¡¡¡NO AL FRAUDE.....DEL CALENTAMIENTO GLOBAL!!!

Hola compañeros les mando lo siguiente, es lo último sobre ese otro fraude del supuesto calentamiento global, cosa que anda muy de moda por el activismo político del ex-"vicepresitonto" Al "biotonto" Gore, entre muchos otros tales como el empleado de la DuPont , el charlatan Mario Molina y cìa.....


EL CALENTAMIENTO GLOBAL POR CO2 ES UN FRAUDE


por Laurence Hecht


Washington (EIRNS)--El registro histórico de la concentración de

dióxido de carbono en la atmósfera que presentó el Grupo

Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (GICC) como

justificación para reducir los llamados gases de invernadero, es

un fraude. Investigaciones del profesor Ernst~nGeorg Beck de la

Merian~nSchule de Friburgo, Alemania, muestran que el GICC

interpretó y manipuló los registros de CO2 previos a 1957 a

partir de la medición de muestras de hielo de extracción

reciente, que pasan por alto más de 90.000 mediciones directas

por métodos químicos realizadas entre 1857 y 1957.

El registro adulterado del GICC pretende probar que las

concentraciones de CO2 han venido aumentando de modo constante

con el progreso de la civilización industrial. El trabajo de Beck

confirma un cúmulo de investigaciones previas que demuestran que

el GICC escogió qué datos usar, en un intento por probar que

tenemos que parar el desarrollo industrial y regresar a la era de

la carreta tirada por caballos, o atenernos al calor sofocante y

el derretimiento de los casquetes polares. También demuestra que

el tratado de Kyoto para reducir los gases de invernadero se

fundó en un fraude científico que contraviene las leyes del

universo, al negar la bien demostrada determinación climática por

las variaciones cíclicas de la relación orbital entre la Tierra y

el Sol, y las del calor que este último emite.

En un análisis concienzudo de 175 estudios científicos, el

profesor Beck descubrió que los fundadores de la moderna teoría

del efecto invernadero, Guy Stewart Callendar y Charles David

Keeling (ídolo del ex vicepresidente y ambientista rabioso

estadounidense Al Gore), ignoraron por completo las mediciones

cuidadoass y sistemáticas de algunas de las figuras más famosas

de la química física, entre ellas varios premios Nobel. Las

mediciones de estos químicos arrojaron que la concentración

atmosférica actual de CO2, de unas 380 partes por millón (ppm),

se ha excedido en el pasado, como en el período de 1936 a 1944,

cuando el nivel de CO2 estuvo entre las 393,00 y 454,70 ppm.

También hubo mediciones, con una tolerancia de 3%, de 375,00

ppm en 1885 (de Hempel en Dresde), 390,00 en 1866 (de Gorup en

Erlangen) y 416,00 en 1857 y 1858 (de Von Gilm en Innsbruck).

Irónicamente, aunque el aumento en los 1940 estuvo correlacionado

con un período de calentamiento atmosférico promedio, Beck y

otros han demostrado que dicho calentamiento {precedió} al

aumento en la concentración de CO2.

Los datos que Beck revisó corresponden en lo principal al

hemisferio septentrional, que geográficamente van de Alaska,

pasando por Europa, a Poona, India, y casi todas se hicieron en

zonas rurales o en la periferia de poblados sin contaminación

industrial, a una altura de aproximadamente 2 metros sobre el

nivel del suelo. La evaluación de los métodos químicos empleados

revelaron un margen máximo de error de 3%, y hasta de 1% en los

mejores casos.

En contraste, las mediciones viciadas de las muestras de

hielo muestran un aumento más bien constante en el nivel de CO2,

que convenientemente casa con la idea preconcebida de que la

intensificación de la actividad industrial ha generado un aumento

constante del CO2. Como ha demostrado el colaborador de Beck, el

doctor Zbigniew Jaworowski, un ex alto asesor del servicio polaco

de vigilancia radiactiva y montañista experimentado, que ha

extraído hielo de 17 glaciares en seis continentes, las

inclusiones gaseosas en muestras de hielo carecen de validez como

representaciones históricas de la concentración atmosférica. La

congelación, recongelación y presurización continuas de las

columnas de hielo alteran drásticamente la concentración

atmosférica original de las burbujas de gas.

Según la teoría del calentamiento por el efecto de

invernadero, el aumento de la concentración atmosférica de CO2

que causa la actividad humana, tal como la combustión de

combustibles fósiles, actúa como las ventanas de un invernadero

al evitar que la superficie inmediata de la Tierra reirradie el

calor solar. Aunque dicho efecto existe, el dióxido de carbono no

es uno de los principales gases de invernadero, pues cuando mucho

da cuenta del 2 a 3% del efecto invernadero. Por mucho, el gas de

invernadero más importante es el vapor de agua. Sin embargo, el

agua en la forma de nubes puede reflejar la radiación solar, lo

cual causa una reducción de la temperatura, Son tantos los

efectos interrelacionados, que relacionar la temperatura global

con la concentración de CO2 es como tratar de predecir el valor

de un fondo especulativo interpretando las fases de la Luna.

Urdir una tesis convincente de semejante correlación exige

mentir con profusión y sofisticación, y a los teóricos del efecto

invernadero los agarraron con las manos en la masa. Por una

ironía histórica deliciosa, podría decirse que quien los

descubrió fue el fundador de la ciencia moderna, el cardenal

Nicolás de Cusa. Nuestra comprensión moderna de la fotosíntesis

empezó cuando el investigador flamenco Jan Baptist van Helmont

aceptó el reto de Cusa (que plantea en la sección ``De staticis''

en el {Idiota}), de pesar una planta y la tierra en la que está

sembrada, antes y después de cierto crecimiento. Van Helmont

descubrió (circa 1620) que el peso de la tierra que nutre a un

sauce que ha crecido hasta pesar 77 kg en cinco años, varía menos

de un par de kilos. ¿De dónde sacó el árbol su masa sólida?

Irónicamente, Van Helmont, quien introdujo la palabra ``gas'' a

la ciencia, llegó a la conclusión equivocada que la planta la

adquirió exclusivamente del agua con la que se le regó.

Tomó casi otros dos siglos descubrir el hecho sorprendente

de que gran parte de la masa de la planta y toda su estructura

básica derivan del aire invisible y al parecer sin peso, más en

particular del dióxido de carbono que contiene. Tal fue el logro

de la revolución que Lavoisier emprendió en la química, y que

Gay~nLussac, Avogrado, Gerhardt y otros impulsaron a principios

del siglo 19. La capacidad de poner dos gases invisibles en una

balanza y comparar sus pesos probó ser el secreto para determinar

los pesos atómicos y, de allí, descifrar los enigmas del átomo y

la célula.

Por desgracia para los mentirosos del GICC, los químicos han

centrado su atención en la medición de la concentración

atmosférica de CO2, en particular, desde que se dilucidó el

proceso de la fotosíntesis a principios del siglo 19, y hemos

conservado de modo minucioso sus registros. La verdad incómoda es

que Al Gore todavía anda por ahí, pero sólo los tontos y los

candidatos presidenciales ``rectos'', llamados así por el gran

efluvio de fluidos corporales que liberan sus orificios

posteriores, dan crédito a sus emanaciones.



El autor es miembro del Movimiento Internacional del economista Lyndon H. LaRouche

http://comiteslaborales.blogspot.com

1 comentario:

Bijoy dijo...
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