El Delegado Zero pide a la prensa que saquen fotos de Blanca Navidad y pregunta “si es justo que un trabajador y su familia viva así”
Por Murielle Coppin
El Otro Periodismo y La Otra Campaña en Tamaulipas5 de deciembre de 2006
El Otro Periodismo y La Otra Campaña en Tamaulipas5 de deciembre de 2006
21 de noviembre, Nuevo Laredo, Tamaulipas: El kilometraje del Zapa-bus marca los 9000 kilómetros (desde su salida del DF el 7 de octubre para la segunda etapa de la Otra) al llegar a Tamaulipas, el último de los 32 estados visitados por el Delegado Zero y La Otra Campaña en búsqueda de las palabras verdaderas de la gente de abajo y sus luchas cotidianas por mejorar sus condiciones de vida.
Grandes hoteles como Best Western, Holiday Inn, Camino Real coquetean al lado de la carretera Nacional que va a Nuevo Laredo, una ciudad fronteriza moderna e industrial. Cadenas de fast food, Pizza Hut, Mac Donald, Kentucky Fried Chicken, juntados cómodamente en gigantescas plazas comerciales miran hambrientas. Entre las concesionarias de autos Dodge, Mitsubishi, General Motors, Volkswagen, se esconde un cementerio grisáceo. El Silverado Rodeo aparentemente conquistó los tradicionales jaripeos y plaza de toros. Miles de trailers y contenedores, bien enfilados y esperando su primer –o enésimo—viaje a los Estados Unidos emboban. El control policial alrededor de Delegado Zero y la Karavana se agudiza. Aparte de los policías uniformados, unos “ciudadanos” sospechosos andan observando. Sus camionetas blindadas y brazaletes de oro de un grosor de diez centímetros señalan que muy probablemente son narcos. De hecho, en el estado fronterizo de Tamaulipas los dos cárteles, el de Osiel Cárdenas y el cártel del Golfo, tienen más influencia en la vida cotidiana que las autoridades y los empresarios locales.El bus se para al lado de una crucecita verde, una de las muchas esparcidas al borde de la carretera fronteriza evocando a los muchos muertos. A sólo 8 metros más abajo “luce” el Río Bravo. El Delegado Zero y demás visitantes se tapan la nariz. Sorprendidos por la conmoción, unos chóferes distraídos se escapan por poquito de una colisión. Acompañados por Martha Ojeda, representante de la Coalición Pro Justicia de Maquiladoras, el grupo se aventura cuesta abajo y se para al lado de uno de los ocho desaguas pestilentes. El olor se hace insoportable. En este lugar las aguas negras de las maquiladoras del parque industrial Finsa (con multinacionales como Sony, Catterpilar, Teleflex) son descargadas al río que luego desemboca en el Golfo. La planta tratadora de aguas instalada por el gobierno sólo procesa desechos orgánicos y no los químicos tóxicos.
Al cumplir trece años, el Tratado de Libre Comercio (TLC) no sólo triplicó la producción de Nuevo Laredo, sino también la de deshechos de las empresas. Destruyen por completo la fauna y flora y, peor, afectan la salud pública. El riesgo de cáncer, alergias y enfermedades de la piel aumenta de manera preocupante en la zona fronteriza. Muchos niños nacen con anecefalia y retardo mental. Martha suspira: “Los muertos no vienen en los números de exportación. Como es un solo desagüe (para muchas maquiladoras) no podemos culpar a uno”. La descentralización de la ley ambiental hizo que el problema pasara a manos de los municipios, incompetentes en esta materia.Martha señala irónicamente: “es uno de los precios del desarrollo que se tienen que pagar, un regalo que nos ha dejado el TLC”, un desarrollo alimentado por programas gubernamentales especiales para atraer a las empresas a México. Martha aclara: “Los estados compiten para que vengan estas empresas, les dan kilowats free, agua gratis, no cobran impuestos, entrenan a la gente hasta tres meses para que produzcan al cien por ciento a condición de generar empleos… pero lo que generan es la muerte”.
