El clero mexicano, parte de la derecha militante en el poder
Pedro Echeverría V.
1. El presidente del Episcopado mexicano declaró a la revista Proceso sobre su postura en las pasadas elecciones presidenciales. Dijo: “Los tres candidatos se autodefinieron como católicos, pero la diferencia es que Felipe proviene de una familia con mucha mayor formación religiosa. Además, por su formación filosófica, que es también propia de su partido político, tiene una postura muy cercana a la doctrina social de la Iglesia. En ese terreno sus convicciones y valores son muy claros… Calderón sí expresó claramente convicción de que la vida hay que defenderla a toda costa. Mostró una posición afín al Episcopado… hay puntos en los cuales no podemos transigir”. Con base en esas declaraciones y otras parecidas, la iglesia participa en política organizando a seguidores para repudiar al candidato de la izquierda y votar por el más católico y derechista.
2. El clero mexicano busca recuperar para la iglesia católica el monopolio económico y el poder político que tuvo hasta mediados del siglo XIX. El historiador Silva Herzog escribió al respecto: “El problema más grave en México, en cuanto a la propiedad territorial desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, consistía en las grandes y numerosas fincas del clero en aumento año tras año y sin cabal aprovechamiento… enormes riquezas estancadas sin ninguna o casi ninguna circulación”. La iglesia, no sólo poseía más de la mitad de las tierras del país, sino que también estaba estrechamente aliada a los hombres más ricos, a los hacendados, al gobierno y al ejército que dominaban a la nación y las leyes. Fue el gran poder que se opuso con las armas, de manera violenta, a los liberales encabezados por Benito Juárez, Lerdo, Ocampo.
3. Por ese motivo, a través de la historia, la iglesia ha representado un verdadero peligro en la política mexicana. Cuando en 1856 se decretó la Ley de desamortización de los gigantescos latifundios (tierras muertas que no producían) que controlaba en todo el país, la iglesia no solamente desautorizó al gobierno, sino que organizó una gran guerra de tres años contra los liberales. Fue precisamente por esa actitud por la que Juárez se vio obligado a decretar la ley que separó a la iglesia del Estado y mediante a Ley de nacionalización expropió las tierras que la iglesia y el ejército querían conservar para sí. Después de las Leyes de Reforma la iglesia buscó la revancha armada en muchas ocasiones hasta que el gobierno de Carlos Salinas, a fines de 1991, le abrió nuevamente las puertas, mismas que con Fox y Calderón, ha querido ampliar en nombre de la libertad.
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