El "ensayista" en su laberinto


Rodrigo Vera

Como en ocasiones anteriores, no siempre afortunadas para él, Carlos Salinas de Gortari reapareció en la escena pública mediante un ensayo en el que cuestionó a quienes lo sucedieron en Los Pinos. El tema: las relaciones con Cuba. No alcanzó a formarse la tormenta que él imaginó al impugnar la política de Ernesto Zedillo y Vicente Fox en esa materia, pero el trasfondo de su reaparición fue evidente: de alguna forma pasar lista en la pugna por la presidencia de su partido, el PRI.

A sólo dos meses del arranque del actual sexenio y pocos días antes de que se renueve la dirigencia nacional del PRI, el expresidente Carlos Salinas de Gortari vuelve a irrumpir en la escena política con el ánimo de influir –según algunas versiones– no sólo en las elecciones internas de su partido, sino también en el ámbito nacional.

El controvertido exmandatario reapareció la semana pasada para señalar que los gobiernos de Ernesto Zedillo y Vicente Fox son los culpables de las deterioradas relaciones diplomáticas entre México y Cuba. Así lo establece en su ensayo Construyendo puentes para la distensión y el reencuentro.

Inmediatamente, las aseveraciones de Salinas provocaron reacciones en el interior del PRI, donde ya de por sí se dice que hay un fuerte choque entre las corrientes “zedillista” y “salinista”, que actualmente se disputan el control de ese partido.

Ricardo Pascoe Pierce, embajador de México en Cuba de 2000 a 2002, asegura: “En su ensayo, Salinas de Gortari construyó todo un marco teórico-ideológico con el que se propone, en las próximas elecciones internas del PRI, mover la balanza a favor de Beatriz Paredes, quien fue su embajadora en Cuba y ahora compite por la dirigencia nacional del partido”.

–¿Lanza entonces un mensaje político detrás de ese ensayo?

–Por supuesto. Salinas siempre se maneja así: a través de claves y de juegos de sombra con los que trata de influir políticamente. No es casual, pues, que envíe este mensaje justamente ahora que está por renovarse la dirigencia nacional del PRI y arranca el actual sexenio.

–¿No pudo ser por la enfermedad del mandatario cubano Fidel Castro?

–Las noticias sobre la enfermedad de Castro ya llevan meses de estarse publicando. Desde mediados del año pasado se sabe de su recaída física. ¡No!, ¡no! Aquí Salinas intenta influir en las elecciones del PRI, que serán el próximo 18 de febrero. Por eso reapareció ahora.

“Si se analiza con cuidado, el actual discurso de Beatriz Paredes, quien habla de inclinar el PRI hacia la izquierda y propugna que el partido apoye a Cuba, coincide con la tónica del ensayo procubano de Salinas, quien veladamente está tirando línea a favor de Paredes. Y su opinión pesa dentro del partido, ¡hombre!, tan sólo por el hecho de ser expresidente.

“Basta ver la reacción de Rosario Green, quien fue canciller en el sexenio de Ernesto Zedillo y está identificada con el ala zedillista dentro del PRI. Ella inmediatamente denostó a Salinas y defendió a Zedillo. En fin, el avispero priista acaba de ser sacudido por Carlos Salinas.”

Sin embargo, Pedro Joaquín Coldwell, también exembajador en Cuba y actual senador del PRI, señala que su partido está por encima de la pugna entre Salinas y Zedillo:

“Esa pugna existe. Es un hecho público que no puede negarse. Pero no se está ventilando dentro del PRI, que está más allá de las diferencias que pueda haber entre expresidentes. El poder en el PRI se ha descentralizado muchísimo. Hay distintas corrientes y nuevas generaciones de militantes.

“De ahí que es una simplificación verlo todo como una pugna entre Salinas y Zedillo. Tampoco deben ponérsele etiquetas a Beatriz Paredes y Enrique Jackson, los contendientes por la dirigencia nacional del partido.”

