La peor programación
Florence Toussaint
La televisión privada tiene un conjunto de series y programas cuyos contenidos se caracterizan por su banalidad o bien por tratar de influir políticamente en los públicos y en los políticos. Dejando a un lado los noticiarios, ninguno de los cuales satisface medianamente la necesidad de estar informados, la pobreza de la televisión abierta apabulla:
Sale al aire una gran cantidad de revistas híbridas con chismes de actores, espectáculos, consejos para el hogar y la salud. La mayor parte se producen con escasos recursos y el resultado es deleznable, tanto en lo estético como en las ideas y sentimientos expresados. Ni las telenovelas, en otro tiempo la joya de la corona en la industria televisiva, logran índices de calidad, tanto en Azteca, que pone en pantalla tres al día en Canal 13, como en Televisa, que llega a cuatro en su Canal de las Estrellas.
Y aún así, dentro de la carta programática podemos otorgarle a ciertas emisiones el calificativo de las peores, pues atentan directamente contra la dignidad y el decoro de las personas. Son discriminatorias, promueven la misoginia y la homofobia, se burlan de los indígenas, de los pobres y de los diferentes. La mayoría de los sketches cómicos suelen incluir rasgos de exclusión y burla. Sin embargo, en el extremo de la lista se encuentran los que directamente promueven la pornografía y la prostitución.
Hace ya algunos años aparecieron en los periódicos, en internet y en televisión, anuncios sobre servicios sexuales femeninos y masculinos. Eso se hacía de forma velada al darse, con una frase alusiva, números telefónicos o direcciones. Ese ejercicio ha ido creciendo y hoy, en cable, salen en pantalla mujeres semidesnudas ofreciéndose en un teléfono celular. Así mismo están presentes líneas para homosexuales que se publicitan abiertamente. Si bien se trata de sistemas restringidos, la difusión de este tipo de spots se hace en horarios en que los niños están presentes.
NOTA COMPLETA AQUÍ
Florence Toussaint
La televisión privada tiene un conjunto de series y programas cuyos contenidos se caracterizan por su banalidad o bien por tratar de influir políticamente en los públicos y en los políticos. Dejando a un lado los noticiarios, ninguno de los cuales satisface medianamente la necesidad de estar informados, la pobreza de la televisión abierta apabulla:
Sale al aire una gran cantidad de revistas híbridas con chismes de actores, espectáculos, consejos para el hogar y la salud. La mayor parte se producen con escasos recursos y el resultado es deleznable, tanto en lo estético como en las ideas y sentimientos expresados. Ni las telenovelas, en otro tiempo la joya de la corona en la industria televisiva, logran índices de calidad, tanto en Azteca, que pone en pantalla tres al día en Canal 13, como en Televisa, que llega a cuatro en su Canal de las Estrellas.
Y aún así, dentro de la carta programática podemos otorgarle a ciertas emisiones el calificativo de las peores, pues atentan directamente contra la dignidad y el decoro de las personas. Son discriminatorias, promueven la misoginia y la homofobia, se burlan de los indígenas, de los pobres y de los diferentes. La mayoría de los sketches cómicos suelen incluir rasgos de exclusión y burla. Sin embargo, en el extremo de la lista se encuentran los que directamente promueven la pornografía y la prostitución.
Hace ya algunos años aparecieron en los periódicos, en internet y en televisión, anuncios sobre servicios sexuales femeninos y masculinos. Eso se hacía de forma velada al darse, con una frase alusiva, números telefónicos o direcciones. Ese ejercicio ha ido creciendo y hoy, en cable, salen en pantalla mujeres semidesnudas ofreciéndose en un teléfono celular. Así mismo están presentes líneas para homosexuales que se publicitan abiertamente. Si bien se trata de sistemas restringidos, la difusión de este tipo de spots se hace en horarios en que los niños están presentes.
NOTA COMPLETA AQUÍ
No hay comentarios.:
Publicar un comentario