El PRD capitalino, en alerta

Rosalía Vergara

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) capitalino está moviendo sus piezas y juntando a las corrientes partidistas para cuidar su bastión político más importante: el Distrito Federal, cuyo gobierno no quiere perder por sus divisiones internas en la elección de 2009.

El recién nombrado dirigente del PRD capitalino, Ricardo Ruiz, resaltó que entre las principales razones que obligaron a las diversas corrientes a “tender puentes” en busca de la unidad están la decisión de Marcelo Ebrard de conformar su gabinete con gente ajena al partido; el polémico apoyo que el coordinador de los diputados locales, Víctor Hugo Círigo, y su medio hermano el senador René Arce, dieron a las delegaciones políticas panistas al otorgarles un aumento de presupuesto mayor que a demarcaciones gobernadas por perredistas de otras expresiones, así como el temor de que Felipe Calderón y el PAN inicien una escalada de golpes políticos contra el partido y el gobierno de la Ciudad de México.

El pasado 13 de diciembre, el PRD capitalino realizó su consejo estatal para renovar a la dirigencia, luego de que su entonces presidente, Martí Batres, y su secretario general, Gilberto Ensástiga, renunciaran a esos cargos para ocupar puestos gubernamentales: Batres como secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Distrito Federal y Ensástiga como jefe delegacional en Tláhuac.

En una primera muestra de los “puentes” que pretende construir el PRD, el cambio de presidente y secretario general en el DF fue suave ante la opinión pública. Se votó por unanimidad. Sin embargo, la negociación fue producto de un acuerdo político que perdió el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, quien fracasó en su intento de imponer al expriista Alejandro Rojas Díaz Durán al frente del perredismo capitalino, según revelaron perredistas que prefirieron el anonimato.

A decir de las mismas fuentes, desde noviembre pasado Ebrard había pactado con Batres, de la corriente Izquierda Social, y con Armando Quintero, de Unidad y Renovación (Unyr), que Rojas dirigiría el partido en la ciudad. El jefe de gobierno comunicó ese acuerdo al coordinador de los diputados locales del PRD, Víctor Hugo Círigo, y al senador René Arce –líderes de Nueva Izquierda–, quienes de inmediato manifestaron su desacuerdo.

A esa inconformidad se sumó el Frente Político de Izquierda (una expresión formada por miembros de varias tribus perredistas), que rechazó el liderazgo de un expriista sin carrera dentro del partido, y muchos integrantes de Izquierda Social y de Unyr protestaron. Al final Batres y Quintero –actual secretario de Transportes y Vialidad– no pudieron cumplir con el pacto.

Para evitar la llegada de Rojas Díaz Durán, las tribus se unieron en torno de una fórmula que contó con el visto bueno del excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, destacaron las fuentes.

A fin de acallar la rebelión interna se propuso que Ricardo Ruiz y Carlos Reyes Gámiz fueran los candidatos a la presidencia y la secretaría general del partido en el Distrito Federal, respectivamente, lo cual se sometió a votación del VI Consejo Estatal 12 Pleno Extraordinario, donde se aprobó por unanimidad.

Ruiz no está identificado con ninguna corriente de su partido, y aunque fue secretario general del gobierno de Alejandro Encinas –quien se perfila como eventual sustituto de Leonel Cota en la dirigencia nacional del PRD– hay perredistas que lo identifican con “los chuchos”, la corriente Nueva Izquierda.

En las elecciones del año pasado, el PRD ganó 127 diputaciones federales y 33 senadurías. Ahora trata de sumar triunfos en las elecciones de 2007, donde están en juego las gubernaturas de Yucatán, Baja California y Michoacán, así como mil 219 alcaldías y 482 diputaciones en 14 estados.

Para ello, comenta Carlos Estrada, presidente del consejo político del PRD en el Distrito Federal, “la relación con el gobierno legítimo (de López Obrador) es parte de la agenda política que el partido está teniendo. La vemos como un asunto prioritario. La relación con el Frente Amplio Progresista y la propia consecuencia de asumir los acuerdos de la Convención Nacional Democrática. El partido no se ausenta, sino se plantea como eje central en su movilización, acción y coordinación, que pasan por el gobierno legítimo”.

Y es que si bien el PRD gobierna la ciudad desde hace nueve años, hoy percibe el riesgo de que ese poder le sea arrebatado “por la derecha”, es decir por el Partido Acción Nacional (PAN), aprovechando los pleitos evidentes dentro del perredismo.

