Todo aquel que, en determinado momento logra entender y asimilar, la obscena desigualdad, la miseria, la justicia vendida al mejor postor, la descomposición ética de los gobernantes, y por ende la de todas las instituciones, seria imperdonable que se quedara con los brazos cruzados, de así hacerlo, estaría formando parte de ese cáncer que día a día, carcome la realidad cínica y brutal en la que vivimos los mexicanos.
Quien lucha, es cierto, corre el riesgo de ser arrasado por el poder del estado y de quien trabaja para el, intimidado y adjetivizado como renegado o trasgresor, un paria en contra del poder político imperante y del desarrollo social, que contradictoriamente contrasta, con el ausente crecimiento real de este país desde hace 76 años, no hay día en que esa mejora se refleje en cientos de mexicanos, que se haga presente en los bolsillos de aquellos que aunque trabajan de sol a sol, apenas tienen para, medio vivir y llevar lo básico, si bien les va, a la mesa de su hogar.
El crecimiento, no es el beneficiar a los poderosos, a los que ganan costales de dinero al día, con el pretexto de que ese, es un crecimiento sustentable que se refleja en el trabajador, ¿Desde cuando a esos empresariosles han importado sus trabajadores?; Crecimiento no es, que los hijos de Martha Sahagún, se conviertan de la noche a la mañana, en poderosos empresarios, dueños de un capital, que solo ellos saben, de donde sacaron; Crecimiento, no son programas de desarrollo social fallidos, como progresa u oportunidades, que han terminado por aniquilar el campo mexicano, y así, podríamos seguir enumerando, una larga lista de un nulo crecimiento.
Hay momentos cruciales como este, quien tiene ideales altos, no cesará ni un minuto en seguir luchando, en seguir gritando, hasta desgarrar la garganta, comprometido con un cambio justo e igualitario, ni arriba, ni abajo, todo en el mismo punto y con diversas direcciones.
Muchos seguramente han abandonado y abandonaran la lucha por aburrimiento, fatiga, desinterés, desgaste, pero habemos muchos renegados e inconformes, que sin importar el hostigamiento o la intimidación, estaremos ahí, paso a paso con los miles que somos, algún día el pueblo cobrara factura por los atropellos y estos días negros se convertirán en luz y la soledad política y el aislamiento quedarán atrás en el camino.
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son los mismos de siempre..son los mismos que nos mataron ayer..quien sobra aqui..? los pobres somos muchos mas..!! van a pagar..
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