El pueblo saldra a las calles y defendera a los suyos

Leer a diario los reportes de lo que ha venido ocurriendo en el estado de Oaxaca, el abuso de poder, los cientos de detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones, allanamientos de morada, y el sin número de barbaries a los que se enfrentan los compañeros en lucha, es para mi, un lamentable deja vú, y una confirmación de que la situación tanto política como social, sigue siendo la misma desde hace mas de 76 años en este país, y quizá después de leer lo siguiente comprendan el por que.

Hace seis años atrás, yo era estudiante de prepa, y me tocó formar parte de la huelga estudiantil del año 99-2000, en la Universidad Nacional Autónoma de México, yo integraba parte de lo que era el chg por aquellas épocas, un movimiento con errores pero muchos meritos y aciertos a la vez, donde en sus filas, militaban personas muy valiosas y comprometidas con la causa, esa lucha, puedo asegurar por muchos de los que estuvimos ahí, nos aportó mucho como individuos, y a la mayoría, nos ayudo a ser mas concientes y comenzar a formarnos una madurez política y sobre todo de lucha ante las injusticias que se cometen día a día en este tan agredido México, sin duda nos marcó y nos encaminó a muchos, a dar desde esos días una batalla constante contra el estado, que no se ha cansado de explotar y sangrar socialmente a este ya de por si pisoteado pueblo de México.

Durante un año, el movimiento soportó un embate mediático vergonzoso, y una serie de intimidaciones por parte del gobierno federal de aquella época, comandado por Ernesto Zedillo, las pláticas con la rectoría, se convertían en un tortuoso trance para todos, asambleas que llegaban a durar mas de 35 horas, para a veces sacar un resolutivo final que seria presentado al otro día, en la mesa de negociación en el palacio de minería, un día tras otro, las cosas pasaban de un gris a un resplandor que hacía visualizar una posible solución que cumpliera los 6 puntos de aquel pliego petitorio.

Pero una mañana de aquel 5 de febrero, un día después de habernos ido a sentar a la mesa de diálogo con las autoridades, personal de la policía político represiva PFP, violaron la autonomía universitaria llenando de efectivos militares el campus de nuestra entrañable máxima casa de estudios. Aun recuerdo dentro de mi cabeza el sonido de las botas marchando y los toletes golpeando los escudos, sabíamos que flores no llegarían a darnos y así fue, cuando entraron al auditorio Che Guevara de la Facultad de filosofía y letras, nos pegaron a la pared y nunca voy a olvidar el miedo en la cara de mis compañeras, y la mueca de un compañero a otro dándonos pequeñas sonrisas que reflejaban el nerviosismo que sentíamos en esos momentos, alguien que no recuerdo su nombre, saco una bandera y comenzó a entonar el himno a la alegría, muchos, aunque abrían la boca, no lograban entonar ningún sonido a causa del miedo, sabíamos que la suerte estaba echada y que la teníamos de perder.

Esa mañana fuimos detenidos y llevados a las oficinas de la PGR, donde durante el trayecto, la intimidación psicológica, estaba dentro del comité de bienvenida que nos esperaba dentro de los autobuses, porque, ¿alguna cámara de Televisa filmo lo que había dentro de esos autobuses que nos llevo en grupo hasta las oficinas de la PGR?, no, no creo, en el trayecto muchas de mis compañeras fueron agredidas tanto física, psicológica y moralmente, y muchos de nosotros mas que nada, agredidos psicológica y físicamente, “Con que se creían los nuevos Che Guevaras, pendejos, pues ahorita que lleguemos se los va a cargar la chingada uno a uno por pendejos y holgazanes”, nos repetían, entre otras agradables frases.

Después de un largo proceso, llegamos al reclusorio norte, fichados bajo cargos de sedición, terrorismo, asociación delictuosa, daño en propiedad federal y peligrosidad social, la estupidez de nuestros gobernantes siempre ha sido la misma, llamar peligroso social a quien defiende un derecho y lucha por el, algo que nunca olvidare, es el detalle que tuvo el diario La Jornada en aquellos momentos tan difíciles y complicados para nosotros, todos los días, nos hacían llegar muchos ejemplares de su periódico, que devorábamos durante las largas horas del día, porque cuando uno esta en prisión las horas se mueven lentamente y créanme, leer el periódico era un lujo y una forma al mismo tiempo de seguir con el espíritu de lucha en alto, leer que el correo oportuno había cientos de firmas de todas partes del mundo pidiendo la libertad de los presos políticos, desde Holanda, Rusia, Bélgica, España, Alemania, Portugal, pensar que hasta allá, habían llegado las noticias sobre la huelga, nos hacían sentirnos mas firmes y seguros de que aunque estuviéramos encerrados, ahí afuera, la gente seguía luchando también, junto a nosotros, que seguíamos haciendo nuestras marchas de protesta en el patio, el rato que nos tocaba salir a tomar el sol.. hacíamos un contingente donde seguíamos gritando las consignas que semanas antes retumbaban desde el parque de la bombilla hasta la rectoría de la Ciudad Universitaria.

