AL: ¿Existe una situación revolucionaria en América Latina?

AMERICA LATINA… ARGOS: ABRIL 18 DE 2007…

Por: Heinz Dieterich

Rebelión

1. La interrogante más política de América Latina

Probablemente la pregunta política más trascendental de América Latina en este momento se refiere a si se encuentra en una situación revolucionaria o no. Es la pregunta estratégica más importante porque la viabilidad de las tres megapropuestas del futuro latinoamericano -el desarrollismo regional, el socialismo del siglo XXI y la alianza orgánica entre los Pueblos y los Estados progresistas- depende esencialmente de su realismo frente al statu quo.

Para responder a la interrogante usamos un sencillo modelo, que reduce el complejo concepto situación revolucionaria a dos parámetros decisivos: a) La fisonomía del poder de la vanguardia revolucionario y b) La institucionalidad de ruptura que pretenden establecer las fuerzas revolucionarias. Determinando los atributos (valores) de ambos parámetros para las revoluciones burguesas y socialistas del pasado, obtenemos un paradigma o modelo histórico de la situación revolucionaria en la época moderna, que permite clasificar el contenido revolucionario de la actualidad latinoamericana.

2. La fisonomía del poder revolucionario

2.1. El poder revolucionario es un poder de facto frente a la institucionalidad y las fuerzas del antiguo régimen. Tiene que ser un poder de facto, porque desde la legalidad establecida es la ruptura del orden constitucional. La legalización de este poder es post festum. La espada se vuelve ley sobre el hecho consumado de la victoria. Los vencedores, constituidos en Asamblea Constituyente originaria, se conceden una nueva Magna Carta Libertatum, una “Gran Carta de las Libertades”, hecha a su medida. La fase de transición entre el poder bruto y el poder normativo varía. La primera constitución soviética se hizo en 1918, la china en 1954 y la cubana en 1976.

2.2. En su esencia, el poder revolucionario no puede ser legislativo ni judicial ni mediático. La precondición de su triunfo es la índole ejecutiva-polí tico-militar. Es el ejército de Cromwell, el new model army de los Ironsides, que le permite derrotar, primero, a la contrarrevolució n monárquica y, después, acabar con el parlamentarismo corrupto. Es el Comité de Salud Pública de los jacobinos que liquida a la aristocracia feudal. Son los soviets, el Partido y el germen del Ejército Rojo que permiten la toma del Palacio de Invierno y la disolución de la Asamblea Constituyente, para -después de ser instruido por treinta mil exoficiales zaristas- derrotar a los ejércitos blancos e intervencionistas.

2.3. El poder es originario, porque se levanta sobre los escombros de las Fuerzas Armadas del ancien régime. En la práctica, esta propiedad confiere una amplia discrecionalidad al nuevo poder. En lo normativo, es la destrucción física del viejo orden lo que faculta a la Asamblea Constituyente a establecer el nuevo orden constitucional sin miras hacia la legislación y Magna Carta anterior, es decir, de actuar como originaria, no como derivativa.

3. Poder revolucionario e Institucionalidad de ruptura

So pena de ser derrotado, el poder real de la vanguardia no puede desligarse de la perspectiva estratégica y teórica de una nueva institucionalidad política y económica que rompa el orden institucional del pasado. Son precisos un nuevo modo de producción y una nueva superestructura.

Cromwell sustituye las tres instituciones dominantes del viejo régimen, la monarquía, el Vaticano y la aristocracia, con el parlamento, la iglesia nacional protestante y la economía de mercado desarrollista. Lenin reemplaza el parlamentarismo burgués por la dictadura del proletariado a través del Partido y la economía de mercado por la economía centralmente administrada del “comunismo de guerra”. Mao actúa sobre el mismo parangón modificándolo con los (fracasados) intentos del gran salto adelante y de las Comunas.

4. ¿Existe una situación revolucionaria en América Latina?

Si comparamos ese paradigma histórico con la situación actual latinoamericana tenemos que concluir que no existen los criterios característicos de una situación revolucionaria de este tipo en la Patria Grande. Y, de hecho, en América Latina, en los últimos 55 años, se han dado solo tres veces: la Revolución Boliviana de 1952, la Revolución Cubana de 1959 y la Sandinista de 1979.

Son marcadas las diferencias entre lo histórico y lo actual. Todos los gobiernos del cambio, los de Evo Morales, Hugo Chávez o Rafael Correa, comparten las siguientes características: a) Son gobiernos de iure, es decir, legalmente constituidos y que llegaron a la Presidencia y al parlamento a través de la institucionalidad del viejo régimen; b) En el proceso de la toma del poder no destruyeron físicamente la institución castrense establecida, sino que encontraron un modus vivendi negociado con ella y c) No disponen del poder característico y originario de las vanguardias de las revoluciones de la modernidad burguesa y socialista.

5. ¿Situación revolucionaria, pre-revolucionaria o coyuntura de normalidad en la Patria Grande?

La no coincidencia de la realidad de los gobiernos de transformació n bolivariana con el paradigma de una revolución de la época moderna permite dos inferencias: 1. El modelo sigue vigente y, por lo tanto, no hay una situación revolucionaria en la Patria Grande. Si se usa esta inferencia habrá que determinar si la realidad latinoamericana es pre-revolucionaria -es decir, conducente a una situación revolucionaria- o si las políticas desarrollistas y protosocialistas observables se mantienen dentro de la “desviación estándar” de las medidas de tendencia central del modo de producción capitalista. Es decir, que sí son una desviación significativa frente a la media neoliberal, pero no frente al capitalismo keynesiano o desarrollista; 2. La segunda inferencia posible es que el paradigma de la situación revolucionaria moderna ya no es aplicable a la realidad contemporánea latinoamericana porque ésta ha cambiado demasiado. En tal caso, se podría sustituir este sencillo modelo de dos parámetros (fisonomía del poder/institucional idad de ruptura) por otros más complejos, por ejemplo, de la física moderna, en los cuales el “cambio de fase” (“revolución”) opera a través de múltiples cambios microscópicos en el comportamiento del sistema hasta generar una masa crítica que produce su cambio macroscópico.

El juicio sobre el carácter revolucionario o no de la situación actual latinoamericano reviste cierta urgencia, porque de la calidad del diagnóstico de la realidad depende la terapia, diseñada para mejorarla. Y es en la calidad del diagnóstico latinoamericano donde se encuentra uno de los mayores obstáculos a la construcción de la vanguardia latinoamericana y su teoría libertadora.