De esta manera, Coldwell se refiere a las versiones que, incluso dentro del mismo PRI, identifican a Zedillo con Jackson. En esta corriente destacan Emilio Gamboa, coordinador de los diputados priistas, y Francisco Labastida, ambos considerados enemigos del expresidente Salinas. Igualmente se menciona a la lideresa del magisterio, Elba Esther Gordillo, muy allegada al gobierno de Felipe Calderón y cuyas huestes siguen teniendo presencia en el partido.

Y respecto a la alianza de Paredes con Salinas, se comenta que quedó reforzada con el nombramiento de Jesús Murillo Karam como compañero de fórmula de Paredes para la Secretaría General del PRI, nombramiento en el que intervino Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México y quien tiene fuertes ligas con Salinas.

Pedro Joaquín Coldwell recalca que el reciente ensayo de Salinas, en el que ataca a Zedillo, es ajeno a la elección interna del PRI:

“Ese ensayo sobre política exterior no tiene nada que ver con la renovación de la dirigencia del PRI. No hay ningún nexo causal, ¡por favor! Las versiones que así lo ven me suenan a vacilada.

“El expresidente Salinas intenta llevarnos a un discusión de fondo, a un sereno y objetivo intercambio de ideas para ver cómo construimos una nueva relación con Cuba. Se puede estar o no de acuerdo con su planteamiento, pero no debe prestarse a las descalificaciones.”

–Aparece pocos días antes de las elecciones internas del PRI...

–Sí. Pero su sentido de oportunidad no va por ahí, porque aborda un asunto distinto. Es un ensayo oportuno por los cambios que se avecinan en Cuba. Y también porque en México hay un nuevo gobierno que ya empieza a hablar de una reconciliación con Cuba. El presidente Felipe Calderón y la Cancillería han dicho que quieren replantear la relación con la isla.

En su ensayo –para publicarlo escogió esta vez a la revista Milenio, en su edición de la semana pasada– Salinas asegura que “entre 1995 y 2006 la política exterior de México respecto a Cuba (…) cambió (…) radicalmente hacia la pretensión de intervenir en los asuntos internos de la nación caribeña”. Y este viraje fue en gran parte debido “a una apreciación equivocada sobre la manera de vincularse con Estados Unidos”.

De este modo, Carlos Salinas alude a los sexenios de Zedillo y Fox, cuyas políticas hacia Cuba le parecen semejantes a las del “gobierno centralista, monárquico y conservador de México en 1836 y su pacto secreto con la potencia imperial de entonces (…) Este cambio fue un error cuyas dimensiones históricas lo confirma el devenir de nuestras naciones”.

Desarrolla Salinas un recuento histórico de lo que fueron las estrechas relaciones entre México y Cuba. Empieza por la Conquista española y sigue con la época colonial, el proceso de independencia de ambos países, la etapa juarista, la Revolución Mexicana, la salida del barco Granma de costas mexicanas y, así, hasta llegar a las maltrechas relaciones provocadas por Zedillo y Fox.

“Salinas empezó el distanciamiento”

Dice el expresidente Salinas:

“La relación entre Cuba y México tiene casi 500 años. La geografía nos hizo vecinos inevitables y la historia convirtió nuestras relaciones en necesarias. Estamos vinculados por vocación y por necesidad. A lo largo de nuestra historia, muchos acontecimientos trascendentes para nuestro país pasaron por Cuba; la historia cubana también registró momentos fundadores estrechamente ligados a México.

“Por eso, el apoyo y el respeto de México hacia la autodeterminación de Cuba trascienden posiciones políticas domésticas: se ubican en el contexto de la batalla a favor de nuestra soberanía.”

Salinas se detiene en su sexenio para exaltar su papel mediador en la confrontación Washington-La Habana, el cual ya había mencionado en su libro México, un paso difícil a la modernidad. Señala, por ejemplo, su intermediación entre los presidentes Bill Clinton y Fidel Castro para resolver la llamada “crisis de los balseros”, de agosto de 1994.

