Táctica e ideología: la APPO y la tentación electoral


Sergio de Castro Sánchez
Rebelión

Las próximas elecciones en Oaxaca suponen un nuevo reto en el proceso de definición de la APPO, en el que las diferencias ideológicas no siempre van acompañadas de honestidad política. La Primera Asamblea Estatal de la APPO, celebrada los días 10 y 11 de febrero, acabó con un acuerdo que salvó la unidad del movimiento, pero que evidenció a un mismo tiempo que ciertos grupos desarrollan una práctica política poco cercana a los principios fundacionales del movimiento Oaxaqueño.

El pasado 30 de noviembre, en rueda de prensa, Florentino López anunciaba que el Consejo Estatal de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) había decidido que el movimiento debía participar en las próximas elecciones al congreso estatal y a las presidencias municipales, a celebrar los próximos 5 de agosto y 7 de octubre, respectivamente. En el comunicado correspondiente a la reunión del 29 de enero, en cuyo encabezado se podía leer “Damos a conocer nuestra postura en torno al proceso electoral” y en donde ese “nuestra” es de suponer que se refería al conjunto del movimiento, se recalcaba que “la APPO mantiene su autonomía total frente a los partidos políticos”, a la vez que se convocaba “de manera abierta al Frente Amplio Progresista (FAP) a nivel nacional a construir en Oaxaca un bloque opositor al PRI y al PAN y a todos los cómplices de Ulises Ruiz Ortiz”. En pocos días, y antes de que se realizara la Primera Asamblea Estatal los días 10 y 11 de febrero, se celebraban dos encuentros con la coalición conformada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia, para tratar de concretar los términos de esa posible alianza. El argumento fundamental que justificaba la decisión ponía la debacle en Oaxaca del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Ulises Ruiz en las elecciones a la presidencia del 2 de julio, como fundamento para una participación que, lejos de suponer un cambio de rumbo en los principios ideológicos de la APPO, se justificaba como una decisión “táctica” dada la supuesta posibilidad de hacer realidad las demandas del movimiento a través de la toma del poder institucional.

Las voces de buena parte del consejo, que por unas u otras razones no se encontraban en la reunión, así como de gran parte de las bases, que tampoco habían sido consultadas, se alzaban en contra de una decisión que para muchos afectaba a los principios básicos del movimiento, contraviniendo lo acordado en la Asamblea Constituyente celebrada el pasado noviembre. Los medios se apresuraban a dar una noticia que llevaba a algunos a pensar que la APPO se disponía, como ya había ocurrido en tantas otras ocasiones, a recorrer el camino del reformismo institucional. El ejemplo de la COCEI se volvía un espejo demasiado cercano en donde divisar el posible futuro del movimiento oaxaqueño.

Tras unas duras y accidentadas jornadas de trabajo en las que la participación en las elecciones fue el más polémico, pero no el único, de los temas tratados, la Asamblea Estatal llegaba a un acuerdo: las organizaciones que lo desearan podrían presentarse a las elecciones, pero nunca en nombre de la APPO. Entre los requisitos que han de cumplir, destacan que sus representantes deben ser elegidos en asambleas populares y que deberán renunciar al Consejo Estatal de manera irrevocable antes de postularse como candidatos.

APPO heterogénea

Mucho se ha insistido en el carácter heterogéneo del movimiento (que no organización) que se encuentra tras el término APPO. Desde las tendencias libertarias, hasta la izquierda más ortodoxa, todos han encontrado algo en común que les ha permitido ir de la mano durante meses: la demanda inclaudicable de la destitución del gobernador Ulises Ruiz, y un discurso que defiende la necesidad de impulsar un cambio estructural en Oaxaca primero y, por qué no, en México más tarde. Pero, hay que recalcarlo, las protagonistas de este movimiento han sido las personas de las más diversas idiosincrasias que han salido a la calle una y otra vez (la mayoría de las veces con riesgo para su integridad) y que, incluso, fueron capaces de frenar el 2 de noviembre el intento de desalojo por parte de la Policía Federal Preventiva (PFP) de Radio Universidad.

