¿Reformar la Constitución para dar seguridad?
Galimatías calderonista
Como si se mantuviera totalmente ajeno a la intentona privatizadora del sector energético y desde lejos la observara como un mexicano de a pie, el inquilino de Los Pinos no se inmuta al decir que será “respetuoso” de los “alcances” que el Legislativo “decida en una reforma energética”.
En conferencia de prensa, tras sus vacaciones en Estados Unidos, el michoacano apuntó: “… si la opción es que las cosas se queden como están yo las respetaré. Si la opción es sacar dinero del gasto social o de desarrollo y pasarlo a Pemex, también la respetaré, aunque le traería consecuencias severas para el resto del presupuesto y no solucionaría este problema de fondo. Y la tercera es ver qué han hecho otros países, de encontrar alternativas que permitan a Pemex aumentar su capacidad exploratoria, también la respetaré”.
De acuerdo con esa versión, serían terceros y no el equipo de Los Pinos, que se mantendría impávido, quienes inventarían una “reforma” energética, lo cual como chiste puede pasar, pero no como realidad, cuando se conoce el impulso que para alcanzar tal objetivo ha dado Calderón desde sus juveniles tiempos legislativos y como efímero secretario foxista de Energía.
Todos los funcionarios de la “continuidad”, con Calderón en primer lugar, abordan el tema de la “reforma” energética de forma por demás vergonzante, galimatías puro a la hora de “explicar” de qué se trata y qué alcances tendría. Y cuando alguno de ellos resbala, como la secretaría de Energía, Georgina Kessel (la “reforma” se presentará en marzo, y a partir de 2010 “firmas estadunidenses” comenzarán a “explorar y producir crudo), sale el alpargatero a desmentirlo (Juan Camilo Mouriño: “no hay fecha concreta; estamos trabajando en ello”).
Por eso vale la pena retomar algunas definiciones de Felipe Calderón como efímero Secretario foxista de Energía, en comparecencia con los senadores el 17 de Noviembre de 2003, sobre lo que él considera elementos fundamentales en una “reforma” energética. Cuando menos en esa ocasión fue más claro e “irrespetuoso” que ahora, instalado en Los Pinos.
Entre otros elementos, el michoacano apuntaba: “complementar la inversión pública con inversión privada, bajo diversas formas de participación, para lo cual es indispensable dar plena certeza jurídica a la inversión. Es precisamente esta última, la razón de nuestra insistencia en que la reforma al sector abarque también una reforma a la Carta Magna. La adecuación al texto de los artículos 27 y 28 constitucionales, es la única manera de otorgar plena certidumbre jurídica… En esta materia, lo que buscamos es que se establezca con toda claridad, en la Constitución, que los particulares podrán generar la energía eléctrica de manera complementaria a la que generan las empresas del Estado. A nadie le conviene una legislación que suponga riesgos. Debemos reformar para dotar de seguridad a la inversión existente, alentar la futura y al mismo tiempo dejar en claro en el mismo texto constitucional que el servicio público de energía eléctrica será prestado de forma exclusiva por el Estado a través de las empresas públicas. Ninguna legislación secundaria podrá dar los espacios de garantía y claridad que una modificación al texto constitucional puede establecer en materia de certidumbre, confianza y seguridad a todos los actores. Lograr que la inversión pública y privada compartan la responsabilidad de invertir en el sector…
“Ahora, ¿de qué reforma estamos hablando? Y para decirlo con claridad: queremos una reforma que permita la participación de particulares en generación, que considere la generación por parte del Estado y sus empresas en generación, que deje la exclusividad y literalmente el monopolio de la electricidad en transmisión y en distribución, y que deje el control de la energía (…) en manos de la CFE…”.
Y preguntó: “¿Por qué requerimos de las empresas trasnacionales”? Sencillo (se respeta sintaxis original); “si entendemos que las empresas trasnacionales son aquellas empresas que invierten en un país distinto al que son origen. Lo que estamos entendiendo es un proceso por el cual, los países en general, recibe el ahorro generado en otros países, para complementar o para desarrollar la inversión que no pueden generar por su propio ahorro. Esa es mi opinión acerca de por qué un país subdesarrollado, como es México, y por qué cualquier país en el mundo, recibe la inversión que tiene su origen en otros países. No es sólo porque no haya dinero o porque se requiere una reforma fiscal, es simplemente porque los países para alcanzar los niveles de crecimiento y desarrollo que necesitan, lo complementan y lo realizan a través de esa inversión.
“De dónde sale el dinero para pagar a esas empresas, concretamente en el caso de CFE, para pagar la compra de energía que hacen de las empresas, y en el caso de Petróleos Mexicanos, para pagar lo que tiene que pagar a las empresas en términos de los servicios que les prestan o de las obras que realizan, naturalmente sale del presupuesto de las propias empresas … la Suprema Corte de Justicia (…) ha señalado que no resuelve sobre la inconstitucionalidad de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, pero sí señala que pudiera contener disposiciones contrarias a la Constitución… Caray, yo señalo que aún en ese argumento lo que no abunda no daña, si estamos de acuerdo en el contenido de la ley secundaria nuestra idea es que eso se establezca con la misma claridad de la Constitución y que no quede lugar a dudas de lo que se puede y de lo que no se puede en México… tampoco estoy de acuerdo en que se establezca una limitación porcentual; sí creo que debe establecerse un principio de complementariedad, puede ser en el propio texto constitucional… y yo creo que lo que esté perfectamente claro, en términos constitucionales y legales, es lo que debe ser, y me parece importante que lleguemos de acuerdo a coincidir en algo, pero si estamos de acuerdo en que particulares de esta forma complementaria al Estado puedan invertir, que lo hagan con plena legalidad…”
Las rebanadas del pastel
¿“Respetuoso”? Sí, pero no con la Constitución.
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