El río traicionero parece estar tranquilo. Por eso, muchos mexicanos tientan su suerte y cruzan sus aguas en este lugar; desconociendo corrientes y tóxicos arriesgan sus vidas en una travesía que les lleva de una desgracia a otra. Dice Martha: “Si pasas eso (muchos se ahogan), apenas empiezas el calvario del infierno. Hay mucha persecución y racismo allá”.Muchos nunca logran atravesar la frontera o han sido expulsados. Unos de ellos se instalan en la zona fronteriza por las oportunidades de trabajo en las maquiladoras. Los sueldos de hambre les obligan a ocupar tierras para construir chozas. Blanca Navidad es una de estas coloniales, hoy anfitriona del Delegado Zero y la caravana. Unas 400 familias comparten un espacio a poca distancia de unos vertedores de basura. Las connotaciones paz, tranquilidad, nieve, evocadas por el nombre de la colonia suenan irónicas con la intensidad del sol, la miseria extrema, injusticia, abuso de poder y violencia que sufren sus habitantes a diario.El 22 de diciembre de 2004 los colonos llegaron a ocupar estas tierras inhóspitas. Poco a poco y a medida de que les sobraba unos pesos al final del mes, construyeron sus casas de madera. Después de un año de tolerancia, el presidente priísta, Daniel Perez Treviño, calificó la colonia de ilegal. Propuso a los colonos comprar un terreno en una de las reservas territoriales, lo que les resulta imposible por razones económicas. El día uno y dos de febrero de 2005, el presidente mandó unos bulldozers para derrumbar una manzana de 20 o 30 casas en Blanca Navidad. Algunas casas fueron quemadas con todas las pertenencias adentro, entre otras, las cobijas y juguetes que el presidente les había regalado unos meses antes para Navidad.Rosy (un seudónimo) cuenta: “Cuando regresé de mi trabajo, ya no quedó nada de mi casa. Tardé un año en construirla, tumbaron y destruyeron todo. Mi estufa, mis trastes, mi comida, mis papeles, entre otros, mi acta de nacimiento y mi diploma de secundaria. Mi tanque de gas se lo llevaron, no recuperé nada. Vine aquí porque me dejó mi esposo. Soy madre soltera de 4 hijos.” En el agresivo desalojo cayeron varios muertos. Una señora mayor murió de un infarto, un joven fue baleado por haberse defendido, tres niños fueron quemados vivos en su propia casa, varias personas fueron detenidas y encarceladas y las mujeres fueron golpeadas. “Pareció guerra” dice Rosy.
Unos días después de la violencia los colonos organizaron un plantón en Nuevo Laredo para exigir una explicación al presidente municipal. Una colona cuenta: “Muchas personas vinieron a respaldarnos con ropa y comida, lonches, tacos… Hicimos barricadas porque vinieron las patrullas como si fuéramos narcotraficantes, estábamos rodeadas.” Un año después de los hechos, la respuesta del presidente queda pendiente. “¿Por que primero nos deja vivir aquí un año y luego dice que tenemos que irnos?”, suspira Rosy.Otras tres mujeres se dirigieron espontáneamente hacia una reportera para contar sus historias. Ya no tienen miedo, están hartas de la situación y necesitan desahogarse. Un personaje como el Subcomandante Marcos que viene explícitamente hasta su colonia para conocer su realidad es bienvenido con los brazos abiertos. Cientos de colonos se congregan alrededor del portavoz carismático del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional). No es nada sorprendente que la mayoría de ellos sean mujeres. En un país ultra-neoliberal y machista como México ellas son los elementos más vulnerables. Muchas fueron abandonadas por sus esposos “por una más bonita”, dicen. No hay para vivir bien.Las mujeres jóvenes trabajan en una de las muchas maquiladoras. Pasados los 35 años, ya no les dan chamba. Rosy vende shampús, medicinas y pan hechos por ella misma en la colonia. Juana, una mujer mayor, vende ropa y juguetes de segunda mano. Otras son trabajadoras sexuales. Todas buscan la manera de sobrevivir. Salir a trabajar resulta ser una actividad arriesgada, no sólo por las peligrosas condiciones de trabajo sino porque en cualquier momento la policía puede llegar a tu casa y allanarla. Las amenazas de desalojo continúan. Dos días antes de la llegada del Sup quemaron otra casa para intimidarles. Supieron que iba a haber movimiento y que la gente se está organizando.