En el terreno de las organizaciones y agrupaciones de diferente naturaleza, y simplificando las cosas, se han repetido las históricas disputas entre “comunistas” y “anarquistas” (algunos adheridos a La Otra Campaña zapatista) en el seno de la APPO. Y en lo referente a la posición que debía mostrar el movimiento oaxaqueño en las próximas elecciones, no pudo ser de otra manera.

Los grupos de carácter libertario, en general menos presentes en los medios de comunicación incluso “alternativos”, han mostrado su completa oposición a “entrarle” a las elecciones. Sus argumentos: en tanto el “régimen” está deslegitimado, no se puede participar en él; las elecciones suponen un modo “vertical”, institucionalizado, de hacer política, contrario a los principios constitutivos de la APPO y a los usos y costumbres de los pueblos originarios; los partidos nunca han resuelto los problemas del pueblo, más bien lo han utilizado en su propio beneficio; la naturaleza corrupta del poder hace necesario evitar el protagonismo individual en las decisiones políticas, etc. Entre quienes han representado de una u otra manera esta postura (con sus matices diferenciadores) están los y las integrantes de las barricadas, organizaciones indígenas como CIPO, OIDHO, CODEDI, o el Partido Popular Socialista entre otros. Pero hay que destacar a aquellos delegados que no participaron en nombre de sus organizaciones, sino que traían los resultados de otras Asambleas en las que, como por ejemplo la que se celebró en la región del Istmo, y en la que participaron 25 pueblos y 58 organizaciones, se acordó que la APPO no podía participar en las elecciones.

Las organizaciones con mayor estructura de las cercanas al marxismo-leninismo, sin embargo, son las que han promovido y defendido los beneficios de la participación electoral, basándose en la distinción entre principios ideológicos (que compartirían de manera casi completa con el resto de corrientes de la APPO) y táctica política. Ese es el caso de organizaciones como el Frente Popular Revolucionario (FPR), al que pertenecen algunas de las caras más visibles del Consejo, como el portavoz Florentino López, Zenén Bravo o Erangelio Mendoza; o el Frente Amplio de Lucha Popular (FALP), ambas muy activas en la Primera Asamblea Estatal.

Marx en el olvido

Nadie puede negar la magnitud intelectual de Karl Marx. Una de las aportaciones básicas de su pensamiento es lo que se ha venido a denominar “el giro práxico de la filosofía”. Su expresión más célebre la encontramos en sus Tesis sobre Feuerbach en donde defiende: “La filosofía se ha dedicado hasta este momento a comprender la realidad, hora es ya de que se dedique a cambiarla”. Desde Marx, el ámbito del ser ya no se encuentra en el pensamiento, en las ideas, sino en la praxis, en la acción. En definitiva, somos lo que hacemos, no lo que decimos (o pensamos) que somos. Los principios que constituyen nuestra identidad se basan en nuestra acción, en este caso política. Desde el propio Marx, por tanto, la distinción entre ideología política y táctica política, no existe, dado que nuestra ideología se conforma sobre la base de nuestra acción concreta. O, dicho de otro modo, la decisión por una táctica política es una cuestión ideológica.

Pero tampoco hay que olvidar la manera en que comprende Marx el término “ideología”. Hasta aquí lo estamos utilizando, en una definición aproximada, como conjunto de principios y valores que rigen la vida individual y colectiva. Pero cabría recordar el sentido que le da Marx. Para él, la ideología es la expresión del discurso del poder, la representación del mundo que las elites imponen interesadamente con una finalidad muy concreta: hacer ver que la realidad es tal y como ellos la representan, que no hay nada más allá. Y pone un ejemplo muy concreto: Hegel, para quien ser y deber ser se identifican. Es decir, la realidad es tal y como debe ser, y cualquier intento de modificación de lo real, de hacerla ser lo que debería ser, es tan inútil como irracional, es decir, ajeno al ámbito del ser. Hay por tanto que someterse al imperativo ontológico de lo que se nos muestra como real. Ir más allá, es caer en fantasías sin fundamento. Nuestra acción debe estar anclada en esta realidad que se vuelve un absoluto incontestable. No olvidemos esto en lo que sigue.

Electoralismo “honesto”

En conversaciones con el también portavoz de la APPO, Cástulo López, del Comité de Defensa de los Derechos de los Pueblos (CODEP), diferenciaba a los que honestamente piensan que la vía electoral es la más adecuada para hacer realidad las demandas del movimiento, de aquellos que ven la coyuntura electoral como una oportunidad única de alcanzar puestos políticos en las instituciones, y cuyas prácticas no estaban siendo precisamente dignas de elogio.