Uno de esos días, el 7 de febrero, me acuerdo bien, La Jornada tenia en su portada una foto enorme de dos de los compañeros que al igual que yo, estaban en el auditorio Che Guevara esa mañana, abrazados mientras eran rodeados por efectivos de la PFP Y en el titular se leía !libérenlos!, recuerdo claramente un articulo de Adolfo Gilly titulado “El pueblo defenderá a los suyos”, que frase tan simple y tan cierta, y retomando esos recuerdos, ahora que yo estoy del otro lado, me toca defender a los compañeros presos en Oaxaca, releer el artículo, es prácticamente leer la forma en la que actuó el gobierno de Fox-Calderon en Oaxaca, el mentado gobierno del cambio no cambio nada, siguió y seguirá ahora con Fecal recurriendo a las mismas practicas desleales y carentes de toda ética política y social, para llevar a cabo una negociación, el gobierno no negocia, solo gana tiempo mientras en lo oscurito, planea como dar la puñalada por la espalda, lo que ocurrió con los mas de 200 compañeros detenidos en Oaxaca y la reciente aprehensión de Flavio Sosa, quien venia a una mesa de diálogo con el gobierno federal, no es mas que la muestra de que la política sigue siendo la misma, sea del color que sea, las costumbres y las mañas siguen estando a la orden del día.

Esta vez, estoy convencido de que una vez más, el pueblo saldrá a las calles y defenderá suyos, y esta vez, podré salir yo a gritar desde lo mas hondo de mi ser,

¡¡PRESOS POLITICOS LIBERTAD...!!
Portada y Artiículo publicado en La Jornada el 7 de febrero de 2000

El pueblo defenderá a los suyos
Adolfo Gilly
El gobierno federal nunca pensó en ceder o en negociar las cuotas ni la gratuidad ni su proyecto de universidad. Nunca. Sólo trató de ganar tiempo para desarticular al movimiento estudiantil que le resistía. Como en San Andrés, nunca pensó en cumplir nada. Nunca. Su táctica sigue siendo negociar para, en cuanto puede, golpear: como el 9 de febrero de 1995, cuando intentaron atrapar al subcomandante Marcos, citado para una negociación; como el 22 de diciembre de 1997, cuando el gobernador Ruiz Ferro y su gente dejaron preparar la masacre de Acteal.

Este es el punto de partida inconmovible para todos. El movimiento estudiantil nunca le creyó al gobierno federal ni a sus múltiples máscaras. Los estudiantes en huelga siempre pensaron, intuyeron, sintieron que Barnés mentía y que Juan Ramón de la Fuente también. Tuvieron razón. La cerrazón, las maniobras y los cochupos de Barnés (como el del 7 de junio) eran la otra cara de la "apertura" y el plebiscito de Juan Ramón de la Fuente. Por eso muchos, muchísimos, nos negamos a participar en esta trampa plebiscitaria y a darle a este rector el voto de confianza para que usara el garrote policial. Esto no nos impide comprender por qué también muchos, sinceramente, hartos de una huelga interminable, creyeron que votar podía ser una salida y tomaron por buena su palabra. Ahora ya todos sabemos cuánto vale.

Este rector nunca pensó en un congreso que no fuera algo así como un Consejo Universitario ampliado, controlado por él, para restablecer cuotas, Ceneval y todo el resto. Por eso nunca quiso negociar su propuesta contra los seis puntos, saboteó el diálogo en Minería (juego del cual el CGH no logró zafarse), montó el gran engaño del plebiscito, obtuvo el desplegado de los grandes intereses dominantes (Iglesia, capital, monopolios informativos), logró la confianza interesada o confiada de muchos intelectuales y después, con esas armas en su mano, pidió a la Policía Federal Preventiva que tomara primero la Prepa 3 y después la UNAM entera.

