Segundo lugar mundial en riqueza

Parte de la gran desigualdad en este país es la gran acumulación de la riqueza. Mientras millones no tienen nada algunos pocos tienen todo y demás. El segundo hombre más rico del mundo en uno de los países donde las corruptelas, el trato preferencial, la información de estado a manos de algunos nombres, ha generado sus fortunas, y que el nombre de algunos se encuentren en las listas de los hombres más ricos del orbe.

De Proceso

Carlos Acosta Córdova Si de extremos se trata, la delirante riqueza de Carlos Slim por necesidad se topa con su polo opuesto: el representado por las carencias dramáticas de un país del cual el presidente de Grupo Carso ha obtenido provecho como nadie. Pero al magnate, México le queda chico y las únicas fronteras que lo han frenado son, hasta el momento, las de Estados Unidos y –por ahora– las de Europa. En los próximos días la revista Forbes publicará su célebre lista de los hombres más ricos del mundo y todo indica que el dueño de Telmex quedará bien posicionado con sus alrededor de 50 mil millones de dólares. Casi el más rico del mundo, apenas atrás de Bill Gates, dueño de Microsoft…



Nadie en el mundo tiene, como él, la capacidad para incrementar su riqueza de manera tan espectacular y en tan poco tiempo. Ningún rey de los que aún quedan tienen una fortuna similar a la suya. Jeques, sultanes y magnates petroleros, lo mismo que políticos y dictadores que se han adueñado prácticamente de sus países, le envidiarían su chequera, que le ha permitido recorrer el mundo para hacer grandes inversiones, comprar compulsivamente empresas y aun voluntades políticas. Hasta Bill Gates, por años el número uno de los multimillonarios del mundo, ve con asombro cómo este hombre se le acerca y le compite descarnadamente por ese puesto.

Tan descollante ha sido el ascenso de Carlos Slim Helú en la élite de las fortunas descomunales que Forbes, la emblemática revista neoyorquina especializada en informar cada año acerca de las fortunas de hombres y mujeres en su World’s Richest People, hará una presentación estelar de este polémico empresario mexicano en su próxima edición.

La razón: según esta publicación, Slim es ya el segundo hombre más rico del mundo. La fortuna del dueño del Grupo Carso –con Telmex y América Móvil como puntas de lanza– pasó, en tan sólo un año, de 30 mil millones de dólares (monto que lo ubicaba en 2006 como el tercer hombre más rico del mundo, sólo después de Gates y Warren Buffett) a 54 mil millones de dólares.

Esta cifra es similar, para ejemplicar, a los ingresos petroleros del país... en dos años. Y si la fortuna que le atribuye Forbes fuera líquida y la tuviera a la mano, Slim podría comprar toda la producción económica de El Salvador y Nicaragua, pues el Producto Interno Bruto de estos dos países juntos apenas se acerca a esos 54 mil millones de dólares.

Si el aumento de 24 mil millones en un año es impresionante, lo es más el ritmo: 2 mil millones de dólares al mes; unos 66.7 millones cada día; 2.77 millones por hora; 46,296 dólares cada minuto… En un país donde la mitad de su población de más de 100 millones de habitantes camina en la línea de la pobreza; donde millones de quienes trabajan –porque muchos ni a empleo llegan– perciben un salario mínimo de 50 pesos al día.

Desde 1987 Forbes publica sus listas de los hombres más ricos del mundo, pero el mexicano empezó a aparecer en ella hasta 1991, después de comprarle Teléfonos de México al gobierno de Carlos Salinas de Gortari en ese año. Mil millones de dólares se le atribuyeron entonces –cantidad mínima para figurar en las listas–, pero no le alcanzaba aún para estar en el top ten de Forbes, ni siquiera como el mexicano más rico. Otras familias –Garza Sada, Azcárraga– estaban por encima de él.

Pero desde 1994 empezó a despuntar y a encabezar la lista de mexicanos millonarios, aunque con poca diferencia respecto del siguiente. La crisis devaluatoria de finales de ese año y el dramático desplome de la economía mexicana en 1995, que llevó a miles de empresas a la quiebra y a millones de mexicanos al desempleo y la desesperación, le sirvieron a Slim para encumbrarse y seguir amasando dinero de manera formidable.

Desde 1996 el dueño de Grupo Carso se mantiene firme en el primer lugar como el mexicano más rico, y su capital se va despegando cada vez más de los que le siguen en la lista de Forbes. Ese año, la revista le atribuyó una fortuna de 6 mil 100 millones de dólares, que lo colocaban como el número 16 en el mundo, pero muy lejos del siguiente mexicano más rico, que era Alejo Peralta, con 2 mil 500 millones de dólares.