Vemos que, como poco, las organizaciones que ven en Marx su referente, están dejando de lado uno de los principios elementales de su filosofía. Pero, ¿realmente es una “táctica” adecuada? Es decir, si presuponemos que se pueden “cambiar las cosas desde dentro”, obviando la dificultad de conseguir volar estirándose a uno mismo del pelo de manera vertical (y muchos pusieron los ejemplos de Venezuela o Bolivia, sobre la que por cierto mucho habría que decir), ¿existe una coyuntura que realmente posibilite un juicio político a Ulises Ruiz, que anule su fuero y que permita juzgarlo por los crímenes cometidos, así como la celebración de una Asamblea Constituyente que abra el camino a un cambio estructural en Oaxaca?

Pocos días antes a la celebración de la Asamblea, el PRD se apresuraba a hacer público que de las 25 diputaciones con que cuenta el congreso de Oaxaca, 12 las cedería al resto de miembros del FAP así como a las organizaciones sociales, incluida la APPO. Para Sergio Beltrán, director de la Universidad de la Tierra, “lo que surgiría entonces es un grupo que difícilmente va a poder articular una política común”. Es más, y tal y como señaló durante la asamblea, de acceder al pacto con el FAP, la APPO no estaría más que “recogiendo las migajas” que deja el PRD. ¿Cuantas de esas 12 diputaciones estarían en manos de la APPO? ¿Cuantas llegaría a ganar? ¿Es políticamente posible un cambio profundo en la estructura del estado bajo esas condiciones? La comparación con Bolivia o Venezuela se vuelve poco realista; y la “táctica”, también.

Electoralismo “deshonesto”

Las denuncias que señalaban a ciertas organizaciones de la APPO como interesadas exclusivamente en sus intereses gremiales e incluso personales han existido desde su misma fundación. Las circunstancias y la necesidad de mantener la unidad han silenciado no ya las diferencias, sino los comportamientos de ciertos sectores claramente contrarios en sus prácticas a los planteamientos “populares” que la APPO ha defendido desde sus inicios. No se trata ya de diversidad a la hora de interpretar y poner en práctica los principios de la APPO, sino de una práctica basada en el verticalismo y el oscurantismo, mientras su discurso ponía al poder popular como referente de su acción política.

Muchas fueron las denuncias y datos concretos que se hicieron públicos a lo largo de la asamblea, y precisamente los sujetos de esas prácticas fueron los que con más vehemencia defendieron la vía electoral. Agrupaciones y personas cuya práctica política se ha desarrollado tradicionalmente desde la cercanía a los partidos políticos y las instituciones.

Más allá de ciertas denuncias que deberían ser investigadas, hay datos concretos. El Coordinador General del FAP, Jesús Ortega, en su primera reunión con la Comisión que fue elegida para buscar un acuerdo electoral, reconocía haberse reunido ya con anterioridad y sin que ni siquiera los miembros del Consejo lo supieran, con Zenén Bravo y Germán Mendoza, integrantes del FPR. Igualmente, como denunciaba OIDHO, un líder nacional del FPR había mantenido una reunión secreta con el líder de la Sección 22 del sindicato magisterial, Enrique Rueda Pacheco, y un representante de SEPARAZ, para desarrollar hasta un total de 3 propuestas que presentar al Gobierno en sus rondas de negociaciones. Cuatro días después, en una asamblea para muchos manipulada por Rueda Pacheco, el magisterio volvía a las clases.

Por su lado, el FALP ya declaraba antes incluso de la celebración de la Asamblea Estatal que, independientemente de lo que se acordara, ellos irían a las elecciones. Además, siguen pactando con el gobierno de Ulises Ruiz beneficios económicos para las que uno de sus representantes en la asamblea, Jesús López, denomina “nuestras comunidades”, cuando uno de los principios básicos del movimiento es el desconocimiento del actual Gobierno de Ulises Ruiz. En una de sus intervenciones, hacía saber que “vigilarían atentamente” a aquellas comunidades que no participaran en la contienda electoral en las que, en caso de que se diera una victoria del PRI, los defensores de no hacer uso de la vía electoral serían los responsables.

