Por: Ferrer Galván Acosta
Me pregunto porqué el ingeniero Cuautémoc Cárdenas le pidió, le mandó, a escribir este artículo de desagravio, con cierto tufo de intolerancia.
Debo decir que el ingeniero, así como otros personajes de la “izquierda moderna”, es decir, los de la izquierda tradicional, sí deben asumir su las consecuencias de sus actos y omisiones. No creo que las consecuencias sean necesariamente protestas callejeras. Pero también soy de la fe de que
Por ello creo que el liderazgo moral infiere una responsabilidad de la que estoy seguro, Cuauhtémoc Cárdenas tiene plena conciencia; pero también el liderazgo moral se pierde al perder la autoridad moral, la declaración semejante a “no sé si votaré por el candidato de mi partido” aparece como una irresponsabilidad o un abuso de su autoridad lo que significa de inmediato la pérdida de una moral ejemplar.
Cuando Cárdenas, conformó el Frente Democrático Nacional, tenía yo 10 años de edad, me recuerdo repartiendo volantes en alguna colonia de Coyoacán, más por diversión que por plena conciencia. Recuerdo que le hicieron fraude, que el gobierno federal, los medios de comunicación, empresarios y clase política emprendieron una campaña acusándolo de traidor a la patria. En
A pesar de no haber realizado un gobierno destacable, y de que cuando miles de estudiantes nos encontrábamos en huelga en
Por aquellos años, la famosa Nueva Izquierda que encabeza Jesús Ortega, acuñó esa frase, “hay que jubilar al Ingeniero”, pensada en función de impulsar una candidatura ganadora (lease Fox). También en esos años, Cuauhtémoc, le dio un gran empujón a Muñoz Ledo fuera del PRD al destapar su candidatura por PT antes que por el PRD. Sin contar las listas enormes de militantes que salieron del PRD por diferencias con la postura de Cárdenas.
Considero que más allá de la teoría de la forma de gobierno, la democracia tiene un fundamento superior que la hace sublime: la mutua representación, “yo me siento representado contigo porque tú te sientes representado conmigo”. A Cuauhtémoc Cárdenas seis millones de mexicanos, por vez, le admitimos que nos representara en 88, 94 y 2000 ¿por qué no tuvo la humildad para sentirse representado por alguien más en 2006? Más aún, ¿por qué usted, señor Rascón, luego de su inapelable derrota electoral en el proceso interno del 2000 frente a AMLO, Sodi y Pablo Gómez, no se sintió representado con el triunfador? La autocrítica no consiste en autocriticar a los demás, sino en asumir las responsabilidades propias en la construcción del movimiento democrático.
Seguramente, en torno a sus creencias y análisis, tendrá razones suficientes para expresarse, como lo hace, de López Obrador, no coincido con los términos en que lo hace ni con el fondo de lo que dice de él y su movimiento. Sin embargo respeto su opinión.
Pero no pude pasar por alto su crítica directa al fenómeno de la protesta ciudadana; no, señor Rascón, al menos parece inadmisible del hombre que se paró en
Todos los actores políticos, al pertenecer al sector social al que la ciudadanía le delega la representación gubernamental, política e ideológica; sus actos y omisiones son auscultados por los representados. Cuauhtémoc Cárdenas, queriendo o no, fue parte de una cruzada orquestada, como en el 88, para impedir que la izquierda tomara el poder, y eso lo sabe bien la ciudadanía.
Así cuando usted protestó contra Salinas tenía justificación de sentirse agraviado por los hechos u omisiones de aquel, hay gente que podría sentirse agraviada por las omisiones, dichos y los hechos del ingeniero Cárdenas. Y, eso, señor Rascón, no es intolerancia sino el ejercicio del libre derecho a disentir de los poderosos.
Sin embargo, sí me parece sumamente intolerante creer que Andrés Manuel, arenga a determinado grupo a cobrar facturas; es una idea muy paternalista, consistente en creer que los ciudadanos somos incapaces de calificar a los hombres de poder.
El que acusa, ratifica la existencia del fenómeno. Si todo aquel que, según la tesis de Marco Rascón, protesta en defensa de un dirigente, lo hace enviado por este; lo cual personalmente no creo, pero usted, señor Rascón, sí; ergo, a usted lo ha enviado Cuauhtémoc Cárdenas a golpear sistemáticamente a López Obrador. Si esto fuera cierto, ya tendría justificación la protesta del domingo 18 de marzo, y usted carece de elementos para repudiarla.
Como no creo que ni a usted lo mande Cárdenas ni a los ciudadanos Andrés Manuel; en la creencia de que a ambos los mueve el desapruebo a los actos de cada quien, ambas manifestaciones están justificadas en el marco de la tolerancia y las libertades ciudadanas.
Es sólo que, los ciudadanos que no circundan los círculos del poder, tenemos sólo un foro para darle resonancia a nuestros dichos: la calle.
Por cierto, sí, es un Honor estar con Obrador.
Muchísimas Gracias.
20 de marzo de 2007
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