Por Enrique Cisneros
Como si estuviera en un remate de garage, y de la misma manera que lo han hecho todos los Presidentes mexicanos defensores del neoliberalismo, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa ofreció a México como un lugar para que los grandes capitalistas vengan a hacer negocios, dándoles todas las facilidades y garantías para que ganen dinero, sin protestas ni problemas.
Sin tapujos les garantizó que si hacen mayores inversiones en México les promete que habrá estabilidad a diferencia de lo que pregona Venezuela.
Dijo que p ara "reducir nuestra dependencia de Estados Unidos", México aspira aprovechar en mayor medida "su situación como único país latinoamericano situado geográficamente en América del Norte y que sirve de enlace entre el norte y el sur de América, así como entre el Pacífico y el Atlántico".
No ocultó que usará la fuerza para controlar las protestas y para imponer sus planes neoliberales que beneficien a los grandes capitalistas trasnacionales para lo que anunció que aumentará en 25% los gastos del Estado para la lucha contra lo que Calderón considera delincuencia: desde el narcotráfico ejercido por grupos de narcos que no le son afines, hasta protestas sociales como las que actualmente se dan en Oaxaca.
Lo irónico es que estos planteamientos los hizo en el Foro de Davos, donde los mismos jeques del neoliberalismo reconocieron que esta fase capitalista neoliberal, lo único que ha hecho es concentrar los capitales en los más ricos, generando hambrunas, guerras y atrocidades ecológicas, que ponen en peligro, a mediano plazo, la subsistencia del género humano.
Pero Felipe de Jesús Calderón se despachó con la cuchara grande afirmando que "tenemos ante nosotros una larga batalla por delante, que costará mucho dinero, también vidas humanas, pero al final deberemos imponernos" Esto lo declaró al semanario Der Spiegel, refiriéndose a las cuestionadas operaciones militares y policiales que se realizan, lo mismo en contra de pequeños distribuidores o productores de drogas, que contra pueblos completos como las represiones políticas que ha avalado en Atenco y Oaxaca, entro otras.
Lo contradictorio es que mientras Calderón hablaba de respeto a los derechos humanos y a la fuerza de la democracia mexicana, ciudadanos europeos, fueron detenidos por protestar contra Feli-Pillo por las represiones, asesinatos, violaciones y torturas, en México.
Las reuniones y declaraciones de Calderón no las hizo en espacios populares sino ante empresarios, banqueros y demás capitalistas, acompañado de nefastas figuras mexicanas (también apologistas del neoliberalismo), como el expresidente (priísta), Ernesto Zedillo.
Varias de las reuniones las tuvo que hacer clandestinas como la que sostuvo con un centenar de representantes de la industria y las finanzas de Alemania que fue a puerta cerrada en un lugar que no fue dado a conocer a la prensa por la Confederación Alemana de Cámaras de Industria y Comercio (DIHK) y la Confederación Alemana de la Industria (BDI) que organizaron la cita.
Aunque no hubo información al respecto sobre las áreas en que Felipe Calderón les ofreció a los europeos el remate, los inversionistas como Bernd Gottschalk, prominente capitalista en la industria automotriz alemana, lo balconeó pues señaló que las empresas de su país están interesadas en los ofrecimientos mexicanos de abrir sus proyectos de infraestructura y de desarrollo de energías renovables en ese país, o sea, petróleo y electricidad, entre otros.
Con esto queda clara la propuesta de su gobierno a nivel internacional: rematarles lo que queda del país y si hay protestas en México, callarlas por medio de las fuerzas represivas.
Sólo que Calderón no toma en cuenta que el pueblo de México está llegando a su límite y cuando esto sucede…….. que le pregunte a Porfirio Díaz.
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