Por: Eduardo Ibarra Aguirre
No sólo América Latina tuvo su década perdida, en los 80 del siglo pasado, en materia de crecimiento económico, sino que ahora México pierde, nuevamente, 10 valiosos años en la lucha contra la pobreza, particularmente la extrema.
La fuente informativa es impecable porque no corresponde a ningún partido político o grupo de las izquierdas parlamentarias o extraparlamentarias, tampoco proviene de las corrientes ideológicas anticapitalistas o socialistas, menos aún de los 15 grupos alzados en armas y cuya vía para acceder al poder político tiene, después del 2 de julio de 2006, más millones de partidarios. Insisto: sólo la vía.
No. La fuente es el Banco Mundial. Los maestros y guías de nuestros gobernantes en el último cuarto de siglo para establecer los rumbos macro por los que debe transitar el modelo hegemónico en la aldea global. Vapuleado y hasta revisado por lo menos en sus aristas más filosas, en diversas latitudes, sobre todo asiáticas y sudamericanas, pero dominante aún.
En el Informe de avance sobre la estrategia de asociación con México , el Banco Mundial primero elogia la estabilidad de la economía, la contención del déficit fiscal y de crecimiento de los precios. Sus dogmas, pues.
Gracias a la estabilidad de la economía, el incremento en las transferencias, vía remesas de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y los programas del gobierno, se produjo una reducción de la pobreza extrema de 21 por ciento de la población en 1994 a 19 por ciento en 2005, sostiene el informe –de 60 páginas-- del Banco Mundial.
La variación es de apenas 2 por ciento en una década.
Seguramente por ello, el informe del banco de la aldea global centra su atención en los graves rezagos sociales que caracterizan al México del 8 de febrero de 2007, fecha con la que se suscribe el documento:
La tasa de analfabetismo en los pueblos indios cuadruplica la media nacional. Y entre las mujeres llega a 43 por ciento, frente al 10 por ciento del país. Este porcentaje dado por el Banco Mundial es superior a la estimación que recientemente presentó la titular de la Secretaría de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota , célebre autora de Dios mío, hazme viuda por favor .
Ejemplifica el informe del banco del capitalismo salvaje, eufemísticamente denominado neoliberalismo: “La tasa de mortalidad infantil entre los indígenas alcanza 38.5 (por cada mil nacidos vivos) frente a 24.9 para el conjunto de la población”.
Los salarios reales para los pobres extremos en las áreas urbanas declinaron a partir de 1991. La recuperación salarial empezó a producirse a partir de 1996, pero “no ha sido suficiente para recuperar los niveles” de ¡1990¡
La conclusión es cruda: “Estos datos preliminares muestran que el avance en la lucha contra la pobreza extrema se ha detenido”.
El Banco Mundial localiza como causas y, en consecuencia, pone el acento en las disparidades regionales y entre grupos sociales en México, porque algunas regiones del sureste han mostrado un menor crecimiento económico que el conjunto del país. Mientras que los pueblos indios muestran pronunciados rezagos respecto a los promedios nacionales.
Con todo y su visión estrecha, el Banco Mundial no es ajeno a una buena dosis de voluntarismo y anuncia que persistirá en su objetivo de aquí a 2008, cuando concluye la Estrategia de Asociación con México , de reducir la pobreza extrema de 24.2 por ciento, registrado en 2000, a 15 por ciento.
Ni una palabra sobre los supuesto básicos del modelo macro que, al reproducirse, se convierte de manera natural en una fabrica de pobres en situación extrema y auspicia, en el caso mexicano por lo menos, una concentración monstruosa de la riqueza.
No sólo América Latina tuvo su década perdida, en los 80 del siglo pasado, en materia de crecimiento económico, sino que ahora México pierde, nuevamente, 10 valiosos años en la lucha contra la pobreza, particularmente la extrema.
La fuente informativa es impecable porque no corresponde a ningún partido político o grupo de las izquierdas parlamentarias o extraparlamentarias, tampoco proviene de las corrientes ideológicas anticapitalistas o socialistas, menos aún de los 15 grupos alzados en armas y cuya vía para acceder al poder político tiene, después del 2 de julio de 2006, más millones de partidarios. Insisto: sólo la vía.
No. La fuente es el Banco Mundial. Los maestros y guías de nuestros gobernantes en el último cuarto de siglo para establecer los rumbos macro por los que debe transitar el modelo hegemónico en la aldea global. Vapuleado y hasta revisado por lo menos en sus aristas más filosas, en diversas latitudes, sobre todo asiáticas y sudamericanas, pero dominante aún.
En el Informe de avance sobre la estrategia de asociación con México , el Banco Mundial primero elogia la estabilidad de la economía, la contención del déficit fiscal y de crecimiento de los precios. Sus dogmas, pues.
Gracias a la estabilidad de la economía, el incremento en las transferencias, vía remesas de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y los programas del gobierno, se produjo una reducción de la pobreza extrema de 21 por ciento de la población en 1994 a 19 por ciento en 2005, sostiene el informe –de 60 páginas-- del Banco Mundial.
La variación es de apenas 2 por ciento en una década.
Seguramente por ello, el informe del banco de la aldea global centra su atención en los graves rezagos sociales que caracterizan al México del 8 de febrero de 2007, fecha con la que se suscribe el documento:
La tasa de analfabetismo en los pueblos indios cuadruplica la media nacional. Y entre las mujeres llega a 43 por ciento, frente al 10 por ciento del país. Este porcentaje dado por el Banco Mundial es superior a la estimación que recientemente presentó la titular de la Secretaría de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota , célebre autora de Dios mío, hazme viuda por favor .
Ejemplifica el informe del banco del capitalismo salvaje, eufemísticamente denominado neoliberalismo: “La tasa de mortalidad infantil entre los indígenas alcanza 38.5 (por cada mil nacidos vivos) frente a 24.9 para el conjunto de la población”.
Los salarios reales para los pobres extremos en las áreas urbanas declinaron a partir de 1991. La recuperación salarial empezó a producirse a partir de 1996, pero “no ha sido suficiente para recuperar los niveles” de ¡1990¡
La conclusión es cruda: “Estos datos preliminares muestran que el avance en la lucha contra la pobreza extrema se ha detenido”.
El Banco Mundial localiza como causas y, en consecuencia, pone el acento en las disparidades regionales y entre grupos sociales en México, porque algunas regiones del sureste han mostrado un menor crecimiento económico que el conjunto del país. Mientras que los pueblos indios muestran pronunciados rezagos respecto a los promedios nacionales.
Con todo y su visión estrecha, el Banco Mundial no es ajeno a una buena dosis de voluntarismo y anuncia que persistirá en su objetivo de aquí a 2008, cuando concluye la Estrategia de Asociación con México , de reducir la pobreza extrema de 24.2 por ciento, registrado en 2000, a 15 por ciento.
Ni una palabra sobre los supuesto básicos del modelo macro que, al reproducirse, se convierte de manera natural en una fabrica de pobres en situación extrema y auspicia, en el caso mexicano por lo menos, una concentración monstruosa de la riqueza.
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