Muchos son los que han comentado que hubo una intención clara por parte de estos grupos de reventar la asamblea para dejar vía libre en la APPO a sus planteamientos o intereses, depende de como se vea. Uno de los hechos más sobresalientes lo protagonizó Guadalupe García Leiba, miembro del Colectivo 2 de Marzo, cercano al FPR, quien ante los datos concretos que, entre otros, hizo públicos David Venegas (representante de las barricadas en el Consejo), lo acusaba de policía infiltrado y de delincuente, así como al resto de los miembros de las barricadas.

Si la práctica política debe basarse en planteamientos de carácter táctico, habría que preguntarse cual es el límite de ese pragmatismo. Si “el fin justifica los medios”, frase acuñada por Maquiavelo, quien defendía que la lucha por el poder debía darse al margen de los principios morales, ¿donde estarían los límites si el fin es alcanzar el poder y, si fuera el caso, para conservarlo?

Perspectivas de futuro

Una primera aproximación a los acuerdos alcanzados durante la Asamblea Estatal puede llevar a la conclusión de que ambas corrientes electoralistas salieron beneficiadas, que se trata de un paso más hacia la institucionalización de la APPO. Diversas voces consultadas defienden lo contrario. Por un lado, el tiempo va a demostrar que “tácticamente” no ha sido una decisión correcta. No sólo porque las propias instituciones no son el terreno de cultivo de una propuesta de reforma estructural profunda, sino porque la correlación de fuerzas en el Congreso no beneficiará en absoluto a aquellos grupos de la APPO que se decidan por la participación electoral. Por otro lado, defienden, es una oportunidad única para que se “destapen” aquellos que buscan tan sólo su beneficio personal. A este respecto el domingo 11 salía una nota en la prensa en la que ya se ponían nombres y apellidos de renombrados miembros del FPR a diferentes diputaciones, información cuya veracidad negaba rotundamente la organización afectada. Igualmente, entre parte del consejo se rumorea que el FALP ya tiene elegido a su candidato.

Sean o no ciertos estos rumores (hay que recalcar que sólo son eso) lo cierto es que dadas las estructuras tradicionalmente verticales de estas agrupaciones, es complicado que puedan cumplir con el requisito aprobado por la asamblea según el cual los candidatos deberán ser elegidos vía popular. Igualmente, está por ver que no hagan uso de las siglas de la APPO durante la campaña electoral, dado el tirón que supone haber sido parte activa del movimiento.

Ideología vs. utopía

Enfocar la posición que defiende el no a la vía electoral de tal manera que haga responsables a sus defensores de los resultados que se dan en las elecciones es una forma (se quiera o no) de ideología en sentido marxiano. Apelar a la táctica como forma inevitable de incidir en la realidad, de ser realista y no un radical (es curioso que muchos usaran fuera de micrófono ese calificativo durante la asamblea, el mismo que usan los poderes políticos, incluido Ulises Ruiz, para describir a aquellos que luchan por un cambio de raíz en lo real) es asumir que el resto de realidades posibles, se encuentran al margen del ser. El ámbito de lo que hay, o lo que se dice que hay, es la realidad por antonomasia, aquella que sostienen los poderes políticos y económicos y quienes participan en ellos. Quiénes son los artífices de esa trampa y quiénes los que únicamente han caído en ella, es algo que deberíamos todos analizar.

El pensamiento utópico es exactamente lo contrario. No porque no ancle sus raíces en la realidad presente o habitualmente definida como tal, sino porque busca en ellas precisamente lo contrario a la ideología, un cambio radical (revolucionario, más allá de siglas y organizaciones) de lo real.

Sea como sea, la APPO sigue, bajo unas condiciones completamente diferentes, en su proceso, infinito, de autodefinición. En los próximos tiempos, los diferentes caminos emprendidos por aquellos que pertenecen a ella tratarán de hacer escuchar sus voces. Esperemos que todos tengan la posibilidad de hacerse oír en los medios y que, ya lejos de la espectacularidad mediática de una ciudad tomada y reprimida, los medios alternativos sepan hacer ver que su labor no es sólo explicar desde otro punto de vista lo que es noticia, sino también hacer noticia de aquello que los grandes medios no consideran mercancía informativa.

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