Por Eduardo Ibarra Aguirre
Cuenta el siempre talentoso y no menos ingenioso Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega que durante la campaña como candidato a la gubernatura de Guanajuato, en 1991, se enteró de que a Vicente Fox Quesada le denominaban El alto vacío .
Es una verdadera lástima que el guanajuatense “por derecho de sangre”, como se le conoció entonces, escriba 15 años después en El Universal lo que la ciudadanía le hubiera agradecido mucho enterarse antes del 2 de julio de 2000, en que Muñoz Ledo se desempeñó como relevante figura promotora del voto útil para "sacar a patadas al PRI de Los Pinos” e impulsar decididamente la transición a la democracia. Para ello vendieron la idea de un Fox Quesada demócrata, reformador y promotor del cambio.
Después del niño ahogado pierde valor dar a conocer el apodo. Tanto que el gigante de estatura le rindió culto en las conferencias de Los Ángeles, California, y en Washington, DC, dictadas en inglés y pagadas en dólares, aunque no los deseados por la ambiciosa y enriquecida pareja que también se empeñó en Estados Unidos en vender su pésima telenovela manufacturada en territorio azteca: “Martha y yo estamos enamorados... de México”.
El alto vacío no tuvo la menor consideración para su compañero de partido pero no de sector, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa , quien batalla esforzada pero no siempre atinadamente para ganarse la legitimidad que, al decir de sus impugnadores, no conquistó en las urnas. Como se recordará, hace 67 días le colocó la banda presidencial, respaldado en un operativo militar en el Congreso de la Unión, el casi sexagenario Jorge Zermeño Infante , quien contrajo nupcias con la veinteañera Astrid Casale .
A esta altura de los operativos militares en contra del desbordado narcotráfico y crimen organizado, se extiende la percepción de que junto al combate a los primeros se busca sobre todo la legitimación presidencial.
Los resultados marchaban muy bien: 70 por ciento de aprobación ciudadana llegó a acumular el michoacano, según la encuesta más reciente de Parametría. Pero con todo y gigantesco gasto publicitario en enero –126 millones 517 mil pesos, la quinta parte de lo que se erogó en 2006, año electoral, en “difusión de información de mensajes y actividades gubernamentales”-- y cierre de filas del aparato comunicacional oligopólico, se desplomó a 48 por ciento, tras el sometimiento presidencial a los intereses monopólicos de Maseca, Minsa y Cargill.
El despliegue militar y policiaco es una suerte de Quinazo , pero a lo largo de varios meses. Apuntala a las fuerzas armadas como brazo de Los Pinos para fortalecer la gobernabilidad, aun a costa de atropellar diariamente las garantías individuales y violentar el Estado de derecho al que tan hermosos discursos dedica Calderón Hinojosa .
Por estupidez mayúscula y mezquindad política grupal, El alto vacío reconoció en Washington que perdió la batalla del desafuero en contra de Andrés Manuel López Obrador , pero 18 meses después se desquitó al ganarle la elección presidencial.
En un abrir y cerrar de boca, sin que mediara conexión cerebral, El alto vacío tiró por la borda el debatible pero trabajo al fin, del cómputo dirigido por los consejeros ciudadanos del Instituto Federal Electoral. También las contradictorias conclusiones y los elementales discursos de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Además de los desfiguros de Mariano Azuela Güitrón para eludir sus obligaciones constitucionales. No se diga el esfuerzo --sin precedente desde 1988-- del oligopolio radiofónico con sus dignas excepciones, de Televisa y Tv Azteca con sus conductores e intelectuales orgánicos como fieles defensores de los intereses políticos de los dueños y socios del duopolio. Y la infatigable labor del Estado Mayor Presidencial para sortear las cotidianas protestas en las que le recuerdan, le gritan a Felipe de Jesús su condición ajena a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía.
Entiendo que Fox y Martha María Sahagún Jiménez quieran asegurarse protección política e inmunidad judicial frente a los desmanes cometidos por ellos y sus familiares, por sus amigos y socios. ¿Pero a qué costo?
