Pseudoelecciones 2006México DF a 18 de Marzo de 20073
Desde que nació en México, la televisión se ha convertido en el principal foco de atención de comerciantes, ejecutivos, columnistas, autoridades, estudiantes y profesores. Unida a la radio, esta unión ha generado que estos medios difusores se conviertan en el área de mayor preocupación y conocimiento.
Tanto así que la misma se ha visto envuelta, en los últimos años, de una lucha férrea y rapaz. Los medios que nacieron para producir emisiones con telenovelas con un fuerte mensaje marcado de machismo y mujeres tendientes a las lágrimas. Con el tiempo pensaríamos que la percepción de los medios sobre las mujeres cambiaria. Pero aun perdura el abuso a su imagen y su integridad.
El abuso sentimentalista ha conformado individuos que cada noche encienden la “caja de sueños” y estos envuelven al individuo. El control masivo del pueblo se demuestra con el naciente crecimiento de grupos “musicales” y “artistas” tienden a llamar a las multitudes a las calles. Aquí es donde nace la pregunta: ¿hasta donde el clic para encender la televisión, “apaga” la mente del individuo que la ve?
La lucha de las televisoras sería un buen propósito para que estos ofrecieran programación de calidad, pero la lucha se centra en haber quien produce el programa con más rating. El rating indica el porcentaje de hogares o televidentes con la TV encendida en un canal, programa, día y hora específicos (o promediando minutos y fechas), en relación al total de TV Hogares o televidentes considerados. Cuantos de estos televidentes, ávidos de información encuentran satisfecha su curiosidad.
El resultado de cincuenta años de televisión está en sus mismos programas. Todos han proliferado las encuestas donde la gente “participa” con sus programas marcando un número telefónico y contestando preguntas que en lugar de ser fáciles son una burla al intelecto de la gente. Aún así esta se digiere estos programas. El clic de la televisión se enciende y cientos se asientan en sus sillones a ver pasar imágenes que entre un mar de sensaciones solo alimentan los niveles más primitivos del hombre: el miedo, el “amor”, la muerte, etc. La frivolidad de estos obscenos programas que llegan a millones, alimentan el vacío intelectual de los individuos.
Donde queda la lucidez de los individuos que les permite discernir su momento histórico y ver que más allá de la telenovela del momento o del noticiero que da la nota que no arriesgue a la empresa. Los medios convencionales son la respuesta a muchos problemas que en nuestro país se suscitan. El deterioro de la sociedad y su individualidad, en un contexto frívolo, se transforma y deja de ser sociedad para transformarse en grupos sociales alrededor de la televisión.
No tenemos que mirar al futuro desarrollando planes como el apagar la televisión una hora a la semana (como lo propone la Sociedad de Padres de Familia), ni buscar “impulsar” mediante “presiones” que los asociados cumplan con cuota. El ofrecimiento de alternativas de convivencia están muy desarrolladas en la resistencia. Con esto el movimiento tiene como obligación conformar programas que busquen la integridad de los individuos y no se centren en el clic de la televisión. No apaguemos la televisión si no hemos aprendido a prender la cabeza.
Para Larijalope
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