Sobre el IV Dialogo nacional

EL IV DIALOGO NACIONAL: POR UN FRENTE ÚNICO CONTRA EL GOBIERNO USURPADOR Y SU POLÍTICA NEOLIBERAL Y ANTIPOPULAR.
El IV Diálogo Nacional tiene ante sí un reto y responsabilidad quizá mayor que en sus anteriores sesiones. Ahora no se trata solamente de facilitar un encuentro muy amplio del movimiento de masas y social, así como de sus organizaciones, para un diálogo que construya un polo contra el neoliberalismo. Ya no es tampoco la gran tarea realizada en Querétaro –aunque ahora se pueda enriquecer- de elaborar una alternativa al neoliberalismo como el programa mínimo no negociable. El reto es nuevamente contribuir a forjar una unidad de lucha muy amplia, pero definida con una perspectiva claramente política.

La experiencia de las luchas del 2006 eleva ahora la mira de un evento tan importante como el Diálogo Nacional. Todo indica que la respuesta a la convocatoria a este Diálogo será mayor que antes. La pluralidad alcanzada es un éxito de este Diálogo y al mismo tiempo representa un reto para lograr un acuerdo que no sea ambiguo, muy general o difuso, sino que responda eficaz y unitariamente a la grave situación actual.

La novedad en la situación actual no es simplemente la continuidad del neoliberalismo, sino el hecho de que la derecha en nuestro país no ha dudado en violentar cualquier marco democrático –por limitado que fuera- para asegurar esa continuidad de la política neoliberal sostenida por los anteriores gobiernos. Es decir, por medio del PAN la derecha intenta imponer fraudulentamente un gobierno que asegure esa continuidad. El discurso de la derecha según la cual en México, América Latina y el mundo la disyuntiva está entre la dictadura y la democracia identificada con el régimen de libre mercado es falaz e hipócrita. Incluso Lula con un gobierno que no cuestiona a fondo el marco neoliberal le ha respondido correctamente a Calderón y su insidioso ataque contra Hugo Chávez en Davos recordándole que Chávez, a diferencia por cierto de Calderón, ha refrendado su mandato en las urnas hasta 5 veces.

Pero lo más significativo de esa falsa disyuntiva que plantea Calderón es que en realidad los gobiernos neoliberales –con todo y su palabrería sobre la democracia- están cada vez más enfilados a desmontar o abiertamente violar derechos democráticos previamente conquistados y reconocidos constitucionalmente aun en el marco del capitalismo. El fraude electoral en primer lugar es lo más significativo ya que para ellos la piedra de toque central de la democracia es precisamente la democracia electoral. Pero no es sólo la democracia en el terreno electoral el objetivo a ataque por la derecha neoliberal, sino más ejemplos de libertades democráticas. En Estados Unidos, donde George Bush mismo llegó a su primer mandato en medio de un fraude electoral operado sobre todo en Florida por su hermano, esta ofensiva antidemocrática continúa en diversos niveles incluido las reformas legales que les facilitan recurrir a la tortura a los presos.

De manera similar en México, Felipe Calderón es impuesto por medio de un fraude electoral y de inmediato continúa con la política autoritaria y represiva que ya venía desde finales del Gobierno de Fox evidenciada en los casos de SICARTSA, Atenco y Oaxaca, así como la responsabilidad y falta de respuesta ante crímenes industriales como el de Pasta de Conchos o el creciente fenómeno del feminicidio no sólo en Ciudad Juárez. Esta política represiva y autoritaria por tanto va violando derechos democráticos previamente reconocidos. Es el caso de las crecientes agresiones a defensores de derechos humanos, nuevamente como en Atenco, el trato a los presos políticos sometidos desde tortura hasta violaciones y agresiones sexuales a mujeres y hombres presos, pasando por el traslado a los presos-como en la época porfirista- a regiones distantes y diferentes a sus lugares de origen como parte de la tortura a que son sometidos y para dificultar su defensa legal y política por parte de abogados, familiares y compañeros de lucha.

Es por lo anterior que planteamos que la serie de ataques que recientemente hemos vivido contra el nivel de vida del pueblo, los terribles aumentos a los precios de productos centrales para la dieta mexicana como es la tortilla y en general el maíz, la dinámica para aprovechar el viaje y adelantar nuevas agresiones a la soberanía alimentaria como las condiciones establecidas en el TLCAN en el terreno agropecuario y la introducción de transgénicos, así como otras agresiones que se vienen como parte del intento de imponer el resto de “reformas estructurales” neoliberales, todo esto es resultado de la imposición de un gobierno fraudulento y usurpador. Responde a una decisión política de la derecha que para asegurar la continuidad del neoliberalismo, como lo evidencian estas agresiones a la economía popular en los primeros dos meses de la llegada de Felipe Calderón al gobierno, decidió hacer a un lado el derecho democrático a elegir a los gobernantes. Es decir, estamos frente a un problema político fundamental y no simplemente a la necesidad de luchar por la defensa del nivel de vida de los trabajadores frente a políticas antipopulares.
El IV Diálogo Nacional no debería eludir esta definición política. Es parte de la latinoamericanización de la vida política que estamos viviendo en México, así como antes en otros países la lucha contra el neoliberalismo ha tirado presidentes en los últimos cinco años. El reto en México es más claro pues se trata de un gobierno no simplemente con una política antipopular, sino instalado por medios antidemocráticos, es decir por medio del fraude.
Por eso pensamos que no se trata de codificar simplemente una larga lista de demandas y reclamos inmediatos para defender el nivel de vida del pueblo, sino engarzar estas demandas con un eje central que le da coherencia política que es la lucha contra este gobierno de derecha y usurpador responsable de estas políticas. Que se opone a su continuidad. El Programa Mínimo No Negociable, aprobado en Querétaro, sigue siendo una referencia fundamental de una propuesta alternativa al neoliberalismo. Lo que es necesario hoy es unir este programa alternativo con el eje político de lucha por la salida del gobierno de Felipe Calderón.