Y así en los siguientes años la riqueza de este potentado continuó creciendo en miles de millones de dólares, colocándolo siempre como el número uno del país: en 1997 fue de 6 mil 600, lugar 37 en la lista, seguido en México por Alfonso Romo Garza, con 2 mil millones; en 1998 fue de 7 mil 200, 31 en el mundo, seguido por Emilio Azcárraga Jean con 3 mil 500; en 1999 sumó 8 mil millones, 27 en el mundo, lejanamente seguido por Azcárraga Jean, cuya fortuna había caído a los 2 mil 100 millones. En 2000, la fortuna de Slim sufrió una ligera caída: 7 mil 900 millones, que lo hizo descender al lugar 31 en las listas de ese año, pero muy lejos del siguiente magnate mexicano: Lorenzo Zambrano, con 2 mil 100 millones de dólares.



El despegue



En 2001 se inició el ascenso vertiginoso de Carlos Slim, con una fortuna de 10 mil 800 millones de dólares, para ocupar el puesto 25; “pobre” se veía Azcárraga Jean con sus 3 mil millones, como el segundo mexicano más rico, pero en el lugar 151 de la lista. Para 2002 Slim llegó al puesto 17 de Forbes, con 11 mil 500 millones de dólares, seguido, en la lista de mexicanos por Jerónimo Arango, con 3 mil 700 millones de dólares.

El 2003 fue de reacomodo temporal en las finanzas internacionales. Crisis globales sucesivas ocasionaron pérdidas en el valor de los activos de las empresas. Slim no escapó al fenómeno y Forbes lo ubicó en el lugar 35, con una fortuna de 7 mil 400 millones de dólares. Jerónimo Arango repitió como el segundo mexicano más rico con 3 mil 400 millones de dólares.

Pero rápido se reposicionó Slim. Para 2004 remontó al lugar 17 de la lista. Su capital casi se duplicó: 13 mil 900 millones, otra vez con Jerónimo Arango como su más cercano competidor, con 4 mil millones. En 2005 la historia cambió. Slim ganó 10 mil millones a su fortuna para ubicarse en el cuarto lugar mundial, con 23 mil 800 millones de dólares, sólo debajo de Bill Gates (46.5 mil millones), Warren Buffett (44 mil millones) y el indio Lakshmi Mittal (25 mil millones). Deja muy lejos a Arango, que ve caer su fortuna a 3 mil 600 millones.

En 2006, Slim subió un peldaño y su fortuna se elevó a 30 mil millones de dólares, el tercer lugar en el mundo, sólo debajo de Gates y Buffett, pero a años luz de Jerónimo Arango, quien sólo tenía 4 mil 600 millones.

Forbes prepara la sorpresa para este 2007: Si, como lo han anunciado, Bill Gates y Warren Buffett se desprenden de parte de su fortuna para actividades filantrópicas –el segundo ya lo ha hecho–, Slim podría aparecer en su nueva lista como el hombre más rico del mundo. Por lo menos tiene asegurado el segundo lugar, confirmó Arturo Elías Ayub el viernes 2 por la tarde. El director de Alianzas Estratégicas, Comunicación y Relaciones Institucionales de Telmex negó que el nuevo monto de la fortuna de Slim sea superior a los 50 mil millones de dólares, “pero no está muy lejos de eso”, dijo.



Coyuntura favorable



Son muchos los factores que influyeron para que la riqueza de Slim se incrementara en más de 20 mil millones de pesos en un año. Primero, el comportamiento positivo, en 2006, de las bolsas de valores en México y Estados Unidos, donde cotizan las empresas del magnate, propició un crecimiento extraordinario en el valor de mercado de los activos de esas empresas. Slim, cuya fortuna se origina justamente en el mercado bursátil, es un gran conocedor de los negocios en bolsa. Nata su intuición, sabe cuándo comprar y cuándo vender; de qué títulos hacerse y de cuáles desprenderse; cuándo colocar, cuándo hacer un split. Es, de hecho, artífice de la modernización del sistema bursátil mexicano. Y tal es la importancia de sus empresas en la bolsa, que el mayor peso específico de la canasta de acciones que forman el Índice de Precios y Cotizaciones –el principal indicador bursátil– recae en empresas suyas.

Otra: parte del éxito de Slim es su poder político y económico, gracias al cual bloquea cualquier intento de frenar las políticas antimonopolios, sobre todo cuando son sus compañías las que están en la mira. Critica y grita públicamente el Banco de México por las altas tarifas telefónicas y, en general, la falta de competencia en el país. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó investigaciones en las que destaca que los servicios de Telmex son de los más caros del mundo por la poca competencia. Slim ni se inmuta: Telmex controla casi 90% de la telefonía fija; 75% del mercado de larga distancia y casi 80% de la telefonía celular en México.

El Acuerdo de Chapultepec con el que el magnate emprendió una insólita campaña paralela a la de los candidatos presidenciales, entre los últimos meses de 2005 y los primeros de 2006, quedó únicamente en un documento con propuestas económicas y sociales, que entregó posteriormente al entonces presidente electo Felipe Calderón.

Sin embargo, Slim logró tejer alianzas con los gobernadores y empresarios del país. Con la promesa de inversiones a manos llenas, se ganó la reverencia de gobernadores –sin distingo de origen partidista– y la adhesión incondicional del resto de sus interlocutores, en el periplo de casi un año por todo el país.

