Tus manos allí, esperando el futuro, trazando en cada línea un sueño, un anhelo una esperanza.
Miras al frente, tu vista fija en esos barrotes que acompañan, fríos, grises, nostálgicos de otros tiempos y de otros presos.
Estás pensando, recordando, construyes lo que pasa una y otra vez .
Tienes otra manera de mirar, mas profunda, más clara, tal vez porque todo este tiempo te negaron ver los colores del mundo, mas no imaginarlos.
Regresas a tu dibujo, pero no por mucho tiempo.
Recibes una visita ¡dulce compañía! ¿qué noticias traerá?, gozas el momento cual niño.
Analizan tu situación, sabes lo que te espera, sabes lo que te puede pasar, lo enfrentas cada día y sigues adelante.
Regresas a la celda, ¿recuerdas aquella vez ? ¡cuantas ganas de decirle algo¡, sin embargo no lo hiciste.
Descansas, abres la portada del único libro que te permitieron pasar, pero los recuerdos te alcanzan otra vez.
Sigues esa ansiedad para hacer lo que es necesario.
Esa enseñanza tan tuya, que te movía de un lado a otro olvidando la fatiga.
De nuevo el libro, te pones a estudiar, analizar a escribir, y eso no te impide soñar o mejor dicho, es lo que te impulsa a soñar y actuar.
Llegó la hora del ejercicio, esos instantes en que te adueñas de ti, te sirven para olvidar, para sentirte bien sólo, te ayudan a sobrellevar ese espacio temporal tras el espacio de ese cuarto.
¿después?
La comida y....
Otro día, un nuevo día para ser mejor sin importar el lugar en el que estés.
Tu temple, forjado en las mas claras condiciones te hace mas fuerte, y contigo otros se desarrollan.
Vas sembrando semillas de solidaridad que darán frutos de humanidad.
Adelante, no eres un sueño, eres realidad, vida ejemplo.
Abrázanos con el calor de tu esfuerzo diario.
Desde aquí podemos sentir tu calidez y tu coraje.
Revolucionariamente.
Mariana.
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