó y ayudó a sus competidores, también promovió que sus colaboradores se independizaran.
Fue una persona que nunca olvido su origen humilde: recuerdo muy bien que una vez me llamo y me dijo: sabes… yo soy un empresario socialista yo pensé que me decía esto de broma, pero lo dijo muy en serio y recalcó: Miran los negocios se vuelven de todos, tienes que darle a tu empresa un sentido social, por supuesto a mis 21 años, yo no quería tener un papá empresario socialista, la verdad es que no lo escuche hablar de dinero, su tema predilecto seguía siendo el producto, la maquinaria y la publicidad.
Le gustaba recorrer las líneas de producción y las tiendas para checar los aparadores.
Estoy seguro que esta historia se repite a lo largo y ancho de nuestro país y en cada sector productivo. Evocar esos tiempos nos hace referirnos a esos prohombres que contribuyen a la industrialización del México de la post-guerra, ese impulso que consolidó el desarrollo estabilizador.
Las condiciones que producía la economía mixta eran envidiables, un crecimiento del producto espectacular, un mercado interno vigoroso, empleos dignos y bien remunerados; la sociedad en general aspiraba a más; por su parte el gobierno incentivaba el crecimiento y la inversión marcada las reglas y las políticas económicas con claridad y continuidad.
En la época dorada del milagro mexicano se estableció institucionalmente la seguridad y la asistencia social inherente al buen empleo, salud y vivienda eran derechos impostergables, todo esto posible cuando la creación de riqueza marcha a tambor batiente, la magnifica y justa formula de equilibrar el ingreso.
¿Qué más podemos añorar de ese ciclo? Bueno pues una banca nacional comprometida con el país. Bancos en México para los mexicanos, en esta banca fluía el crédito a la producción, el encaje legal se destinaba al campo y las cuentas de ahorro fondeaban el crecimiento con rendimientos adecuados. Los servicios se otorgaban al costo justo y la competencia mejoraba al sistema financiero.
En el aspecto laboral las centrales obreras hicieron su trabajo pocos conflictos, pero claro los salarios alcanzaban.
Cuando se encuentra el camino del crecimiento y la estabilidad el país se equipa, la infraestructura se activa y los recursos logran su efecto multiplicador, sin embargo esta combinación ganadora tuvo sus fallas.
El círculo virtuoso se rompió, la dependencia de la renta petrolera, excesiva deuda para sufragar un enorme gasto corriente, altas tasas de intereses, déficit fiscal e inflación. De un momento a otro resultó que la sustitución de importaciones era el camino equivocado, querer proteger al consumidor con la importación de bienes básicos baratos, pretender producir con alto valor agregado fue el principio letal para la producción nacional.
La globalización se volvió dogma y las manufacturas tradicionales empezaron a morir y con ellas el empleo. Apertura comercial y de capitales con supuestas políticas y medidas para la competitividad fueron una panacea, jamás se cumplieron. El desmantelamiento era una realidad dolorosa.
La industria acusa hoy una situación crítica, las cadenas productivas están descapitalizadas, la mano de obra es inexistente o escasa. Volver a reactivar la producción requiere tener el ánimo de una nueva generación de industriales dispuestos a asumir riesgos y retos, crear las condiciones necesarias es mandatario, urge apoyar a la clase media empresarial.
En el documento un Proyecto Alternativo de Nación, López Obrador señala: “La nueva estrategia económica debería considerar antes que cualquier cosa al manejo técnico, no ideológico de la política económica y el combate a fondo de la corrupción, además debe darse importancia al papel promotor del Estado en el desarrollo, a la convergencia de la inversión pública y privada, al desarrollo regional y a la reactivación del crédito hasta aquí la cita.
Finalmente les digo:
Si lo que aspiramos es tener un futuro mejor para cada mexicano, si queremos combate a la violencia incluya más empleo, mejor remunerado, si estamos convencidos de que el mercado interno puede darnos estabilidad, si buscamos diversificar nuestras exportaciones, si queremos que nuestro gobierno se enmarque en la honestidad, transparencia y estado de derecho, entonces me atrevo a decir que estamos en el lugar correcto y con la persona correcta.
Muchas gracias por su atención.
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