Por igual, Salinas detalla su intervención para que se renegociara la deuda que el gobierno cubano tiene con el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). Él y Fidel se reunieron personalmente para llegar a “una revisión justa del endeudamiento”. Castro salió satisfecho del encuentro señalando a la prensa: “El presidente (Salinas) es mi amigo. México es amigo de Cuba”.

Menciona también la primera Cumbre Iberoamericana, realizada en Guadalajara, en 1991, en la que se reunieron por primera vez todos los líderes políticos de América Latina, el Caribe, España y Portugal. Señala Salinas que era un “afán político acariciado durante 200 años” que su gobierno logró concretar. Recuerda un elogioso comentario de Castro sobre la cumbre: “Esta es la reunión que soñó hacer Simón Bolívar”.

Sin embargo, en su ensayo, el expresidente no hace ningún comentario sobre sus constantes estadías en la isla, adonde se fue a refugiar durante el sexenio de Zedillo, para preparar, junto con el abogado Mariano Albor, la estrategia legal para sacar de prisión a su hermano Raúl, entre otras cosas (Proceso 995, 1000, 1147 y 1160).

Salinas le marca al actual gobierno algunos “puentes” que deben “construirse” para normalizar su relación con la isla, ante “la enfermedad tan grave” del octogenario presidente cubano. “Se renueva la necesidad de que México esté presente en este momento cuyo desenlace resulta fundamental para nuestro futuro soberano”, concluye.

La priista Rosario Green, quien fue secretaria de Relaciones Exteriores de Zedillo, inmediatamente salió a denostar a Carlos Salinas, por medio de un artículo titulado irónicamente Para Salinas, el mundo terminó en 1994, publicado en el diario Crónica del pasado 7 de febrero.

Ahí, Green plantea: “El señor Salinas tuvo una relación difícil con el presidente Zedillo, porque éste fue un hombre que puso el derecho por enfrente de todo en su gobierno y uno de sus primeros pasos de gobierno fue encarcelar a Raúl Salinas.

“Creo que ese es un rencor que probablemente no va a dejar de lado el licenciado Salinas.”

Acusa a Salinas de hacer una “distorsión” de la historia, puesto que Zedillo “tuvo respeto por su contraparte cubana en todos los momentos en que interactuaron, que fueron muchísimos en muchos ámbitos (…) fue un presidente eminentemente respetuoso de las formas y de la tradición que heredaba”.

Enfatiza que “no hubo desgaste en la relación entre ambos países durante la gestión del presidente Zedillo”.

Green asegura que fue Vicente Fox, y concretamente su canciller Jorge Castañeda, quien estropeó la relación con Cuba. Éste último, dice, ideologizó la política exterior mexicana y le dio el rumbo que sus “tripas” le “determinaron”.

Para Ricardo Pascoe, estas descalificaciones mutuas entre los priistas, atizadas por Salinas, sólo demuestran la injerencia del exmandatario en la elección interna del PRI: “Repito, Salinas utilizó su ensayo para lanzar dardos envenenados que agitaron el avispero”.

–¿Y realmente son objetivas sus observaciones sobre la relación México-Cuba?

–Para nada, pues justamente fue el gobierno salinista el que levantó todo el andamiaje institucional para que se diera el distanciamiento con Cuba. Con Salinas se dio la firma del Tratado de Libre Comercio, con la que nuestro país se asumió como socio comercial de América del Norte, haciendo a un lado a los países latinoamericanos, entre ellos Cuba.

“La firma de ese tratado implicó un cambio gigantesco en nuestra política exterior, cuyas repercusiones aún no se evalúan a cabalidad. Consecuentemente, a partir del TLC empieza a cambiar nuestra política hacia Cuba.

“Además, Salinas es el primer presidente mexicano que se reúne con la disidencia cubana. Ninguno de sus antecesores, de la Revolución Cubana para acá, lo había hecho. De manera que Salinas no se salva, no, no, de ninguna manera.

“Salinas sienta las bases para que se dé ese distanciamiento. La política de Zedillo continúa en la misma línea. Y ya con Fox se profundiza la crisis, en la que tuvo mucho que ver su canciller Jorge Castañeda.”

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