El PRD, la izquierda y las políticas de alianza

Pedro Echeverría V., Rebelión


1. En México la alianza plena e indiscutible es la que mantienen el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) con los poderosos empresarios capitalistas. Esta ha sido una alianza firme y permanente, a pesar de algunas diferencias que se manifiestan entre ellos a la hora de la repartición del poder. Aunque el PAN haya sido desde que nació en 1939 reconocido como el partido de la derecha y la ultraderecha y el PRI desde que surgió 10 años antes haya funcionado como partido de centro derecha, la realidad es que los dos han gozado de la enorme confianza del alto clero, de los empresarios y los inversionistas extranjeros. En ellos ha funcionado una alianza de principios en cuanto a sostener el sistema de desigualdad económica y social que ha dominado en el país desde hace por lo menos un siglo.

2. El Partido de la Revolución Democrática (PRD), en menor medida el Partido del Trabajo (PT), ha sido criticado –muchas veces con razón otras veces sin ella- por las determinaciones que ha tomado en las alianzas electorales o con legisladores de otros partidos en las Cámaras. La realidad, hay que reconocerlo, la política de alianzas que realiza una organización con principios filosóficos e ideológicos es una acción muy difícil porque al parecer no se puede dejar contento a todos. En la derecha, cuando se sustenta en una doctrina firme, también resulta difícil aliarse. Por el contrario en partidos centristas, como históricamente se manejó el PRI, y otros partidos con principios imperceptibles (el Verde, Convergencia, Panal) las políticas de alianza se realizan con gran pragmatismo, poniendo siempre al frente las ganancias.

3. En México el PRD, el PAN, el PRI, partidos y organizaciones, para crecer o para defenderse, han hecho alianzas con organismos cercanos y lejanos, con individuos, partidos y gobiernos, con Dios y con el Diablo. Si no hicieran alianzas no podrían avanzar en sus objetivos de participar o conquistar el poder. Todos han construido argumentos para justificar sus alianzas, poniendo siempre en primer lugar necesidades de crecimiento y consolidación para luchar con mayor eficacia; pero también las alianzas los definen. En este asunto nadie que esté en actividad y en la búsqueda del poder puede hablar de pureza; es más nadie podrá asumir ningún poder sin alianzas. Lo reprobable es que las alianzas se realicen sin principios, sin ética, sin la menor preocupación, buscando sólo satisfacer intereses personales y de grupo.

4. Las alianzas que realizan los partidos de derecha como el PAN y el PRI son poco observadas porque se sabe que en su seno están la corrupción y el oportunismo, además que ellos no se presentan como luchadores sociales honestos sino como simples políticos que buscan el poder. ¿Quién podría criticar a Salinas, Fox, Madrazo, Gordillo o Calderón por sus alianzas si ellos mismos son personajes que no pueden presumir de honestidad o limpieza ni tampoco es la característica que los define? Por el contrario, el valor esencial, fundamental de la izquierda es la honestidad, la limpieza y honradez en sus luchas. Por eso debe cuidar muy bien sus alianzas. A pesar de que son pasajeras y que sólo respondan a coyunturas muy concretas estas no pueden hacerse olvidando los principios, mucho menos con quienes abiertamente están contra ellos.

5. Todos los partidos, organizaciones y movimientos nacen –indiscutiblemente- con objetivos claros y más o menos bien delimitados. Sin embargo éstos cambian al mismo ritmo en que sus circunstancias mutan. En la izquierda cuando las organizaciones son pequeñas y nuevas sus programas políticas buscan identificarse plenamente con los objetivos y las luchas de los trabajadores, al mismo tiempo que sus pocos militantes mantienen un profundo compromiso con las batallas de los explotados. Pero en la medida que los partidos crecen sus programas se abren para dar cabida a más y más tendencias hasta convertirse en otra cosa de lo que antes eran. De tal manera que cuando las organizaciones crecen en número de afiliados y poseen en su seno a representantes y funcionarios de gobierno el partido es otra cosa muy distinta a lo que fue.

6. Esta ha sido la gran desgracia o el proceso natural incorregible que han vivido partidos y organizaciones en el mundo y que al parecer así será por los siglos y los siglos. Al parecer es el problema del poder. Cuando no se tiene éste los partidos, las organizaciones y sus integrantes entregan todo sin nada a cambio; pareciera que el único interés es servir a los explotados y miserables, es liberarlos de la opresión. Pero al mismo ritmo en que la organización se fortalece y los órganos de dirección se hacen fuertes e importantes el radicalismo (la raíz, los principios originales de la organización) se debilita hasta desaparecer. Al mismo ritmo en que crece la institución, su dirigencia y burocracia, en ese mismo andar se debilitan los programas, los principios ideológicos y la fuerza de los asociados. Es el problema del poder, de las jerarquías y las instituciones.

7. El problema de las alianzas en lo fundamental es un problema de fuerzas. El partido u organización que más fuerza tiene puede imponer sus condiciones y obtener mayores avances. En las luchas sociales y movimientos de masas se hacen alianzas con quienes tienen fuerza social, muchas veces haciendo a un lado los principios ideológicos. En lo electoral siempre se ha dado prioridad a las alianzas en función de los votos no de las coincidencias ideológicas. Ese es el pragmatismo que todo mundo ha criticado a la izquierda social y a la izquierda electoral. Da la impresión que los principios ideológicos se han convertido en una traba, en un estorbo, en una serie de prejuicios que retrazan el pragmatismo de las alianzas. Parece que cuando no se hacen alianzas el gobierno reprime con mayor facilidad y que ellas frenan la represión.

8. El PRD tiene que construir una correcta política de alianzas, muy coherente con sus principios políticos e ideológicos, pero en tanto no sea un partido fuerte seguirá sufriendo por graves errores como los cometidos en Yucatán donde, por carecer de candidatos propios conocidos, tuvo que hacer candidata para la gubernatura a una persona que no estaba dispuesta a defender ninguno de los principios del partido. Pudo retirarse a tiempo, después de sufrir una gran protesta y repudio nacional de sus militantes, simpatizantes y críticos. El PRD y el PT, a diferencia de los demás partidos tienen que cuidar ese gran valor que les permite estar presente en la conciencia nacional. Pueden hacer alianzas pero no pueden poner en riesgo el prestigio que les da los principios ideológicos que los identifican con los trabajadores explotados.

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