Por Ricardo Andrade Jardí
Tratado como se merece, Jesús Ortega, echeverrista de corazón y traidor de oficio y hoy gracias al TRIFE, que no a la voluntad militante, presidente nacional del PRD (híbrido de “izquierda” electoral hoy al servicio de las oligarquías rapaces), fue abucheado en el Auditorio Nacional cuando intentaba tomar protesta a los candidatos del PRD. Anécdota para el recuerdo. Pero siempre es agradable saber que su mediocridad política tendrá un elevado costo histórico y que los presumibles cañonazos del poder no serán nunca suficientes para maquillar la imagen del cretino que es y será por siempre Ortega. He ahí a un sujeto hecho a la imagen y semejanza de lo que la telecracia presenta como lo que debe ser un “izquierdista maduro y moderno”.
Y mientras tanto, en algún lugar de las Antillas, el “anacrónico”, según los estándares exigidos por Televisa, Evo Morales, deja en entredicho la utilidad de la OEA y exige su expulsión del organismo al reivindicar a su gobierno como marxista y socialista, dos de los calificativos que fundamentaron en los años sesenta la, esa sí anacrónica, expulsión de Cuba, de ese instrumento hoy inútil, que no es otra cosa que una de esas reuniones continentales, que el imperialismo yanqui utiliza para controlar países y minimizar sus siniestras y asesinas intervenciones en el continente, que son fundamentalmente la implementación de dictaduras, ahí donde la voluntad popular les es incontrolable para sus expansionistas intereses.
Dos caras de una realidad continental: la de la mediocridad sometida al control del consumo y la de la dignidad rebelde, que pese, en el caso de la última, a la propaganda en contra, decide caminar con la historia y procura justicia ahí donde la inercia imperialista la ha negado siempre.
La comparación es odiosa, ya lo sé, Jesús Ortega es nada al costado de Evo Morales y su único tránsito hacia la historia es justamente el camino de la infamia.
Evo Morales, indio de origen, en cambio es el tránsito esperado y deseado de que otro mundo es posible. Y es también, Morales, el recordatorio de que ese camino es duro. Pero es el más digno de todos. Un indio despreciado por las oligarquías nacionales, que seguirán, con el dinero yanqui de por medio, intentando todo para exterminarlo y junto con él exterminar también la semilla de la justicia y libertad que representa.
Y mientras, acá de este lado, aún nos debatimos neciamente en si tenemos que votar o no en las elecciones intermedias, en un país donde las leyes, las vigentes, son lo mismo que nada, donde un Congreso de “izquierda madura” o de derecha, en México, son exactamente lo mismo y donde nuestro voto no es más que la licencia para que la pandilla de corruptos, escudados en el fuero legislativo, evadan la justicia y conviertan la ilegalidad en norma. Aquí seguimos tolerando la mentira como forma y la IMPUNIDAD como fondo.
Ese es quizá el único alcance de la Cumbre de las Américas, el de recordarnos, a los mexicanos, lo cerca que estamos de la telebasura y lo lejos que estamos de Sudamérica donde hoy se dicta la nueva agenda continental. Y, sobre todo, lo lejos y lo extraviada que está la “izquierda electoral mexicana” y sus “Chuchos” de la realidad histórica del Continente.
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