Isocronías

Ricardo Yáñez
Historias

ME ENTERO QUE para despedir el año (la última de sus tardes) se reúnen algunos escritores en cierto café tapatío, al que arribo llegando la noche. Arturo Suárez, que gusta firmar como Arduro Suaves, me recibe con la sonrisa de que hace rato vocearon desde la caja o la barra, o ambas, al autor de El llano en llamas, a quien desde un celular procuran o convocan año tras año. Entre esos escritores está el poeta Raúl Bañuelos, mencionado aquí mismo hace quince días, quien me entrega, con otros, el libro Cuento vivo de Andalucía. Noticia tenía de que anualmente realizaban una antología poética de la región o país invitados "de honor" a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, pero esta es la primera ­y afortunada­ vez que la narración "imaginal", como la nombraría alguien, es también invitada. La muestra, recogida en un volumen de alrededor de 650 páginas, corrió a cargo de José Brú, Dante Medina y el propio Bañuelos. Con tirada de mil 500 ejemplares, edita la Universidad de Guadalajara.

UN NECESARIAMENTE BREVISIMO adelanto de la misma se ofreció ya a mediados de noviembre en La Jornada Semanal. Allí se incluyó, por ejemplo, El ordenador, de Felipe Benítez Reyes, uno de los relatos preferidos de Bañuelos, y cuyo autor por cierto acaba de obtener, me dicen, el Premio Nadal de novela. Y asimismo Las musarañas, de Juan Bonilla, texto que de la selección se cuenta entre los predilectos de Brú.

EN MAYO PASADO visitaron Andalucía en busca de material. Regresaron con cerca de 300 libros de poesía y cuento, en su gran mayoría obsequio de autores y editores, y 500 páginas "escaneadas" gracias a la sorprendente generosidad de Jesús Chus Cantero, "un individuo que prácticamente sin conocernos nos abrió su biblioteca, de 25 mil volúmenes, y nos facilitó su equipo informático. En España ­me aclaran­ las fotocopias están prohibidas". Todavía, mediante el e-mail, recibirían más material.

RESPECTO AL RESULTADO final, Brú considera que no es dudoso sea la más exhaustiva antología del género que hasta ahora de la región se haya realizado. Asombra, indican, tanto la cantidad como la calidad de autores, de los cuales se eligieron 127, representado con un cuento cada uno.

YA PARA REGRESARME a la ciudad de México, en otro café me topo con Carlos Enrique, abogado y escritor a quien no miraba desde hará, uf, ¿¡30 años!? Lo conocí como muy buen poeta. Ha escrito ensayo, narrativa, inclusive ­¿lo forcé a confiar?­ teatro. Me cuenta algunos de sus proyectos, buenos también. Se queja de dos cuentos que nomás no le salen. Ojalá, me baso en su sentido del humor, no se me queje de que boceté aquí el hecho real que le inspiraría uno de ellos.

PONGAMOS QUE DIJO: "Cuando yo era niño, aquí en seguidita puso un señor su templete. Nos acercamos, nos enseñó la imagen de Jesús en una Biblia y aseguró 'Soy yo. Estoy disgustado con los hombres porque no hacen lo que deben. Tengo dos cohetes guardados en las torres de Catedral. Con ellos pienso traerme el sol y esconderlo, hasta que los hombres aprendan.'"

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