Un abogado se sube al tapanco y toma la palabra. Explica con cierta arrogancia que el juez tercero otorgó la suspensión del oficio. “Qué tengan confianza en nosotros… Es un procedimiento largo… Pero ya logramos varios amparos. Somos profesionistas, tenemos que vivir también.” Unas risas irónicas le contestan. Una mujer secretea: “Mentira. Los abogados vienen a dar apoyo pero no lo hacen, vienen amenazando que si no les damos los 500 pesos para el amparo nos van a desalojar del predio. ¿Para que? No tenemos luz, ni electricidad. No molestamos a nadie”.Marcos hace un llamado a la prensa: “Les pido que saquen fotos y video y díganme si es justo que un trabajador y su familia viva así. Trabaja más de 8 horas al día por 50 pesos… Y que tomen la foto de la casa del presidente municipal y del gobernador, o del rancho de Vicente Fox y Martha Sahagún. Y preguntamos, ¿cuánto tiempo han trabajado? No ha hecho nada durante 6 años más que salir en la televisión diciendo tonterías y ponerse de rodillas ante Bush… Vean la casa del dueño de la empresa Sony, que tiene de este lado la parte de la industria que envenena porque al otro lado no le dan permiso”.El Delegado Zero continúa su discurso denunciando el contraste entre ricos y pobres: “Cuando un rico se va vivir primero ponen la casa, la calle, el jardín, la luz, el drenaje, teléfono y luego se va a vivir. Y la gente que está trabajando llega y no hay nada… con pedazos de cartón y madera hace su casita… luego tiene que luchar para que metan drenaje, luz, agua… y luego los desalojan porque es ilegal”.
Termina con un llamado a unir el Norte y el Sur en “movimiento cívil y pacífico, como en el 1910 pero sin armas. Nos levantamos juntos al mismo tiempo. Tumbamos a los políticos de una vez…Los vamos a hacer caer…Calderón no va a terminar los 6 años que le tocan. Las elecciones pasadas fueron las últimas de este país con esta clase política”. Lo que Marcos propone es algo diferente, una democracia verdadera en la que “el presidente municipal obedece en lugar de dar órdenes” y en la que “el salario mínimo es de 800 peso por día en lugar de 40” en donde “los trabajadores de maquiladoras son los dueños”. Convence al público entusiasmado diciendo “somos más, tenemos más fuerza”.Prometiendo que “Blanca Navidad ya nunca más va a estar sola”, el Delegado Zero y la Caravana se despiden de los colonos para dirigirse a la reunión de adherentes –sobre todo (ex)trabajadores de la maquiladora—de La Otra Campaña. Rosy susurra: “Hay que cuidarse mucho porque hay muchos levantones”, un tipo de expres-secuestro en que unos mafiosos armados levantan a sus “enemigos” o hasta personas inocentes para vengarse de ellos, liquidarlos o simplemente sacarlos el dinero.
Grandes hoteles como Best Western, Holiday Inn, Camino Real coquetean al lado de la carretera Nacional que va a Nuevo Laredo, una ciudad fronteriza moderna e industrial. Cadenas de fast food, Pizza Hut, Mac Donald, Kentucky Fried Chicken, juntados cómodamente en gigantescas plazas comerciales miran hambrientas. Entre las concesionarias de autos Dodge, Mitsubishi, General Motors, Volkswagen, se esconde un cementerio grisáceo. El Silverado Rodeo aparentemente conquistó los tradicionales jaripeos y plaza de toros. Miles de trailers y contenedores, bien enfilados y esperando su primer –o enésimo—viaje a los Estados Unidos emboban. El control policial alrededor de Delegado Zero y la Karavana se agudiza. Aparte de los policías uniformados, unos “ciudadanos” sospechosos andan observando. Sus camionetas blindadas y brazaletes de oro de un grosor de diez centímetros señalan que muy probablemente son narcos. De hecho, en el estado fronterizo de Tamaulipas los dos cárteles, el de Osiel Cárdenas y el cártel del Golfo, tienen más influencia en la vida cotidiana que las autoridades y los empresarios locales.El bus se para al lado de una crucecita verde, una de las muchas esparcidas al borde de la carretera fronteriza evocando a los muchos muertos. A sólo 8 metros más abajo “luce” el Río Bravo. El Delegado Zero y demás visitantes se tapan la nariz. Sorprendidos por la conmoción, unos chóferes distraídos se escapan por poquito de una colisión. Acompañados por Martha Ojeda, representante de la Coalición Pro Justicia de Maquiladoras, el grupo se aventura cuesta abajo y se para al lado de uno de los ocho desaguas pestilentes. El olor se hace insoportable. En este lugar las aguas negras de las maquiladoras del parque industrial Finsa (con multinacionales como Sony, Catterpilar, Teleflex) son descargadas al río que luego desemboca en el Golfo. La planta tratadora de aguas instalada por el gobierno sólo procesa desechos orgánicos y no los químicos tóxicos.
