Carlos Fernández-Vega
Entre lo poco, muy poco, que registró un crecimiento real y sostenido a lo largo del "cambio" destacan tres renglones específicos: las fortunas de los mega empresarios, el ingreso de divisas por exportación petrolera y el envío de remesas proveniente de la creciente paisanada en Estados Unidos (existe un cuarto elemento "oculto", las narcodivisas, que también crecieron exponencialmente, aunque no hay cifras consolidadas).
El primero de los factores se explica por la política económica gubernamental y la propia administración foxista que, como las anteriores y la presente, beneficia al gran capital. El segundo, por los elevados precios internacionales del oro negro que salvaron a las finanzas nacionales en más de una ocasión y, el tercero, por la creciente expulsión de mano de obra que esa misma política económica genera y que la captación de divisas por la exportación petrolera ni siquiera intentó contener, por medio de la inversión y la generación de empleo. (Sobre el cuarto elemento, se ve, se siente, los narcodólares están presentes, pero nadie se anima a cuantificarlos).
De esos tres renglones, destaca la inyección de divisas de la mexicanada que, mayoritariamente, labora en Estados Unidos. Por ejemplo, la fortuna de Carlos Slim se incrementó en alrededor de 200 por ciento (de 10 mil a 30 mil millones de dólares, según Forbes) a lo largo del "cambio" (falta el dato del cierre sexenal, pero esa proporción da una idea de cómo se hacen negocios en México), pero la captación de dólares por concepto de remesas aumentó 250 por ciento en el periodo, al pasar de 6 mil 572 a poco más de 23 mil millones de dólares y acumular poco más de 136 mil millones de billetes verdes. La diferencia estriba en que la fortuna de Slim es de él, y punto, mientras la carretada de dólares que llega al país vía remesas favorece a más de millón de familias en toda la República.
En el sexenio del "cambio" la economía mexicana y esas familias se beneficiaron con poco más de 92 mil millones de dólares, casi 70 por ciento de los captado por ese concepto de 1990 a 2006. Por cada dólar que en remesas entró al país en ese periodo, 70 centavos correspondieron a lo registrado durante el gobierno de ese lamentable accidente de la política mexicana llamado Vicente Fox. Y no es gratuito, porque durante su mandato más de 3 millones de personas engrosaron la comunidad mexicana en Estados Unidos.
Gracias a la política económica que contra viento y marea se ha mantenido durante 25 años, ahora en México las grandes fortunas crecen aún más rápido, al igual que la emigración de mano de obra. Con Fox, alrededor de 7 por ciento de los mexicanos en edad y condición para laborar logró emplearse, pero fuera de su país, de tal suerte que a estas alturas en sólo un año (2006) se captó en remesas lo que una década atrás (1990-1996) llevaba siete años.
Lo peor del caso es que no hay visos de corrección en los tres renglones con mayor crecimiento: concentración del ingreso y la riqueza, dependencia de las divisas petroleros y expulsión de mano de obra, con crecientes remesas.
En vía de mientras, un análisis de la Cámara de Diputados (El flujo migratorio internacional de México hacía Estados Unidos y la importancia de las remesas familiares en la economía mexicana, 1990-2006; M. en E. Reyes Tépach M.) señala que los patrones migratorios entre ambos países están cambiando. Durante los años sesenta, poco después de finalizar el Programa Bracero, la emigración mexicana hacia el vecino del norte se caracterizó por ser un flujo predominante circular, compuesto por adultos y jóvenes de origen rural que se internaban en Estados Unidos para trabajar temporalmente en la agricultura, más tarde, entre seis y ocho meses, regresaban a sus lugares de origen. Muchos procedían de un conjunto relativamente reducido de comunidades rurales localizadas en siete u ocho entidades federativas del país, en las que, desde el siglo pasado, se ha producido esa emigración.
Esa imagen tradicional de los emigrantes mexicanos, vigente hasta los años sesenta, no corresponde ya con el perfil actual. Algunos cambios en los patrones de la emigración de México a Estados Unidos son, entre otros, los siguientes: creciente diversificación regional del flujo. El origen geográfico de los emigrantes se ha extendido más allá de las entidades y municipios tradicionales de migración. Eso no significa que en dichas áreas tendió a disminuir el flujo, sino que se incrementó en otras. Actualmente, entidades como Puebla, Hidalgo, Estado de México, Distrito Federal y Morelos, que en el pasado no se contaban entre las entidades con tradición migratoria, se originan cuantiosas corrientes hacia el vecino país.
Además, mayor presencia de emigrantes procedentes de las zonas urbanas. Existe evidencia de que los grandes centros urbanos y algunas de las llamadas ciudades intermedias, además de absorber a los emigrantes procedentes de las áreas rurales y de pequeñas localidades del país, están sirviendo de plataforma para la emigración a Estados Unidos. Por ejemplo, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México ha pasado a ser, en los años recientes, un área relativamente importante de emigración hacia el vecino país del norte.
Se observa mayor diversificación ocupacional y sectorial de los emigrantes tanto en México como en Estados Unidos. Los emigrantes que desempeñan una ocupación agrícola ya no son mayoritarios ni en su lugar de origen ni en el de destino. Además, se registra una tendencia creciente a prolongar su estancia en Estados Unidos o a establecer su residencia en ese país.
Las rebanadas del pastel
No hay peor cretino que aquel que lo presume. Y en esto Vicente Fox se pinta solo. Pero hay que dejarlo, porque el de las botas largas y las ideas cortas no tarda en detallar nombres y apellidos, números de cuenta, usos de recursos públicos y demás usos fraudulentos en las elecciones de 2006 para lograr su "desquite" contra AMLO.
cfvmx@yahoo.com.mx/ cfv@prodigy.net.mx
Entre lo poco, muy poco, que registró un crecimiento real y sostenido a lo largo del "cambio" destacan tres renglones específicos: las fortunas de los mega empresarios, el ingreso de divisas por exportación petrolera y el envío de remesas proveniente de la creciente paisanada en Estados Unidos (existe un cuarto elemento "oculto", las narcodivisas, que también crecieron exponencialmente, aunque no hay cifras consolidadas).
El primero de los factores se explica por la política económica gubernamental y la propia administración foxista que, como las anteriores y la presente, beneficia al gran capital. El segundo, por los elevados precios internacionales del oro negro que salvaron a las finanzas nacionales en más de una ocasión y, el tercero, por la creciente expulsión de mano de obra que esa misma política económica genera y que la captación de divisas por la exportación petrolera ni siquiera intentó contener, por medio de la inversión y la generación de empleo. (Sobre el cuarto elemento, se ve, se siente, los narcodólares están presentes, pero nadie se anima a cuantificarlos).
De esos tres renglones, destaca la inyección de divisas de la mexicanada que, mayoritariamente, labora en Estados Unidos. Por ejemplo, la fortuna de Carlos Slim se incrementó en alrededor de 200 por ciento (de 10 mil a 30 mil millones de dólares, según Forbes) a lo largo del "cambio" (falta el dato del cierre sexenal, pero esa proporción da una idea de cómo se hacen negocios en México), pero la captación de dólares por concepto de remesas aumentó 250 por ciento en el periodo, al pasar de 6 mil 572 a poco más de 23 mil millones de dólares y acumular poco más de 136 mil millones de billetes verdes. La diferencia estriba en que la fortuna de Slim es de él, y punto, mientras la carretada de dólares que llega al país vía remesas favorece a más de millón de familias en toda la República.
En el sexenio del "cambio" la economía mexicana y esas familias se beneficiaron con poco más de 92 mil millones de dólares, casi 70 por ciento de los captado por ese concepto de 1990 a 2006. Por cada dólar que en remesas entró al país en ese periodo, 70 centavos correspondieron a lo registrado durante el gobierno de ese lamentable accidente de la política mexicana llamado Vicente Fox. Y no es gratuito, porque durante su mandato más de 3 millones de personas engrosaron la comunidad mexicana en Estados Unidos.
Gracias a la política económica que contra viento y marea se ha mantenido durante 25 años, ahora en México las grandes fortunas crecen aún más rápido, al igual que la emigración de mano de obra. Con Fox, alrededor de 7 por ciento de los mexicanos en edad y condición para laborar logró emplearse, pero fuera de su país, de tal suerte que a estas alturas en sólo un año (2006) se captó en remesas lo que una década atrás (1990-1996) llevaba siete años.
Lo peor del caso es que no hay visos de corrección en los tres renglones con mayor crecimiento: concentración del ingreso y la riqueza, dependencia de las divisas petroleros y expulsión de mano de obra, con crecientes remesas.
En vía de mientras, un análisis de la Cámara de Diputados (El flujo migratorio internacional de México hacía Estados Unidos y la importancia de las remesas familiares en la economía mexicana, 1990-2006; M. en E. Reyes Tépach M.) señala que los patrones migratorios entre ambos países están cambiando. Durante los años sesenta, poco después de finalizar el Programa Bracero, la emigración mexicana hacia el vecino del norte se caracterizó por ser un flujo predominante circular, compuesto por adultos y jóvenes de origen rural que se internaban en Estados Unidos para trabajar temporalmente en la agricultura, más tarde, entre seis y ocho meses, regresaban a sus lugares de origen. Muchos procedían de un conjunto relativamente reducido de comunidades rurales localizadas en siete u ocho entidades federativas del país, en las que, desde el siglo pasado, se ha producido esa emigración.
Esa imagen tradicional de los emigrantes mexicanos, vigente hasta los años sesenta, no corresponde ya con el perfil actual. Algunos cambios en los patrones de la emigración de México a Estados Unidos son, entre otros, los siguientes: creciente diversificación regional del flujo. El origen geográfico de los emigrantes se ha extendido más allá de las entidades y municipios tradicionales de migración. Eso no significa que en dichas áreas tendió a disminuir el flujo, sino que se incrementó en otras. Actualmente, entidades como Puebla, Hidalgo, Estado de México, Distrito Federal y Morelos, que en el pasado no se contaban entre las entidades con tradición migratoria, se originan cuantiosas corrientes hacia el vecino país.
Además, mayor presencia de emigrantes procedentes de las zonas urbanas. Existe evidencia de que los grandes centros urbanos y algunas de las llamadas ciudades intermedias, además de absorber a los emigrantes procedentes de las áreas rurales y de pequeñas localidades del país, están sirviendo de plataforma para la emigración a Estados Unidos. Por ejemplo, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México ha pasado a ser, en los años recientes, un área relativamente importante de emigración hacia el vecino país del norte.
Se observa mayor diversificación ocupacional y sectorial de los emigrantes tanto en México como en Estados Unidos. Los emigrantes que desempeñan una ocupación agrícola ya no son mayoritarios ni en su lugar de origen ni en el de destino. Además, se registra una tendencia creciente a prolongar su estancia en Estados Unidos o a establecer su residencia en ese país.
Las rebanadas del pastel
No hay peor cretino que aquel que lo presume. Y en esto Vicente Fox se pinta solo. Pero hay que dejarlo, porque el de las botas largas y las ideas cortas no tarda en detallar nombres y apellidos, números de cuenta, usos de recursos públicos y demás usos fraudulentos en las elecciones de 2006 para lograr su "desquite" contra AMLO.
cfvmx@yahoo.com.mx/ cfv@prodigy.net.mx
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