¡Pobre de Calderón !
Cuenta el siempre talentoso y no menos ingenioso Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega que durante la campaña como candidato a la gubernatura de Guanajuato, en 1991, se enteró de que a Vicente Fox Quesada le denominaban El alto vacío .
Es una verdadera lástima que el guanajuatense “por derecho de sangre”, como se le conoció entonces, escriba 15 años después en El Universal lo que la ciudadanía le hubiera agradecido mucho enterarse antes del 2 de julio de 2000, en que Muñoz Ledo se desempeñó como relevante figura promotora del voto útil para "sacar a patadas al PRI de Los Pinos” e impulsar decididamente la transición a la democracia. Para ello vendieron la idea de un Fox Quesada demócrata, reformador y promotor del cambio.
Después del niño ahogado pierde valor dar a conocer el apodo. Tanto que el gigante de estatura le rindió culto en las conferencias de Los Ángeles, California, y en Washington, DC, dictadas en inglés y pagadas en dólares, aunque no los deseados por la ambiciosa y enriquecida pareja que también se empeñó en Estados Unidos en vender su pésima telenovela manufacturada en territorio azteca: “Martha y yo estamos enamorados... de México”.
El alto vacío no tuvo la menor consideración para su compañero de partido pero no de sector, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa , quien batalla esforzada pero no siempre atinadamente para ganarse la legitimidad que, al decir de sus impugnadores, no conquistó en las urnas. Como se recordará, hace 67 días le colocó la banda presidencial, respaldado en un operativo militar en el Congreso de la Unión, el casi sexagenario Jorge Zermeño Infante , quien contrajo nupcias con la veinteañera Astrid Casale .
A esta altura de los operativos militares en contra del desbordado narcotráfico y crimen organizado, se extiende la percepción de que junto al combate a los primeros se busca sobre todo la legitimación presidencial.
Los resultados marchaban muy bien: 70 por ciento de aprobación ciudadana llegó a acumular el michoacano, según la encuesta más reciente de Parametría. Pero con todo y gigantesco gasto publicitario en enero –126 millones 517 mil pesos, la quinta parte de lo que se erogó en 2006, año electoral, en “difusión de información de mensajes y actividades gubernamentales”-- y cierre de filas del aparato comunicacional oligopólico, se desplomó a 48 por ciento, tras el sometimiento presidencial a los intereses monopólicos de Maseca, Minsa y Cargill.
El despliegue militar y policiaco es una suerte de Quinazo , pero a lo largo de varios meses. Apuntala a las fuerzas armadas como brazo de Los Pinos para fortalecer la gobernabilidad, aun a costa de atropellar diariamente las garantías individuales y violentar el Estado de derecho al que tan hermosos discursos dedica Calderón Hinojosa .
Por estupidez mayúscula y mezquindad política grupal, El alto vacío reconoció en Washington que perdió la batalla del desafuero en contra de Andrés Manuel López Obrador , pero 18 meses después se desquitó al ganarle la elección presidencial.
En un abrir y cerrar de boca, sin que mediara conexión cerebral, El alto vacío tiró por la borda el debatible pero trabajo al fin, del cómputo dirigido por los consejeros ciudadanos del Instituto Federal Electoral. También las contradictorias conclusiones y los elementales discursos de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Además de los desfiguros de Mariano Azuela Güitrón para eludir sus obligaciones constitucionales. No se diga el esfuerzo --sin precedente desde 1988-- del oligopolio radiofónico con sus dignas excepciones, de Televisa y Tv Azteca con sus conductores e intelectuales orgánicos como fieles defensores de los intereses políticos de los dueños y socios del duopolio. Y la infatigable labor del Estado Mayor Presidencial para sortear las cotidianas protestas en las que le recuerdan, le gritan a Felipe de Jesús su condición ajena a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía.
Entiendo que Fox y Martha María Sahagún Jiménez quieran asegurarse protección política e inmunidad judicial frente a los desmanes cometidos por ellos y sus familiares, por sus amigos y socios. ¿Pero a qué costo?
¡Pobre de Calderón !
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