Al cumplir trece años, el Tratado de Libre Comercio (TLC) no sólo triplicó la producción de Nuevo Laredo, sino también la de deshechos de las empresas. Destruyen por completo la fauna y flora y, peor, afectan la salud pública. El riesgo de cáncer, alergias y enfermedades de la piel aumenta de manera preocupante en la zona fronteriza. Muchos niños nacen con anecefalia y retardo mental. Martha suspira: “Los muertos no vienen en los números de exportación. Como es un solo desagüe (para muchas maquiladoras) no podemos culpar a uno”. La descentralización de la ley ambiental hizo que el problema pasara a manos de los municipios, incompetentes en esta materia.Martha señala irónicamente: “es uno de los precios del desarrollo que se tienen que pagar, un regalo que nos ha dejado el TLC”, un desarrollo alimentado por programas gubernamentales especiales para atraer a las empresas a México. Martha aclara: “Los estados compiten para que vengan estas empresas, les dan kilowats free, agua gratis, no cobran impuestos, entrenan a la gente hasta tres meses para que produzcan al cien por ciento a condición de generar empleos… pero lo que generan es la muerte”.
El río traicionero parece estar tranquilo. Por eso, muchos mexicanos tientan su suerte y cruzan sus aguas en este lugar; desconociendo corrientes y tóxicos arriesgan sus vidas en una travesía que les lleva de una desgracia a otra. Dice Martha: “Si pasas eso (muchos se ahogan), apenas empiezas el calvario del infierno. Hay mucha persecución y racismo allá”.Muchos nunca logran atravesar la frontera o han sido expulsados. Unos de ellos se instalan en la zona fronteriza por las oportunidades de trabajo en las maquiladoras. Los sueldos de hambre les obligan a ocupar tierras para construir chozas. Blanca Navidad es una de estas coloniales, hoy anfitriona del Delegado Zero y la caravana. Unas 400 familias comparten un espacio a poca distancia de unos vertedores de basura. Las connotaciones paz, tranquilidad, nieve, evocadas por el nombre de la colonia suenan irónicas con la intensidad del sol, la miseria extrema, injusticia, abuso de poder y violencia que sufren sus habitantes a diario.El 22 de diciembre de 2004 los colonos llegaron a ocupar estas tierras inhóspitas. Poco a poco y a medida de que les sobraba unos pesos al final del mes, construyeron sus casas de madera. Después de un año de tolerancia, el presidente priísta, Daniel Perez Treviño, calificó la colonia de ilegal. Propuso a los colonos comprar un terreno en una de las reservas territoriales, lo que les resulta imposible por razones económicas. El día uno y dos de febrero de 2005, el presidente mandó unos bulldozers para derrumbar una manzana de 20 o 30 casas en Blanca Navidad. Algunas casas fueron quemadas con todas las pertenencias adentro, entre otras, las cobijas y juguetes que el presidente les había regalado unos meses antes para Navidad.Rosy (un seudónimo) cuenta: “Cuando regresé de mi trabajo, ya no quedó nada de mi casa. Tardé un año en construirla, tumbaron y destruyeron todo. Mi estufa, mis trastes, mi comida, mis papeles, entre otros, mi acta de nacimiento y mi diploma de secundaria. Mi tanque de gas se lo llevaron, no recuperé nada. Vine aquí porque me dejó mi esposo. Soy madre soltera de 4 hijos.” En el agresivo desalojo cayeron varios muertos. Una señora mayor murió de un infarto, un joven fue baleado por haberse defendido, tres niños fueron quemados vivos en su propia casa, varias personas fueron detenidas y encarceladas y las mujeres fueron golpeadas. “Pareció guerra” dice Rosy.
