La derrota de AMLO, el momento que más gozó en Los Pinos, alardea Fox en EU
j. jesús esquivel
“No nos estamos escondiendo de nadie, ahí estamos; en el rancho, en el rancho de San Cristóbal”, declaró el expresidente Vicente Fox en la capital de Estados Unidos, ufanándose de que a “diferencia de los otros (exmandatarios)”, él no hizo “año de Hidalgo”, ni se llevó nada de Los Pinos cuando culminó su sexenio.
Al afirmar que él y su esposa, Marta Sahagún, están “estableciendo una nueva práctica democrática”, Fox se asumió como el innovador e intrépido político que rompe con los tradicionales esquemas del México antiguo, ese país que estaba acostumbrado a las presidencias priistas.
“¿Quién dijo que era una regla?”, preguntó Fox a manera de respuesta a la pregunta que se le formuló sobre la razón que lo motivaba a hablar de lo que pasa en México, cuando la regla de oro no escrita entre los expresidentes era precisamente el quedarse callados.
“En México mucha gente siguen siendo unos nostálgicos (sic) de un pasado anti-democrático”, subrayó Fox, en clara referencia a Santiago Creel, su protegido y exsecretario de Gobernación durante casi todo su sexenio, y quien apenas la semana pasada le aconsejó al guanajuatense evitara hablar de lo que pasa en México, si es que quería ayudar al PAN y al gobierno de Felipe Calderón.
Vestido de traje azul marino, camisa blanca y corbata a rayas también azules, Vicente Fox hizo su debut como orador internacional en la capital de Estados Unidos, al lado de Marta Sahagún, ataviada impecablemente con un traje sastre negro.
“Nosotros estamos estableciendo una nueva práctica democrática”, presumió Fox de su participación y la de su esposa, como oradores principales del evento que se realizó en el mismo Centro Kennedy, y que organizó la American Society of Association Executives (ASAE) y el Centro para la Asociación de Liderazgo.
Sentados en sillones beige frente a una mesita de centro, con macetones de plantas de ornato de trasfondo y, encima, una pantalla gigante de alta definición, Fox y Marta Sahagún fueron entrevistados en una sesión informal por la periodista Meryl Comer, quien le aclaró al exmandatario mexicano:
“Es Washington”, cuando éste, a manera de broma, le reclamó que entre los miembros del auditorio se encontraban representantes de la prensa mexicana.
“Te dije que Proceso y (el diario) Reforma iban a estar aquí”, le subrayó Fox, quien precisamente, como condición para participar en el evento, sugirió no se invitara a los medios de comunicación.
Sin embargo, la sala del prestigioso Centro Kennedy no se colmó para escuchar al expresidente de México y a su esposa. De los 2 mil asientos, poco menos de la mitad lucían vacíos, pese a que los organizadores remataron las entradas en los últimos tres días, y aun cuando desde hace un mes ya las habían rebajado en 50%.
Originalmente costaba 85 dólares el boleto más barato, y 475 el más caro.
En la charla informal, Comer básicamente le preguntó de todo a Fox y Marta, aunque sólo preguntas a modo, que la moderadora tenía previamente escritas en una carpeta que mantuvo sobre sus rodillas los 90 minutos que duró el evento.
No obstante el esquema, el expresidente de México aprovechó el momento para sacar a relucir los momentos que más gozó como jefe del Ejecutivo, y que curiosamente nada tuvieron que ver con la victoria presidencial de Calderón Hinojosa, pese a que es de su propio partido, el blanquiazul, sino al placer que le produjo la derrota electoral de Andrés Manuel López Obrador.
En breve relato de lo que legalmente ocurrió entre el perredista y el caso del predio conocido como “El Encino”, Fox admitió como una “derrota” el hecho de que, por la popularidad del entonces jefe del gobierno de la Ciudad de México, el guanajuatense tuvo que intervenir para detener el proceso de desafuero del perredista y se le permitiese contender por la Presidencia del país.
“Él violó la ley”, arremetió Fox en referencia a López Obrador; “fue muy difícil y perdí… pero 18 meses después obtuve la victoria”, alardeó Fox, con una amplia sonrisa en el rostro y frotándose las manos, en franca alusión a la derrota del perredista en los comicios presidenciales del año pasado.
Marta Sahagún, por su parte, sostuvo que “nunca, nunca” tuvo aspiración de ser la presidenta de México, y negó también fuera cierto “el escándalo del toallagate”.
Sin embargo, se dio tiempo para fanfarronear que ella y Fox (juntos), cuando estaban en la residencia oficial de Los Pinos, revisaban los resultados de los sondeos sobre la popularidad del presidente, para determinar cómo proceder en los asuntos de seguridad nacional, economía y temas sociales. “Estoy en paz, estamos en paz con la transparencia”, acotó Marta, quien además aseguró que su marido “no sólo fue un buen y gran presidente, sino que es también un gran ser humano”.
Y cuando aparentemente todo marchaba conforme a lo acordado por Fox y los organizadores, la moderadora abrió el micrófono a los miembros del auditorio, entonces Apro inquirió al expresidente sobre sus “confusiones” de nombres, premios y nacionalidades de escritores latinoamericanos…
“Lo hago (con intención) para llamar su atención”, respondió Fox, no sin antes observar que el corresponsal de Apro representa también a “Proceso, una revista de oposición fuerte que ha sido muy crítica de mi persona y de la de mi esposa”. Marta sólo asintió con la cabeza para refrendar lo dicho por su marido.
j. jesús esquivel
“No nos estamos escondiendo de nadie, ahí estamos; en el rancho, en el rancho de San Cristóbal”, declaró el expresidente Vicente Fox en la capital de Estados Unidos, ufanándose de que a “diferencia de los otros (exmandatarios)”, él no hizo “año de Hidalgo”, ni se llevó nada de Los Pinos cuando culminó su sexenio.
