Oaxaca: Imágenes sin censura exposición en el metro

Por Melchor López Hernández

Imágenes. Ciudad de Oaxaca. Violencia. Caos. Represión. Organización. Vibra. Tensión. Arrestos. Automóviles quemados. Brazos en alto con la “V” de la victoria de la gente de Oaxaca. Más imágenes. Soldados llevados desde la ciudad de México para hacer replegar a la organización social popular conocida como la APPO. Estampas a ras de suelo. Retratos de encapuchados con elocuente convencimiento de su realidad en la participación social. Más imágenes. Paredes con graffitis.

Fotografías. En varias de ellas se captó el vuelo de helicópteros en acción de ataque contra la población que corría para escapar de las ráfagas de fuego acompañado por una estela de humo. Estampas para la memoria colectiva. Estampas para la historia de los movimientos y organizaciones sociales que se niegan a dejar espacios al poder del gobierno estatal.

Fotos de la represión y la lógica del autoritarismo. Los heridos y los petardos de los integrantes de la APPO. Encapuchados con resortera para lanzar objetos contra los policías. Imagen de una tanqueta de donde se dispara chorros de agua a presión contra los manifestantes.

Poder de la gente. Poder del gobierno. Barricadas con alambres de púas para respaldo de la fuerza pública. Otra imagen pero con la fuerza del amor: el intento de beso de una pareja simpatizante de la APPO. Una bandera en verde, blanco y rojo; otra, roja, con la hoz y el martillo. Los heridos. Los muertos. Más graffitis. Letras negras con fondo blanco en una pared donde se lee: “En el nombre de Dios ¿nos van a matar?”, y frente a esa interrogante dos infantes caminan inocentes.

Los ataúdes. Los llantos. La resistencia popular. Tensión. Incertidumbre. Malestar social. Irracionalidad del gobierno. “Esta es una historia en la que nadie a ganado nada, pero las pérdidas han sido muchas”, se lee en la presentación de la exposición fotográfica titulada: Oaxaca. Imágenes sin censura, que se expone en el Metro Zapata dirección Universidad. Son 65 imágenes de fotoreporteros de Agencia France Press, Agencia Prensa Internacional y El Economista, entre otros. Todas ellas tomadas en el periodo agosto–noviembre de 2006.

Oportunidad para tener presente uno de los movimientos sociales del México contemporáneo.
Fracaso del Modelo Exportador Por Enrique Leonardo Kato Vidal* El modelo económico neoliberal que prevalece en México desde los años ochenta es el denominado crecimiento mediante exportaciones . La idea subyacente es que México se especialice en sectores productivos con una fuerte orientación exportadora, de esta manera se cree que nuestro país se puede beneficiar del comercio internacional obteniendo divisas (dólares) de las exportaciones y con éstas comprar los bienes que no se producen en el país. Este modelo de crecimiento por exportaciones presenta varias dificultades. Una primera y conocida es que las industrias que desde hace años son las exportadoras de México se conforman esencialmente de maquiladoras, esto es, de procesos de producción de tipo ensamble donde se agrega escaso valor, dado que se importan los componentes –sin pago de impuestos- se arman los productos y se exportan -sin pagar tampoco impuestos. Esencialmente la única derrama monetaria se realiza a través de las remuneraciones a los trabajadores. Por lo cual, en nuestro país las maquiladoras no han significado un modelo de industrialización. Un segundo problema del modelo exportador radica en que no existe un beneficio del mismo. El valor monetario de las exportaciones es menor al monto de las importaciones que realizamos, por lo cual la cantidad de divisas que se obtienen es insuficiente para que se equiparen con las importaciones. Esto implica que se deben obtener divisas de otros medios, por ejemplo la venta de petróleo crudo o las remesas de los trabajadores emigrados. En ambos casos son situaciones que no ofrecen ninguna sostenibilidad a un modelo de desarrollo. Desde la adhesión de México al modelo exportador en los años ochenta se transitó rápidamente por la liberalización comercial, este proceso se caracterizó por reducir los impuestos a las importaciones -llamados aranceles-, además se favoreció la entrada de inversionistas para la creación de empresas. Con esta creciente competencia muchas industrias nacionales tuvieron que cerrar. La competencia internacional causó un estancamiento en el empleo y se reconfiguró la industria con ocupaciones de baja productividad. Hoy en día el discurso dicta que no aumenten los salarios, por un lado -dicen- para que no aumente la inflación, pero también para que no aumenten los costos de las industrias exportadoras, toda vez que el salario es el principal costo para las maquiladoras. En esta larga historia de liberalización comercial no ha habido políticas públicas para el fortalecimiento del poder de compra de los mexicanos. La reconversión de la industria nacional se ha orientado al exterior con un saldo negativo para nuestro país. La realidad es que poco más del 60% de los trabajadores en estos años se ocupan en el sector servicios: comercio, economía informal, restaurantes, etc., en lugar de la manufactura. En forma creciente también se observa que los trabajadores del campo abandonan las actividades agropecuarias. El modelo exportador no es el único ni el más extenso entre las economías de otros países; en el caso de Venezuela se esta promoviendo desde hace años un modelo de desarrollo político y económico a partir de proyectos cooperativos; entidades productivas que tienen como característica la participación activa de sus socios en la toma de decisiones. Una ventaja sustancial de este tipo de organizaciones, en lo referente a la determinación de los sueldos y salarios, es que distribuyen en forma diferente sus ingresos, esto se debe a que los trabajadores en su calidad de socios establecen las normas para fijar los niveles salariales. Se observa entonces una diferencia sustancial con las empresas capitalistas donde la dirección del negocio dicta los montos salariales. En México la capacidad de negociación salarial es nula, los topes salariales son determinados por el gobierno, por lo cual la precariedad laboral es creciente. Esto se debe a que los salarios se ajustan conforme al pronóstico de inflación –crecimiento de los precios- del Banco de México. El ámbito de influencia del movimiento cooperativista se ha fortalecido en Venezuela en la medida que las compras del gobierno dan prioridad a las organizaciones cooperativistas por encima de otro tipo de proveedores, esto con la clara intención de beneficiar estructuras populares. El sector de jóvenes también se ha visto beneficiado a través de leyes -muy diferentes a las del tipo primer empleo de Felipe Calderón- dado que los subsidios se canalizan directamente a las iniciativas de los jóvenes, fortaleciendo sus proyectos productivos. Así también las cooperativas han cumplido su papel tradicional de atender las necesidades inmediatas de la sociedad, como son: servicios sociales a la infancia, al adulto mayor, de abasto popular, de construcción de viviendas, etc La organización social mediante cooperativas es una actividad que sobrepasa entonces a una iniciativa gubernamental, es un arreglo institucional basado en una forma de organización del trabajo con criterios de justicia social. Podemos ahora contraponer dos modelos de desarrollo, uno a través de las exportaciones con el eje de la empresa privada, del cual vivimos sus resultados desde hace años, y otro a través del cooperativismo, de una iniciativa institucional y la gestión de las organizaciones sociales esto es, economía de mercado versus economía social.

* Del Taller de Economía Social y Políticas Públicas de la Facultad de Economía, UNAM

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