Unos días después de la violencia los colonos organizaron un plantón en Nuevo Laredo para exigir una explicación al presidente municipal. Una colona cuenta: “Muchas personas vinieron a respaldarnos con ropa y comida, lonches, tacos… Hicimos barricadas porque vinieron las patrullas como si fuéramos narcotraficantes, estábamos rodeadas.” Un año después de los hechos, la respuesta del presidente queda pendiente. “¿Por que primero nos deja vivir aquí un año y luego dice que tenemos que irnos?”, suspira Rosy.Otras tres mujeres se dirigieron espontáneamente hacia una reportera para contar sus historias. Ya no tienen miedo, están hartas de la situación y necesitan desahogarse. Un personaje como el Subcomandante Marcos que viene explícitamente hasta su colonia para conocer su realidad es bienvenido con los brazos abiertos. Cientos de colonos se congregan alrededor del portavoz carismático del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional). No es nada sorprendente que la mayoría de ellos sean mujeres. En un país ultra-neoliberal y machista como México ellas son los elementos más vulnerables. Muchas fueron abandonadas por sus esposos “por una más bonita”, dicen. No hay para vivir bien.Las mujeres jóvenes trabajan en una de las muchas maquiladoras. Pasados los 35 años, ya no les dan chamba. Rosy vende shampús, medicinas y pan hechos por ella misma en la colonia. Juana, una mujer mayor, vende ropa y juguetes de segunda mano. Otras son trabajadoras sexuales. Todas buscan la manera de sobrevivir. Salir a trabajar resulta ser una actividad arriesgada, no sólo por las peligrosas condiciones de trabajo sino porque en cualquier momento la policía puede llegar a tu casa y allanarla. Las amenazas de desalojo continúan. Dos días antes de la llegada del Sup quemaron otra casa para intimidarles. Supieron que iba a haber movimiento y que la gente se está organizando.
Un abogado se sube al tapanco y toma la palabra. Explica con cierta arrogancia que el juez tercero otorgó la suspensión del oficio. “Qué tengan confianza en nosotros… Es un procedimiento largo… Pero ya logramos varios amparos. Somos profesionistas, tenemos que vivir también.” Unas risas irónicas le contestan. Una mujer secretea: “Mentira. Los abogados vienen a dar apoyo pero no lo hacen, vienen amenazando que si no les damos los 500 pesos para el amparo nos van a desalojar del predio. ¿Para que? No tenemos luz, ni electricidad. No molestamos a nadie”.Marcos hace un llamado a la prensa: “Les pido que saquen fotos y video y díganme si es justo que un trabajador y su familia viva así. Trabaja más de 8 horas al día por 50 pesos… Y que tomen la foto de la casa del presidente municipal y del gobernador, o del rancho de Vicente Fox y Martha Sahagún. Y preguntamos, ¿cuánto tiempo han trabajado? No ha hecho nada durante 6 años más que salir en la televisión diciendo tonterías y ponerse de rodillas ante Bush… Vean la casa del dueño de la empresa Sony, que tiene de este lado la parte de la industria que envenena porque al otro lado no le dan permiso”.El Delegado Zero continúa su discurso denunciando el contraste entre ricos y pobres: “Cuando un rico se va vivir primero ponen la casa, la calle, el jardín, la luz, el drenaje, teléfono y luego se va a vivir. Y la gente que está trabajando llega y no hay nada… con pedazos de cartón y madera hace su casita… luego tiene que luchar para que metan drenaje, luz, agua… y luego los desalojan porque es ilegal”.
Termina con un llamado a unir el Norte y el Sur en “movimiento cívil y pacífico, como en el 1910 pero sin armas. Nos levantamos juntos al mismo tiempo. Tumbamos a los políticos de una vez…Los vamos a hacer caer…Calderón no va a terminar los 6 años que le tocan. Las elecciones pasadas fueron las últimas de este país con esta clase política”. Lo que Marcos propone es algo diferente, una democracia verdadera en la que “el presidente municipal obedece en lugar de dar órdenes” y en la que “el salario mínimo es de 800 peso por día en lugar de 40” en donde “los trabajadores de maquiladoras son los dueños”. Convence al público entusiasmado diciendo “somos más, tenemos más fuerza”.Prometiendo que “Blanca Navidad ya nunca más va a estar sola”, el Delegado Zero y la Caravana se despiden de los colonos para dirigirse a la reunión de adherentes –sobre todo (ex)trabajadores de la maquiladora—de La Otra Campaña. Rosy susurra: “Hay que cuidarse mucho porque hay muchos levantones”, un tipo de expres-secuestro en que unos mafiosos armados levantan a sus “enemigos” o hasta personas inocentes para vengarse de ellos, liquidarlos o simplemente sacarlos el dinero.
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