Al afirmar que él y su esposa, Marta Sahagún, están “estableciendo una nueva práctica democrática”, Fox se asumió como el innovador e intrépido político que rompe con los tradicionales esquemas del México antiguo, ese país que estaba acostumbrado a las presidencias priistas.
“¿Quién dijo que era una regla?”, preguntó Fox a manera de respuesta a la pregunta que se le formuló sobre la razón que lo motivaba a hablar de lo que pasa en México, cuando la regla de oro no escrita entre los expresidentes era precisamente el quedarse callados.
“En México mucha gente siguen siendo unos nostálgicos (sic) de un pasado anti-democrático”, subrayó Fox, en clara referencia a Santiago Creel, su protegido y exsecretario de Gobernación durante casi todo su sexenio, y quien apenas la semana pasada le aconsejó al guanajuatense evitara hablar de lo que pasa en México, si es que quería ayudar al PAN y al gobierno de Felipe Calderón.
Vestido de traje azul marino, camisa blanca y corbata a rayas también azules, Vicente Fox hizo su debut como orador internacional en la capital de Estados Unidos, al lado de Marta Sahagún, ataviada impecablemente con un traje sastre negro.
“Nosotros estamos estableciendo una nueva práctica democrática”, presumió Fox de su participación y la de su esposa, como oradores principales del evento que se realizó en el mismo Centro Kennedy, y que organizó la American Society of Association Executives (ASAE) y el Centro para la Asociación de Liderazgo.
Sentados en sillones beige frente a una mesita de centro, con macetones de plantas de ornato de trasfondo y, encima, una pantalla gigante de alta definición, Fox y Marta Sahagún fueron entrevistados en una sesión informal por la periodista Meryl Comer, quien le aclaró al exmandatario mexicano:
“Es Washington”, cuando éste, a manera de broma, le reclamó que entre los miembros del auditorio se encontraban representantes de la prensa mexicana.
“Te dije que Proceso y (el diario) Reforma iban a estar aquí”, le subrayó Fox, quien precisamente, como condición para participar en el evento, sugirió no se invitara a los medios de comunicación.
Sin embargo, la sala del prestigioso Centro Kennedy no se colmó para escuchar al expresidente de México y a su esposa. De los 2 mil asientos, poco menos de la mitad lucían vacíos, pese a que los organizadores remataron las entradas en los últimos tres días, y aun cuando desde hace un mes ya las habían rebajado en 50%.
Originalmente costaba 85 dólares el boleto más barato, y 475 el más caro.
En la charla informal, Comer básicamente le preguntó de todo a Fox y Marta, aunque sólo preguntas a modo, que la moderadora tenía previamente escritas en una carpeta que mantuvo sobre sus rodillas los 90 minutos que duró el evento.
No obstante el esquema, el expresidente de México aprovechó el momento para sacar a relucir los momentos que más gozó como jefe del Ejecutivo, y que curiosamente nada tuvieron que ver con la victoria presidencial de Calderón Hinojosa, pese a que es de su propio partido, el blanquiazul, sino al placer que le produjo la derrota electoral de Andrés Manuel López Obrador.
En breve relato de lo que legalmente ocurrió entre el perredista y el caso del predio conocido como “El Encino”, Fox admitió como una “derrota” el hecho de que, por la popularidad del entonces jefe del gobierno de la Ciudad de México, el guanajuatense tuvo que intervenir para detener el proceso de desafuero del perredista y se le permitiese contender por la Presidencia del país.
“Él violó la ley”, arremetió Fox en referencia a López Obrador; “fue muy difícil y perdí… pero 18 meses después obtuve la victoria”, alardeó Fox, con una amplia sonrisa en el rostro y frotándose las manos, en franca alusión a la derrota del perredista en los comicios presidenciales del año pasado.
Marta Sahagún, por su parte, sostuvo que “nunca, nunca” tuvo aspiración de ser la presidenta de México, y negó también fuera cierto “el escándalo del toallagate”.
Sin embargo, se dio tiempo para fanfarronear que ella y Fox (juntos), cuando estaban en la residencia oficial de Los Pinos, revisaban los resultados de los sondeos sobre la popularidad del presidente, para determinar cómo proceder en los asuntos de seguridad nacional, economía y temas sociales. “Estoy en paz, estamos en paz con la transparencia”, acotó Marta, quien además aseguró que su marido “no sólo fue un buen y gran presidente, sino que es también un gran ser humano”.
Y cuando aparentemente todo marchaba conforme a lo acordado por Fox y los organizadores, la moderadora abrió el micrófono a los miembros del auditorio, entonces Apro inquirió al expresidente sobre sus “confusiones” de nombres, premios y nacionalidades de escritores latinoamericanos…
“Lo hago (con intención) para llamar su atención”, respondió Fox, no sin antes observar que el corresponsal de Apro representa también a “Proceso, una revista de oposición fuerte que ha sido muy crítica de mi persona y de la de mi esposa”. Marta sólo asintió con la cabeza para refrendar lo dicho por su marido.
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