Los humanos, algunos tan imbéciles, equivocación de Dios,
están destruyendo el hermoso planeta en donde aparecieron.
En San Luis Potosí los gobernantes, insaciables depredadores
del bien común, en una organizada delincuencia
se han aliado a la minera canadiense llamada San Xavier,
para destruir la salud de cientos de miles de ciudadanos
contaminados con toneladas de cianuro que serán usadas
para tomar el oro del Cerro de San Pedro.
El cerro del escudo de la ciudad será en diez años un agujero
lleno de veneno que el aire y la lluvia untarán en la piel
y en los ojos y en las vísceras de todos los habitantes de la región.
Diez y seis mil kilos de cianuro diluidos diariamente
con treinta y dos millones de litros de agua potable
en una zona que carece de la misma,
veinticinco mil kilos de explosivos detonados cada día
sin autorización alguna, para pulverizar el Cerro de San Pedro
y convertirlo en hueco de San Pedro,
metáfora brutal de una realidad aún más brutal,
monumento a la moderna economía del mundo.
Y por oponerse al atentado, Enrique Rivera tuvo que ir al exilio.
Nuestro jovial compañero ha tenido que ocultarse
como el peor de los criminales, para ponerse a salvo
de las garras de la ley de un país sin leyes.
Su alegre combatividad estará ausente por un tiempo,
el tiempo que quienes nos quedamos necesitaremos
para echar fuera a los verdaderos criminales.
San Luis Potosí, Mayo de 2007
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