Pese a la represión en Oaxaca el movimiento no está derrotado, ni hemos empezado un periodo de reflujo, como para generalizar una política que se adapta a trabajar nuevamente en el marco de las instituciones como si el 2006 no hubiera existido o el impulso de esa lucha se hubiera acabado y el llamado a mandar “al diablo estas instituciones” como hasta AMLO planteó y como la APPO embrionariamente mostró en una práctica de desarrollo de instituciones alternativas que llevó a varios a hablar de “la Comuna de Oaxaca”, como si todo eso fuera parte de un lejano pasado. El nuevo escenario no es a partir de la ridícula toma de posesión de Calderón el 1 de diciembre; el nuevo escenario es el abierto después de julio del 2006 con la lucha masiva –con las mayores movilizaciones de nuestra historia- contra el fraude y con la heroica resistencia del pueblo oaxaqueño y su experiencia de formas embrionarias de poder popular que continuarán todavía como ya anuncian los Triquis en San Juan Copala. Este nuevo escenario de lucha no se ha cerrado todavía y sería un error volver al trabajo en el marco institucional como si nada hubiera ocurrido y estuviéramos obligados a buscar una negociación con la derecha en su terreno y sus condiciones o en posponer –en realidad abandonar- la lucha contra el gobierno usurpador con la ilusión de que la revancha será en el 2009 o en el 2012 y por lo tanto prepararnos con candidaturas con respaldo social para las siguientes 14 elecciones. Y no solamente hacerlo en el marco de estas instituciones que ya demostraron su compromiso con la antidemocracia, sino con una política de “oposición” confusa y sin principios para decir lo menos como la que se anuncia en Yucatán por parte del PRD.

Unirse en una perspectiva de lucha política contra el gobierno de Calderón no quiere decir subordinarse a una táctica electoral del PRD o de AMLO, como argumentó en días pasados la CTM para justificar hipócritamente no convocar a la marcha del miércoles contra el alza de precios. Proponemos sí una definición política: contra el gobierno usurpador. Pero no se trata de política electoral, como dice la CTM al afirmar que se “politiza” el movimiento. Aunque pensamos que la posición de AMLO y la CND de instalar un “gobierno legítimo” refuerza y mantiene la lucha contra el gobierno usurpador no proponemos que necesariamente el eje político de unidad de este amplio movimiento sea el apoyo al “gobierno legítimo”, sino la lucha contra el gobierno usurpador. En ese marco que sí es efectivamente político pensamos que es más fácil lograr la unidad más amplia de todos los que pensamos que la nueva ola neoliberal es responsabilidad y evidencia de este gobierno usurpador y que no es suficiente luchar demanda por demanda social y económica, sino unir éstas en la lucha por la salida de Felipe Calderón y su gobierno espurio pues de otra manera aunque pueda haber triunfos parciales no cambiaremos la dinámica principal. No se trata de que el gobierno de Felpe Calderón “atienda” nuestros reclamos como dijo después de la marcha del miércoles, sino que se vaya ese gobierno. Obviamente la salida de un gobierno como éste plantea la vigencia de la lucha por un nuevo Constituyente y una nueva Constitución como plantea el Programa Mínimo No Negociable, pero no solamente pues es una perspectiva reconocida también tanto por la CND como por “la otra campaña”.

Y la otra parte del gran reto que tiene enfrente el IV Diálogo Nacional es lograr en torno a este eje político la más amplia unidad, un gran frente unitario. El movimiento y el impulso del 2006 no ha sido derrotado ni se ha acabado. El problema es que es un fuerte movimiento social y de masas que tiene expresiones distintas y transcurre por caminos paralelos. Esta falta de unidad contra el gobierno de la derecha usurpadora le ha permitido golpear y enfrentar a cada uno por separado. No basta ya el mitin de cada uno por separado diciendo que se solidariza con el otro. Se requiere de un acuerdo explícito de unidad en la acción, no simplemente por las demandas particulares de cada quien, sino contra el gobierno usurpador de Felipe Calderón y por la salida también del gobierno de Ulises Ruiz, así como por la libertad de todos los presos políticos y la presentación de desaparecidos. Un acuerdo en la lógica de un frente único. Es decir de un frente entre diferentes que reconoce y respeta las diferencias y la autonomía de cada organización. No se trata de un llamado a la unidad interesado con una visión hegemonista que dice unidad pero bajo mis condiciones o en mi organización. Que no queda en una declaración de cada quien por separado, sino en un acuerdo unitario explícito.

Si el IV Diálogo Nacional logra crear las condiciones de un acuerdo de frente único entre todos los movimientos y fuerzas actuales en lucha contra el neoliberalismo y bajo el eje político de definición contra el gobierno usurpador hará la principal y más importante contribución para evitar la consolidación de un “nuevo escenario” de derrota. Hay las condiciones, el reclamo unitario desde la base, la amplitud de los asistentes como para lograrlo.
México, D. F. 3 de febrero de 2007
Comité Político del Partido Revolucionario de los Trabajadores.

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