Son frecuentes las muestras de poder de Slim y sus empresas. Una reciente, que evidenció la indefensión en que se hallan sus clientes, fue la falla técnica en Telcel (América Móvil), que el 6 de febrero pasado dejó sin servicio celular a unos 10 millones de clientes durante más de seis horas. A pesar de los reclamos de los usuarios, la empresa nunca explicó las causas de la falla. Hasta que acabó el mes, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) multó a Telcel con poco más de 5 millones y medio de pesos. Ni un rasguño frente a los ingresos por 234 mil 200 millones de pesos que obtuvo la compañía en 2006.

Pero lo que contribuyó a que el año pasado Carlos Slim obtuviera generosas ganancias –aparte de las registradas en bolsa–, fue la notable expansión de sus negocios en Centro y Sudamérica. Para nadie es ajeno que Carlos Slim ha invadido prácticamente la vida cotidiana de los mexicanos. Su mano, sus empresas están en todas partes: además de la telefonía en sus diversas modalidades, se le encuentra en cigarros, servicios financieros –bancarios y no bancarios– , computadoras, televisión, internet, cafeterías, restaurantes, pisos, discos, tiendas departamentales, insumos para el sector químico y minero, petroquímica y de ferrocarriles; productos para las industrias de la construcción, de la energía y la automotriz; productos de cobre, aluminio y PVC; bienes raíces y hotelería, perfumes, regalos, libros... y más recientemente, saneamiento de agua, construcción de infraestructura y aviación.

Y no sólo eso. Convencido de que los grandes negocios están en los sectores energético y de infraestructura, Slim tiene apuestas claras en petróleo, gas y construcción civil. Ha ganado cerca de 20 contratos en Pemex para construir igual número de plataformas marinas. De hecho, la más grande del país, construida en Tuxpan, Veracruz, fue fabricada por Swecomex, filial de Carso Infraestructura y Construcción, S.A. de C.V., empresa “de calidad internacional y con capacidad para construir hasta tres plataformas a la vez”, según palabras del propio empresario.

El viernes 2, Slim acompañó al presidente Felipe Calderón a Campeche, a la zona marina con la mayor riqueza petrolera del país, donde el mandatario inauguró formalmente “la plataforma de producción petrolera más grande y más moderna de México”, hecha por la empresa del magnate.

Pero el país le quedó chico a Carlos Slim. O es muy grande la compulsión de éste por hacer negocios. El caso es que Cen-

tro y Sudamérica están viviendo una verdadera invasión de las empresas del mexicano, sobre todo Telmex y su estrella América Móvil.

Y, así como en México, por allá Slim no se anda por las ramas. Hombre de élite, sólo trata con los presidentes, con dirigentes políticos y empresariales de primer orden. Con frecuencia es invitado por los mandatarios a sus tomas de posesión. También ha recibido condecoraciones como extranjero, por sus méritos empresariales y sus aportaciones a la economía “y al bienestar del pueblo”. Los medios informativos del subcontinente le han dado vuelo a los encuentros –sin faltar el despliegue fotográfico– de Slim con Daniel Ortega (Nicaragua), Manuel Zelaya (Honduras), Leonel Fernández (Dominicana), Antonio Saca (El Salvador), Óscar Berger (Guatemala), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Néstor Kirchner (Argentina)…

Son pocos los países del área donde no está la mano de Slim. En la mayoría, es a través de América Móvil –125 millones de clientes de telefonía celular en 14 países– como sienta sus reales. En casi todos los países de Centroamérica, América Móvil es socia de las empresas de telefonía celular locales; también está posicionado en Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Ecuador, Paraguay, Colombia y Perú, entre otros. Además tiene buena parte del dominio en telefonía fija y los servicios de internet.

Pero no sólo en telefonía está presente Slim allá. Incursiona fuertemente en televisión por cable y en radio. Fuera de ese ámbito, turismo y construcción de infraestructura –carreteras, puentes, complejos sanitarios, hidroeléctricas y saneamiento de aguas– han recibido de Slim en esos países fuertes inversiones. Pero también, como en México, diversifica sus negocios y hasta ha llevado los clásicos Sanborn’s a Centroamérica. En sociedad con locales, incursiona fuerte en el negocio de las líneas aéreas de bajo costo. Eso pasa en la mayoría de los países centroamericanos, y aun de Brasil, Uruguay y Chile.

En Argentina, además de la telefonía y las estaciones de radio, Slim es dueño hasta de bares temáticos, centros de entretenimiento, de empresas de boletaje electrónico, de un teatro y hasta del zoológico de Buenos Aires. También, de empresas de representación de artistas internacionales y nacionales; tiene en exclusiva la comercialización de los dos estadios de futbol más importantes del país, el del River Plate y el del Vélez Sarsfield. Empresas suyas manejan una red de gastronomía, con la que comercializan alimentos y bebidas en inmuebles de afluencia masiva.

Como en México, pues, Carlos Slim quiere, en el resto de América Latina, estar en todo y en todas. Por lo pronto, según Forbes, ya es el segundo hombre más rico del mundo. (Con información de los corresponsales Marcelo Izquierdo, Pablo Giuliano, Juan José Dalton y Velia Jaramillo.)

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