Todo este ciclo es una perversa mentira orquestada desde el gobierno federal, decidido a golpear de una vez por todas desde que sacaron del juego al desgastado Francisco Barnés. En ese juego pretendieron arrastrar al Gobierno del Distrito Federal para luego presentarlo como su cómplice represor. No lo lograron. La afirmación de este rector de que la entrada de la Policía Federal Preventiva en la Prepa 3 evitó "una masacre", cuando ese ingreso se produjo horas después de que todo había terminado, es otra mentira. Lo que esta vez les falló fue pretender que el Gobierno del Distrito Federal se prestara a hacer su tarea represora. Finalmente, el rector mandó a la Preparatoria 3 a sus grupos a sueldo y después a los federales, porque allí se estaban poniendo de acuerdo huelguistas y antihuelguistas en una sola asamblea.

No es verdad, en modo alguno, que la intervención de la PFP en Ciudad Universitario se produce por culpa de los ultras. Desde el principio del conflicto, lo que marcó las reglas del juego fueron la intransigencia y el autoritarismo del gobierno federal y de sus subordinados al mando en la UNAM. Esa intransigencia y ese autoritarismo, que jamás pensaron en cumplir pacto alguno (exactamente como ya lo habían hecho en el Congreso Universitario de 1990), fueron los que engendraron su contraparte en la dirección del CGH y en sus formas de conducir las asambleas y el movimiento. Así como ellos aparecieron, intransigentes, intolerantes, sin la flexibilidad necesaria para hacer acuerdos con quienes, del mismo lado, piensan diferente (y en eso consiste una alianza), y desconfiando de todo y de todos, incluso de quienes no debían, esos son los que resistieron porque fueron los que nunca les creyeron al gobierno y a sus dos rectores. En esta división interna, en la cual hay que dejarse de ver agentes, infiltrados y conspiraciones en lugar de ver nuestra dura y difícil realidad, se resume la tragedia de un gran movimiento.

No hay que minimizar el golpe de este domingo negro: la entrada de los federales en Ciudad Universitaria, cientos de estudiantes presos, su dirección también encarcelada y el rector y sus aliados "democráticos" y "plebiscitarios" a la ofensiva, esta es la situación del movimiento.

Ahora hay que resistir, como lo están haciendo los estudiantes del Reclusorio Norte y como lo harán sin duda los nuevos presos. Por una vez, y por mucho tiempo desde aquí adelante, la línea divisoria es clara: de aquel lado ellos, los señores del poder y sus aliados y siervos; de este lado nosotros, los que exigimos la libertad de nuestros presos, los que defendemos la educación gratuita y para todos, los que nos enfrentamos a la perversidad de los poderosos y de sus métodos.

No es la hora de recriminarnos los unos a los otros, de pasar facturas o de dejar que la amargura y el dolor de este golpe nos suman en ajustes de cuentas entre nosotros, como suele suceder después de una derrota. Los balances y las reflexiones de por qué y cómo sucedió vendrán después. No pido que nadie olvide nada. Pido que ahora dejemos de lado las recriminaciones y las fantasías conspirativas sobre infiltrados, agentes y traidores.

Bienvenidos todos los que vengan de este lado, sin preguntarles por qué vienen ni qué dijeron antes. Bienvenidos todos los que se sumen a luchar por la libertad inmediata de los estudiantes presos, por la salida de los federales de la UNAM, por el cumplimiento de los acuerdos del 10 de diciembre, donde el rector reconoce al CGH ¬hoy encarcelado¬ como único interlocutor. Bienvenidos todos los que ahora llegan, porque el enemigo no está entre nosotros, sino de otro lado de la raya violenta del domingo 6 de febrero de 2000.

Tiene toda la razón el llamado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN (La Jornada, 6 febrero 2000) a unir todas las fuerzas opuestas a este terrorismo de Estado: "Hoy no está en juego sólo el futuro de la UNAM y del movimiento estudiantil. Lo que está en juego es el futuro de un país que está en disputa entre quienes lo quieren manejar a punta de bayonetas y quienes lo quiere libre, democrático y justo".

No digo ahora la "gente", tampoco la "sociedad civil": digo el pueblo de siempre, el pueblo que trabaja, el pueblo pobre, ofendido y expropiado, este pueblo de México defenderá a los estudiantes, defenderá a los suyos. Y sus estudiantes, desde la cárcel y fuera de ella, sabrán resistir y defender a su universidad y a su país.

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son los mismos de siempre..son los mismos que nos mataron ayer..quien sobra aqui..? los pobres somos muchos mas..!! van a pagar..

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