DEL BLOG "RESISTENCIA ESPIRITUAL"

CRISTOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

Permítanme compartirles las más recientes reflexiones de Jon Sobrino, teólogo católico latinoamericano “llamado a juicio” desde Roma por sus escritos y por ser uno de los impulsores de la llamada “Cristología de la Liberación”. Su visión es una visión de la fe cristiana “desde abajo” y no “desde arriba”, en concordancia plena con la filosofía del Movimiento en México que busca construir la IV República

BAJAR DE LA CRUZ A LOS POBRES

«Dios» y «pueblo sufriente» son realidades últimas, como nos lo acaba de recordar don Pedro Casaldáliga: «todo es relativo menos Dios y el hambre». Y no son últimas y absolutas cada una de ellas por separado, sino en relación la una con la otra, en lo que creo que consiste la originalidad de nuestra fe. Grande es la tentación de separarlas o de mantenerlas a una distancia prudencial. Pero, aunque lo intentemos, no es fácil. «Lo que Dios ha unido» -y lo ha hecho uniéndose Él mismo a los pobres, débiles, sufrientes- «no lo separa el hombre a su antojo». El espíritu de esa teología sigue siendo inspiración: que los indígenas, África sobre todo, no mueran de olvido y de silencio, que no se ceda en la defensa de los derechos humanos y de la pobre madre tierra. Y baste recordar a la pléyade de mártires muy recientes, que han encontrado un lugar central en esa teología. Su espíritu inspira la fe en un Dios de los pobres, y mueve al seguimiento de su Hijo, «quien no se avergüenza de llamarlos hermanos». En el juicio cualificado de Leonardo Boff, «esta teología está viva en todas las Iglesias que tomaron en serio la opción por los pobres, contra la pobreza, y en favor de la vida y de la libertad»…

Pobres son los que no dan por supuesto, como algo normal, tener vida, por lo cual yo no soy uno de ellos, pues sí doy la vida por supuesto. Pobres son los que tienen a (casi) todos los poderes de este mundo en su contra, la dimensión dialéctica que se decía antes, con lo cual por su mera existencia son una pregunta de si estoy en su favor o en su contra. Pobres son los que no tienen nombre: las ochocientas mil personas de Kibera, hacinadas, prácticamente sin letrinas. Pobres son, permítaseme decir una aparente tontería, los que no tienen calendario: nadie sabe qué es el 7 0, aunque sí saben lo que es el 11 S. El 7 O es el 7 de octubre, día en que las democracias bombardearon Afganistán como respuesta al 11 S. Sin nombre y sin calendario los pobres no tienen existencia. No son. Con ello, me preguntan qué palabra digo y no digo para que sean. Pero los pobres sí son. En ellos resplandece un gran misterio: su «santidad primordial». Y con temor y temblor he escrito «extra pauperes nulla salus» (“fuera de los pobres no hay salvaciòn”). Traen salvación.

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Álvaro, Diácono en Resistencia


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