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Pedro Miguel
Apocalipsis de Kyoto/ II

Libélulas en Bélgica

El desmentido gélido

Lo habrán notado: en el Hemisferio Norte tuvimos noches de canícula a mitad de enero. Ahora se han soltado unos temporales que devoran al Viejo Continente, pero en los primeros días del año florecieron los cerezos de Central Park, en Nueva York, desorientados por una temperatura de 19 grados centígrados y un sol radiante, en tanto que el hielo no pudo cuajar en los lagos de Nueva Inglaterra. Los agricultores de Alicante se angustiaban por el destino de sus cerezas, sus melocotones y sus almendras, cultivos que se dan en frío; "la humedad de la noche y el calor de la mañana destruye el corazón de la alcachofa, dejándola negra", se lamentaba uno de ellos. Los árboles de Kaliningrado florearon en diciembre, los osos del zoológico de Rostov se negaron a hibernar y las liebres de la estepa, que mudaron el color de su pelaje de marrón a blanco en previsión del invierno, fueron devoradas por unos depredadores felices de que su alimento, en vez de camuflarse, se delatara en un entorno sin nieve; los turistas que visitaron los Alpes franceses se quedaron sentados sobre sus esquís, y en las estaciones de deportes invernales del Alto Adagio, en la vecina Italia, hubo de recurrirse a la nieve artificial para que los visitantes pudieran darse el gusto; en las localidades aceitunereas de Italia la cosecha de olivas, que tradicionalmente se extiende de noviembre a febrero, había concluido antes del fin de año; en Bélgica los comensales de las cenas navideñas tuvieron que matar mosquitos inoportunos y el país se vio inundado por una especie que no solía frecuentarlo: las libélulas.

La bloguera Esther notó desde diciembre, en España, que éste "es un invierno raro, otoñal; tendremos que ir acostumbrándonos al calor, porque creo que cada vez va acompañarnos durante más tiempo y va a vencer al invierno que quedará fulminado". Celia Hart, en Cuba, escribió unas líneas "bajo el blanco sol del peor diciembre de toda mi vida. Este diciembre en La Habana llovía y llovía, en medio de un absurdo calor. La estampa de Cuba, de Cuba revolucionaria quiero decir, fue el clima de diciembre". El estupor meteorológico era prefacio a una reflexión de claro tinte apocalíptico: "Dadas estas circunstancias de no verle, siento dentro de mí un frío hiriente y una melancolía crónica. Porque Fidel es la luz. La luz no existe en reposo. Por tanto desde hace seis meses vivo en la oscuridad, con la esperanza de que en algún momento me enciendan el interruptor". Por supuesto: la enfermedad del Comandante es uno más de los signos inequívocos del Fin de los Tiempos.

Otro bloguero lo resumió así: "Como si el invierno raro éste no hubiese sido bastante, podemos esperar que el 2007 sea peor que el 2006. En fin, aún hay 'científicos' pagados por las corporaciones mundiales que reniegan del cambio climático. Me pregunto si tendrán remordimientos de conciencia ahora que está siendo evidente que han mentido, o estarán tan cómodos con su dinerito en la cuenta". Claro: el arranque tórrido de este invierno era una manifestación del calentamiento global producido en el planeta por nuestra especie, y los curiosos fenómenos arriba comentados, salvo tal vez el problema con el paquete intestinal de Castro, no eran sino el comienzo del castigo de Natura por nuestros pecados ambientales. Arrepentíos, hermanos, que el Apocalipsis de Kyoto se aproxima.

http://www.elmundo.es/elmundo/2007/01/15/ciencia/1168830435.html

http://www.laverdad.es/alicante/prensa/20070118/provincia_alicante/calor

-pone-peligro-cosecha_20070118.html

http://de-noche.blogspot.com/2006/12/fin-de-ao.html

http://portal.trovacub.com/

http://www.pca.org.ar/Numerosanteriores/702/ENTREVISTA%20A%20CELIA

%20HART%20SANTAMARIA.htm

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=21887

http://www.firmaspress.com/454.htm

www.quediario.com/blogs/3205/

http://es.news.yahoo.com/04012007/159/temperatura-mundial-batira-records-2007.html

http://archivo.greenpeace.org/Clima/Prokioto.htm

El 15 de enero el meteorólogo español Manuel Thoaria (quien no parece ser precisamente uno de esos "científicos pagados por las corporaciones mundiales") publicó un artículo en el que señalaba la confusión imperante entre el tiempo y la climatología, y en el que, sin desconocer los peligros de las emisiones masivas de CO2, ponía las cosas en su sitio:

"El clima no puede ser casi nunca noticia para los medios de comunicación: su exasperante lentitud ­la climatología es ciencia de promedios a largo plazo, nada tiene que ver con el corto plazo ni con la inmediatez de lo noticioso­ lo impide. Lo que es noticia, desde luego, es el tiempo [...] En 2006 tuvimos en España un enero muy frío, casi al borde del récord de temperaturas bajas a finales de dicho mes. Luego tuvimos una primavera más bien cálida, un julio tórrido, un agosto normalito más bien tirando a fresco, un otoño de temperaturas y lluvias superiores a lo normal, y el poco invierno que llevamos está siendo relativamente templado y seco [...] Todo esto, ¿es clima? Obviamente, no. Es eso que estudia la meteorología: el tiempo. Ahora bien, si cambian los promedios en el futuro, porque estas cosas se repitan con mayor frecuencia que en el pasado, entonces sí que podremos referirnos a un cambio climático. A ese aluden los científicos cuando lo predicen para finales del siglo XXI, no a que 2006 haya sido 1.3 grados más caluroso que la media... ¿Qué media? ¿De dónde sale el dato? ¿Con qué se compara, con la temperatura media del siglo XX en su conjunto o con qué? [...] Sabemos que en los primeros 30 años del siglo XX las temperaturas fueron más altas que en los segundos 30 años. Y que en la segunda mitad de ese siglo, la temperatura alcanzó un mínimo hacia los años setenta, y desde los ochenta comenzaron a subir de nuevo, esta vez de prisa y, hasta ahora, sin parar. Es obvio que ese último periodo, cuando se completen al menos 30 años para hacer comparaciones, será el más cálido desde... ¿Desde cuándo? Porque sabemos que cuando los vikingos descubrieron Groenlandia la llamaron así, Tierra Verde (es lo significa Groën-land), porque tenía praderas, y ahora no las tiene."

Unos días después de publicadas esas palabras, el escenario caliente del Fin del Mundo se derrumbó bajo el empuje de masas de aire gélido que inundaron el Hemisferio Norte. Las fuerzas naturales han estado causando desastres helados en Europa y América del Norte, y las agencias vomitan fotos de tormenta que recuerdan los mares enloquecidos de algunos paisajes de William Turner. Rabinos, testigos de Jehová y ambientalistas tendrán que guardar sus augurios para la próxima ola cálida.

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