Por eso, insisten, la renovación de la dirigencia fue una oportunidad de recomponer su partido en el nivel local, aunque en su interior persistan las diferencias entre corrientes.



La última oportunidad



Ricardo Ruiz apenas lleva un mes en la presidencia del PRD en el Distrito Federal. Asegura que está enfrentando las divisiones internas mediante un proyecto común: la participación en la Convención Nacional Democrática, en el Frente Amplio Progresista encabezado por Jesús Ortega –líder de Nueva Izquierda– y en el movimiento de la “presidencia legítima” de López Obrador.

Con una fotografía de López Obrador tras su escritorio, Ruiz niega en entrevista con Proceso que el excandidato presidencial influyera en su nombramiento, pero acepta que le dio su apoyo.

“Fue un acuerdo entre la militancia y el partido en el Distrito Federal”, resalta Ruiz, y destaca que el objetivo del PRD capitalino es trabajar de una manera institucional, por encima de las corrientes partidistas. “Estamos trabajando en la idea de ampliar los espacios de comunicación con el gobierno capitalino y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, (sobre) el presupuesto para la ciudad, la reforma política y electoral del Distrito Federal”, comenta.

A su vez, Reyes Gámiz reconoce que el acuerdo para renovar la dirigencia fue que el proceso se realizara “en santa paz” y durara un año y medio, plazo en el que el partido deberá recomponerse.

“Estamos pensando aprovechar este año para relanzar nuestro proyecto de partido en la ciudad y armonizar la vida al interior del PRD. Tenemos muchos problemas internos. Hay que armonizar la vida en el gobierno de la ciudad, la ALDF, las jefaturas delegacionales y en el partido.”

Sin ese pacto interno, añade Reyes Gámiz, “se nos pueden desbordar los desencuentros”. Aduce también que el PRD capitalino debe ser el partido que acompañe a Ebrard en el gobierno, aunque pueda criticarlo.

Lo que el exdiputado local tiene claro es que “la derecha está en la intención de desaparecer, borrar, eliminar el proyecto alternativo. Si no cobramos conciencia de ello y dilapidamos nuestro capital por pugnas internas, estaremos hipotecando el futuro del proyecto que representamos”. Por eso, agrega, la tarea de los dirigentes perredistas es lograr la unidad y la armonía entre las corrientes, “estableciendo unas nuevas bases de coexistencia”.

Para el presidente del Consejo Político del PRD, Carlos Estrada, el nombramiento de Ruiz es benéfico para su partido, que está fragmentado. Destacó que los criterios de elección estuvieron relacionados con el papel que jugó como secretario de gobierno con Alejandro Encinas, porque conoce la Ciudad de México, al PRD desde su fundación, y es independiente de las corrientes partidistas.

Esta última, dice, “es una ventaja porque las relaciones al interior de las corrientes, sobre todo después de la elección presidencial, se deterioraron mucho. Porque sí hay una crisis en el partido; por eso es importante que nosotros tengamos una presidencia que se coloque por encima de esas contradicciones, pues ayuda a superarlas con un espacio neutro.

“La idea es consolidar el gobierno de la Ciudad de México, movilizar al partido alrededor de las demandas ciudadanas y afirmar la presencia del partido en la elección de 2009 y ampliar su presencia”, resalta.

En ese tenor, otro de los dirigentes de Nueva Izquierda, Jesús Zambrano, se congratula de que Ruiz quiera recomponer las relaciones entre las corrientes perredistas, aunque haya llegado propuesto por la corriente de Batres:

“Ojalá que lo pueda hacer valer. No dudo que pueda tener disposición para construir acuerdos. Con Nueva Izquierda no tendrá problemas; quizá los tenga con el bloque de aliados que lo propusieron”, considera Zambrano, quien rechazó la propuesta de Ebrard para que encabezara la Secretaría de Promoción y Fomento al empleo, una dependencia del GDF que aún no se crea.

Además, expresa su confianza en que el perredismo podrá cerrar filas, siempre y cuando se distense la relación entre el gobierno capitalino, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y la dirigencia del partido. De lo contrario, señala, no podrán mantener la confianza de los capitalinos y la derecha seguirá avanzando, porque quiere establecerse en el poder “por muchos años”.

Comentario: Hay una realidad muy cierta, el PRD en el DF va a perder ante la ciudadania conciente, si siguen con pleitos y divisiones al igual que le ha pasado al PAN y al PRI les vamos a tener que castigar en las votaciones. Y a Ebrard el priista de fondo lo vamos a traer muy cortito.

No hay comentarios.: