(¡Qué pronto nos olvidamos!)
Muy querido(a)s compañero(a)s de lucha:
Les comparto en Video y en Reflexión la primera parte de una canción que conocí hace algunos años y que hoy, en la situación de México y de nuestro Movimiento, es imprescindible recordar… La música es bella y refleja el sentimiento latinoamericano. No sé de quién sea la música. Alguien me dijo que de Atahualpa Yupanqui, pero no he podido encontrarla en internet… La canción, sin embargo, vale sobre todo por su letra. La letra es de Pablo Neruda, el gran poeta y escritor chileno. Muy comprometido, además, con la lucha social de su pueblo…
La primera estrofa dice:
¡Qué pronto nos olvidamos de la angustia de la gente!
¡Qué fácil correr detrás de la falsa luz que va y viene!
Recordar es difícil y doloroso pues compromete la lucha de cada día. La mala memoria es fácil y cómoda. Distrae y descuida del combate… El fraude del 88 ya prácticamente se olvidó. Y el de 2006 pudiera incluso más pronto ser archivado y empolvado… Pero “la angustia de la gente” allí está, allí sigue, y nosotros ya no vemos, ya no escuchamos, empezamos a perder la visión y la memoria… Es que… ¡cuesta seguir hasta el fin!...
La falsa luz de la tele, de la propaganda vendida, de la cantaleta del “respeto a las instituciones”, encandila e hipnotiza y nos nulifica o distrae de la lucha… Nos ofrecen “espejitos” a cambio de los tesoros de nuestra dignidad y de nuestra esperanza… Nos venden la “paz” de la indignidad, la “paz” de los sepulcros… “Es inútil”, pensamos. “No se puede”, decimos. “Es demasiado el poder que enfrentamos”, creemos… Es que… ¡cuesta seguir hasta el fin!...
El estribillo dice:
¡Cuesta seguir hasta el fin
y en la vida combatir!
¡Cuesta luchar y luchar,
junto al pueblo pelear!
Realmente cuesta… Luchar no es fácil… El combate supone, muchas veces, sudor y sangre. Malentendidos. Fuego enemigo y, peor, “amigo”. Soledad. Sacrificio. Traiciones. Desesperanza. Amenazas. Acusaciones. Conflictos. “Locura”… Supone una “angustia”, muy semejante a la “angustia de la gente”… Tal vez por eso, heridos y cansados, a veces decidimos no mirar y olvidar por un rato esa angustia de la gente: Porque implica nuestra propia angustia… Nos gustaría liberar a la gente de su angustia, pero sin que tuviéramos nosotros que padecerla… Y no. No se puede. O se padece con la gente, o se pelea junto al pueblo, o se está en el otro lado, contra la gente, sin importar lo que digan las teorías o las palabras… La falsa luz que va y viene son las ideas revolucionarias que se quedan en ideas. La falsa luz que va y viene son las guerras de palabras, son los “baños de pueblo” que se quedan en los dichos y que no aterrizan en los hechos. La falsa luz que va y viene es confundir y equivocar al enemigo, no enfrentar al verdadero… Como los “comunicadores y periodistas” que ahora atacan con todo a Fox y que mientras fue presidente no lo hicieron. Los mismos que atacarán a Calderón, pero dentro de seis años, o antes, si logra echarlo el pueblo… Como la gente de “izquierda” que se ensaña cobardemente con chivos expiatorios en lugar de enfrentar a los verdaderos enemigos, a los que son el verdadero origen y el verdadero sostén de la angustia de la gente… Como la gente de la “izquierda” que revienta veneno contra “el peje” y contra los que confiamos en su proyecto, pero no abren la boca ni mueven un dedo contra el impostor ni contra los ricos y poderosos que lo impusieron… Los que matan muchos hechos y muchas luchas con palabras y apariencias. Los que nunca han realmente mirado las angustias de la gente. Los que alguna vez miraron, pero han dejado de mirar, y ya olvidaron… Los que son de derecha, aunque les dé vergüenza reconocerse como tales. Los que son de derecha y simplemente buscan conservar y acrecentar, egoístamente, sus privilegios de cuna o de influencias. Los que son de derecha, aunque se digan preocupados por la gente, aunque se digan “de izquierda”…
Cuesta seguir hasta el fin, hasta la muerte, hasta las últimas consecuencias… Cuesta que quienes no luchan o luchan poco o hacen sólo “rounds de sombra” se quejen y se burlen de quienes sí están luchando. Cuesta que quienes no hacen nada combatan a los que intentan hacer algo…
Amiga(o)s, hermana(o)s, compañera(o)s: Sigamos luchando, aunque duela. Sigamos hasta el fin, aunque cueste… Vale la pena… Cada día de la batalla hace más cercana la victoria. La constancia en el combate es ya una victoria sobre nosotros mismos… ¡Cuesta seguir hasta el fin, y en la vida combatir, pero aquí estamos! ¡Cuesta luchar y luchar, junto al pueblo pelear, pero aquí seguiremos!
Álvaro, ciudadano de la IV República
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